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Matthew Wainwright

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Eduard Lough tuvo que sofocar una inmensa carcajada cuando el primer nombre fue lanzado.

—¿En serio crees que él pudo matarlo? —se rio con gracia—. Es solo un anciano, apenas y puede mantenerse de pie.

—A veces las personas con poder consiguen que alguien más para ensuciarse las manos. Creí que eso ya lo sabría, Agente Lough.

Haber insinuado su falta de conocimiento borró cualquier signo de burla del rostro de Eduard. La seriedad volvió a ella y carraspeó para dar por olvidado el comentario.

—Y según tú, ¿Por qué lo haría? —interrogó con fastidio. Solo llevaba un minuto escuchándola y ya estaba arrepentido por haber caído en la provocación.

—El señor Wainwright trabajó durante años junto al padre de Luke, Andrew. Así fue hasta que el hijo decidió tener su propio emporio. Cuando abrió el bufete, le ofreció a Matthew ser su socio y mano derecha.

—¿Y?

—Siempre ha trabajado para alguien más. Nunca tuvo nada propio que manejar. Alguien tan profesional y preparado como él no merece ser solo un peón. ¿Por qué se conformaría con algo así cuando tiene la oportunidad de apropiarse de todo? —incitó con la mirada al agente. Este solo esperó a que continuara—. Si Luke muere, él sería el siguiente en fila para estar a cargo. A pesar de que Matthew es socio del bufete, Luke nunca lo consideró para tomar decisiones importantes o trabajos interesantes. Solo se encargaba del papeleo que Luke dejaba a sus espaldas, como un simple secretario. Además, es su representante legal y si quisiera, ahora mismo podría quedarse con toda la fortuna de Luke.

El agente meditó mientras tamboreaba el bolígrafo sobre su blog de notas. Muy pocas veces había coincidido con el mayor e intercambiado algunas cuantas palabras. No parecía ser alguien ambicioso, ni capaz de matar a.

Tenía dudas, demasiadas que aclarar, pero el interés había crecido lo suficiente como para dejarlas atrás.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó dudoso antes de anotar el nombre—. Pudiste haberlo inventado fácilmente. ¿Cómo sé que estás diciendo la verdad?

—No hay manera —Neera se hundió de hombros sin expresión alguna—. Solo puedo asegurarle que los hombros sueltan mucha información cuando están satisfechos.

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Las oficinas de Hemm's Law no era más que un pequeño edificio de tres plantas. Un par de años atrás no había más que escombros en aquella propiedad, y ahora era un sólido patrimonio construido desde cero. Matthew miró con suma adoración la fachada del inmueble y a sus alrededores. Era extraño pensar que ya no encontraría al joven rubio esperando su café matutino en el establecimiento del frente, caminando por los pasillos tratando de chocar con nada por no despegar la vista del celular, o en su oficina, con toda la atención puesto en contratos y documentos.

Era el segundo día sin su presencia y no podía imaginar acostumbrarse a esa falta.

Suspiró y entró a las oficinas con la ayuda de su bastón. A comparación del bufete de su padre, Luke había buscado levantar un negocio más reducido y con gente que solo tuviera su confianza. Tener pocos empleados a veces era una desventaja, así las ausencias eran más notorias. Ahora el lugar solo era manejado por él, por Jordan y la amable chica de la recepción.

Beautiful Hell | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora