Beautiful Hell | lrh

09

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Jordan Clairbone

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Eduard miró detenidamente a la pelirroja. Comenzaba a cansarle su inexpresividad. En ningún momento mostró signo de alguna emoción, ni siquiera molestia por sus comentarios mal intencionados. Era como si nada pudiera perturbarla, ni siquiera el lugar donde se encontraba actualmente.

Tamboreó sus dedos contra la superficie de la mesa para luego inclinarse y apoyar sus codos. La miró fijamente por varios minutos, haciendo el vago intento de traspasar la barrera invisible que la protegía y así leer su mente, movimientos o cualquier otro gesto que pudiera darle algo. Ni un pequeño rastro de debilidad para su propia satisfacción.

Nada.

—¿Qué le sucede, agente Lough? ¿Le impresiona lo que una simple prostituta tiene para decir?

—Debo de admitirlo, si —contestó seguido de una risa sarcástica—. Cada palabra que ha salido de tú boca es más estúpida que la anterior.

—¿Ah sí? —esperó ver algún movimiento de ceja retadora, pero no—. ¿Por qué lo dice?

—Creí que habías llegado bastante lejos cuando mencionaste al señor Hemmings, pero te has superado con señalar a Jordan.

—¿Por qué le cuesta creer lo que digo, agente? ¿Porque soy una golfa? ¿Porque usted piensa que ya no valgo nada? ¿O solo porque le cuesta aceptar que alguien como yo, sabe mucho más que usted?

Eduard rechinó los dientes al darle al clavo con eso ultimo.

—Nadie puede confirmar nada de lo dices, Crowford —pretendió no haber escuchado nada—. Solo sé que estas aquí, tratando de meterte en mi mente igual que como lo hiciste con Luke para salirte con la tuya —alzó los brazos y los cruzó detrás de su cabeza para tomar una postura desinteresada—. Eso no sucederá, pero me gusta escuchar las estupideces que dice la gente.

—¿Está diciendo que solo ha estado aquí para obtener un buen chisme? Creí que usted era diferente al resto de este maldito pueblo, pero veo que también se deja dominar por la curiosidad.

El continuó ataque de la pelirroja provocó que el rostro del agente se contrajera. Casi se podía asegurar que un requisito para vivir en Helvethill era que la gente fuera demasiado fisgona y habladora. Tal vez eso se debía a la pequeña cantidad de pobladores que la habitaban.

Todos mostraban sus mejores fachas hacia los demás. Personas honorables y de buenas intenciones, hasta que algo turbio salía a la luz. Todos hablaban por debajo de la mesa. Cotilleos y habladurías a la orden del día.

Eduard Lough, agente policial de Helvethill, siempre se mostró en contra de todo ello. Como imagen de máxima autoridad frente a los pobladores, tenía que imponer una imagen para respetar y admirar, alguien que mostrara el buen camino. Claro que, solo era una imagen. Eduard siempre era de los primeros en enterarse de todo y luego, de manera disimulaba, lo seguía impulsando. ¿Utilizaba su puesto para obtener más información? Por supuesto que sí.

Él era el Harper de la policía.

Cuestionar sus valores era algo de lo que no se preocupaba, y nunca lo haría. Tenía una placa que lo protegía.

—Esta me ha cansado —tomó la grabadora junto con lo demás antes de levantarse—. No escucharé nada más de lo que digas...

—Solo no quiere aceptar que Jordan es el que tiene mayores probabilidades de ser el asesino.