Beautiful Hell | lrh

06

La noche llegó a Helvethill, y con ella, el vacío total de las calles. Era el preciso momento en que todos llegaban a sus hogares, hambrientos, buscando una buena cena familiar, para finalmente, tomar un merecido descanso luego de un largo día.

Solos o acompañados. Felices o abatidos. Deseando el nuevo amanecer o añorando perderse en la oscuridad de la noche.

En uno de los vecindarios más apartados del pueblo, Neera Crowford salió del baño luego de una ducha con agua helada. Siempre odió ducharse por las noches, pero había terminado tan sucia del trabajo que no quedaba otra opción.

Trató de cubrir todo lo posible con la delgada y degastada toalla colocada alrededor de su cuerpo. Corrió hacia el closet y buscó ropa para dormir. Su cuerpo temblaba sin parar, las temperaturas habían comenzado a descender peligrosamente y estaba segura que si no moría en esos momentos, lo haría de una hipotermia mientras dormía.

Cuando al fin se cubrió con las prendas más gruesas que encontró, caminó descalza hasta la pequeña chimenea. Su casa no era para nada grande, prácticamente era un solo espació con cocina, recamara y baño dentro. No podía mentir, la casucha no era nada linda. Por fuera parecía abandonada, perfecta para una atracción de terror, y por dentro, el asunto no era mejor. Con lo que había ganado de los pagos de Luke, había sido suficiente para comprarla. Fea o no, ese era su propio lugar.

Para ella y nadie más.

Y se sentía orgullosa de tenerla.

Tomó la leña que había depositado junto a la puerta y se dirigió hacia la chimenea. La madera estaba húmeda, no había podido conseguir nada mejor de camino a casa, pero funcionaria para la noche. Estando a tan solo unos pasos del fuego, resbaló. Había olvidado esa pequeña zona resbaladiza y lo que menos necesitaba era su cuerpo lleno de moretones. Suficiente tenía con el dolor abdominal que no la dejaba en paz.

Se reincorporó y arrojó los trozos de leña al interior y encendió el fuego. Mientras veía como las llamas iban cobrando vida y la sensación térmica iba en aumento, los recuerdos invadieron su mente.

Eran tan vivos, que su piel se erizó igual que en aquel momento.

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Las manos del rubio apenas tocaban su piel, pero con ese simple roce era suficiente para extender las llamas por todo su cuerpo. Las yemas se pasearon por toda su espalda, provocando su estremecimiento, mientras sentía como su cuello era marcado. Neera enredó sus dedos entre aquellas hebras doradas y ejerció fuerza en él.

Los jadeos comenzaron a salir en el instante en que el miembro de Luke se apoderó de su entrada. Los labios del chico abandonaron su lugar en las clavículas, para ir descendiendo hasta llegar al valle de los senos y entretenerse un momento. La pelirroja chillo de placer al sentir como uno de sus pezones estaba siendo mordisqueado.

Antes de perder por completo la cordura, Luke se impulsó para recostarla sobre la sabana que habían colocado en el suelo. Se separaron por un instante. Neera aprovechó el momento para repasar su propio cuerpo con las manos. Acarició sus pechos, pellizcó y estrujó. Siguió el camino hasta llegar a su zona intima. No hizo más que pasar un par de dedos por aquella parte tan sensible, tan húmeda y expuesta. Tan dispuesta. Hizo cada movimiento bajo la vista de Luke, quien hacia lo mismo con su propio miembro.

Sin poder retenerse más, se abalanzó sobre ella y pronto, toda la habitación se llenó de gemidos y el obsceno ruido del choque de pieles.

Lo único que los iluminaba eran las vivas llamas de la chimenea a un lado de los sudorosos cuerpos.

Las embestidas fueron aumentando. Entre todo el ajetreo, sus labrios se encontraron y pronto comenzaron una exótica pelea. Neera aprisionó el labio inferior de Luke entre sus dientes y apretó hasta lastimarlo. Él se apartó, lucia molesto, pero el brillo de sus ojos daba a entender que aquello solo lo había excitado aún más. Lamió una gota de sangre y sonrió. Sus labios se movieron y su melodiosa voz llegó a los oídos de la pelirroja...