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Martha Crimson

La oscuridad siempre ha sido un lugar temible, pero excelente para ocultar lo más peligroso de la vida. La gente no suele moverse por las calles de Helvethill cuando la noche las ha cubierto por completo. Las tinieblas han sido fieles compañeras de quienes se mueven sin ser vistos, o quienes buscan perderse en ellas. Martha Crimson sentía como estuviera cometiendo la más vil de las acciones, como una criminal, como una pecadora. Ella no solía salir de casa luego de la puesta del sol, tampoco caminaba entre callejones silenciosos para evitar miradas fisgonas y muchos menos, entrar a la casa de un hombre con el que no tenía ningún tipo de relación. Estaba cometiendo una traición a su moral, a su pureza y a la promesa de nunca acercarse a un miembro del clan masculino.

Pero la señora Hemmings la necesitaba y no le importaba perder su buen nombre con tal de ayudarla.

Con pasos temblorosos, se adentró a la pequeña casa del Agente Lough. No esperaba encontrarse nada espectacular, pero se sorprendió al ver el hogar tan oscuro para ese hombre. Al ser el comandante del pueblo, significaba tener un buen salario para tener una digna casa, pero aquello era incluso deprimente. El piso de madera chirriaba con cada paso, el tapiz de las paredes estaba decolorado y por el diseño, podía jurar que tenía miles de años ahí. Pensó que la llevaría hacia la sala de estar, pero terminaron en el comedor. Solo era una vieja mesa de madera con cuatro sillas, bajo la luz amarilla de la bombilla.

Tenía el aspecto de una sala de interrogación casera y eso solo incrementó sus temblores.

Martha prefirió dejar de poner atención en el hogar del agente y pasó a tomar asiento. Entrelazó las manos sobre la madera, pero sus dedos se movían inquietos, al igual que sus pies. Jamás había estado a solas con un oficial, jamás se había presentado a un interrogatorio o para dar testimonio sobre algo. Los nervios consumían su cuerpo hasta tal punto de sentir como si la ropa le quemara toda su piel. Mientras más rápido terminara con eso, más pronto podría regresar a la tranquilidad de la casa Hemmings.

—Así que...—habló Eduard desde el marco de la puerta—...tiene información.

—Algo así.

—¿Algo así? —se cruzó de brazos— Tendrá que disculparme, pero usted no recorre todo el pueblo a medianoche, viene aquí a decirme que sabe quién asesinó a Luke y final solo decir "algo así" —arrastró una silla para quedar frente a Crimson y la acomodó con el respaldo hacia adelante —. Si tiene algo bueno que decir, comience a hablar ahora, pero si no, tiene que marcharse.

—No quiero quitarle su tiempo, agente. Es solo que...—suspiró y desahogó su mente—...estoy muy nerviosa. Nunca tuve que hacer esto, pero me preocupa la señora Hemmings. Si tengo que caminar hasta la ciudad en medio de la noche, lo haré sin dudar...

—Espere —levantó sus manos para hacerla callar—. ¿Qué tiene que ver ella con que usted esté aquí?

—He trabajado para la señora Hemmings la mayoría de mi vida, desde que ambas éramos unas adolescentes. La conozco mejor que nadie. La he visto en sus momentos más brillantes y en los más oscuros, es por eso que sé que su vida está en peligro.

—No la estoy entendiendo

—Esta noche, la señora Hemmings tuvo una discusión con su esposo —comenzó a relatar lo sucedido—. No terminó para nada bien. Fue demasiado para ella el haber tenido un enfrentamiento así el mismo día que enterró a su hijo. Cuando el señor se marchó, ella solo...—jadeó lastimosamente al mismo tiempo que limpiaba las lágrimas que amenazaban con salir—....comenzó a tirar todo, incluso las fotografías del joven Luke. Jamás la había visto así de alterada.

Beautiful Hell | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora