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El amanecer dio el comienzo a un nuevo día para Helvethill. Igual que cualquier otro, los escasos rayos de sol entraban por las rendijas de las ventanas, logrando despertar a los pobladores que aun seguían sumergidos en la paz y serenidad del sueño. Inicio de rutina. Las calles aún permanecen en completo silencio, ninguna persona, ningún auto logra interrumpir la tranquilidad de la vialidad. Lo único que comenzaba a escucharse es el débil cantar de los pajaritos en los árboles.

Un nuevo día y todo parecía igual que siempre.

Al menos para la mayoría del pueblo.

El caso de Luke Hemmings continua sin resolverse. La reciente muerte de su madre aun es tema popular y el paradero de su padre es desconocido.

Jeannie descansa bajo efecto de las drogas, esperando que su cuerpo sane sus heridas pronto. A su lado, Jordan continúa atormentándose por haberla arrastrado hasta ese punto. El moreno besó su frente antes de salir de la habitación.

La ausencia del agente Lough pasó desapercibida por todos, creyéndolo refugiado en la comodidad de su casa. Al igual que Crowford. Aunque claro, nadie parecía estar interesado en una sucia prostituta.

Finalmente, la viuda de Hemmings, Arya, sin haber cerrado ojo y con una copa en mano, se encuentra en la enorme silla de cuero, detrás del escritorio que alguna vez le había pertenecido a su esposo.

Luego de su visita al hospital, había vuelto a casa solo para encerrarse en el mismo estudio donde Luke había pasado una gran cantidad de horas. Estando ahí adentro, casi podia sentirlo, notar su presencia, verlo moverse con la elegancia que siempre lo caracterizó. Su sombra permanecía ahí, sentado en el mismo lugar que ella, trabajando, teniendo reuniones con Jordan o con Matthew. Tomando cuando los días se tornaban difíciles o acorralándola contra el escritorio antes de atacar sus labios con fiereza y terminar teniendo una de tantas sesiones apasiónales sobre la superficie de madera.

Más que un estudio, había sido un refugio para él.

Lugar que ahora le pertenecía a Arya y ante sus ojos, no podia reconocerlo de la misma forma que antes.

La mujer pasó los delgados dedos por su larga cabellera, sumergiéndolos en su color negro profundo. Ninguna hebra se desacomodó. Bebió el ultimo sorbo de su copa de vino antes de levantarse de la silla de cuero. Creyó que sentiría su alrededor darle vueltas por la cantidad de alcohol bebido la noche anterior, pero para su sorpresa, su cabeza se mantuvo firme, completamente cuerda, siendo un suplicio para ella.

No recordó el momento en que se había despojado de sus zapatillas, pero tampoco se molestó en volver a colocárselas para dirigirse hacia el enorme ventanal de la habitación. Con cada paso dado, sentía como si fuera su fantasma quien estaba deambulando. Tenía el control de su cuerpo, más su mente parecía estar desconectada, dándole una sensación de vacío y desfase corporal.

Estando frente al cristal, intentó fijar su vista más allá de la calle. En el horizonte se podía observar aun los tonos naranjas y amarillos del amanecer, los cuales se fueron perdiendo entre las nubes grisáceas que cubrían el cielo. Aun así, los rayos lograban atravesarlas para caer directo sobre los árboles que rodeaban el pueblo.

Una vista magnifica que disfrutar, pero finalmente, los ojos de Arya no pudieron evitar más su propio reflejo.

Nunca se había visto tan cansada como aquella ocasión.

Acarició el contorno se su rostro mientras analizaba como era que había llegado a ese punto. Tal vez el peor de sus males llegó cuando fue leído el testamento. Cuando se dio cuenta que Luke aún seguía pensando en la ramera de Neera luego de todo el tiempo que había jurado que no era más que un error. ¿Habrá pensado en ella las veces que habían compartido la cama? ¿Las veces en que le susurraba palabras de amor en el oído mientras ambos llegaban al clímax? ¿Realmente había vuelto a ser de ella?

Beautiful Hell | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora