¿Qué pasaría si algún día decides tomar el atajo equivocado, pero te encuentras con la persona correcta?
Kia era una sarcástica y arrogante joven que escondía muchas marcas de su pasado con algunas sonrisas y chistes.
Aaron era un confiado y galante...
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Nuestro primer paso...
Nuestra primera sonrisa...
Nuestras primeras palabras...
Todos esos momentos, aunque no los recordemos, siempre formarán parte de nosotros, de nuestra esencia, de nuestro fuego interior.
Se que la mayoría de nosotros hemos tenido esos lapsos de tiempo dónde contamos nuestros pasos, dónde respiramos hondo para sentir el viento fresco acariciar nuestro rostro.
A lo largo de nuestra vida aprendemos que ella está conformada de cuatro etapas: Infancia, adolescencia, adultez y vejez...
Muchos no lo saben, pero es muy importante ir quemando cada etapa a su debido tiempo. Cuando intentamos saltarnos una de ellas, se rompe algo en nuestro interior, se quiebra, se lastima... Y créanme, es algo que no tiene retorno.
Cada día, cada hora y cada minuto es un vuelco de emociones, situaciones y momentos que, aunque parezcan insignificante, valen. Cada beso, cada caricia, cada muestra de afecto es indispensable para saber que damos el todo por el todo por esa persona, que nos preocupamos y, sobre todo, que amamos.
Quisiera decir que la vida es ilimitada, que hagamos lo que hagamos igual tenemos tiempo de sobra, pero vaya que estaría mintiendo.
Aunque nuestro lapso de tiempo en el plano terrenal parezca largo. Es demasiado corto como para desperdiciarlo en sentimientos tan podridos como la vanidad, el egoísmo, el orgullo y el egocentrismo.
Cuanto desearía no haber tomado las decisiones que tomé.
Cuánto no daría por volver el tiempo atrás e intentar ser feliz.
