Capitulo 25: No te vayas

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Kia

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Kia

-¿Aarón? ¡Aarón! Joder no de nuevo-Resoplé- ¡Despierta por favor!- Suplique enojada mientras todo su peso recaía en el lado derecho de mi cuerpo.

-Pero tengo sueño- Se quejo Aarón en un tono casi inentendible- Déjame me dormir Cerecita, solo quiero cerrar mis hermosos ojitos, además mírame ya no estoy tan ebrio.

-¿Tus qué?

-Mis...

-¿Sabes qué? Solo escúchame. Te dejaré dormir cuando lleguemos al departamento, de resto, necesito que me ayudes a subirte por las escaleras porque probablemente tu peses el doble de lo que jamás pesare en mi vida ¿Entiendes?

-De acuerdo- Exclamó y apretó mi nariz rápidamente mientras me miraba.

Acomodé de nuevo su brazo sobre mis hombros, mientras con mi otra mano tomaba con fuerza la baranda que estaba fijada a la pared para empezar a subir el último piso que nos faltaba.

Al llegar al piso de mi departamento, tuve que hacer malabares para poder encontrar las llaves entre todo el desastre que había en mi bolso. Y mientras eso pasaba, Aarón no dejaba de balbucear sobre el cactus seco que tenía Alex en su puerta.

Cuando finalmente estuvimos dentro, lleve a Aarón directo al baño de mi habitación, el me soltó y empezó caminar por sí sólo tambaleándose hasta que pudo sentarse sobre la tapa del inodoro. Lo mire fijamente por unos instantes y analicé todo lo que procedía en este momento.

No tienes que verlo desnudo...

Pero eso quieres...

-¿Cerecita? ¿Qué hacemos en tu baño?- Preguntó confundido. De repente la expresión de su rostro cambió y una sonrisa insinuante apareció en el panorama.-¿Acaso quieres que lo hagamos en el baño? Porque me encantaría verte mojada y gimiendo de placer contra las baldosas de tu regadera.

Joder, joder, joder.

Claro que sí, quiero que...

¡Basta!

Está borracho, Kia. No te puedes aprovechar de un sexy hombre borracho.

Cada día era más y más evidente que además de lo sentimental, la tensión sexual aumentaba cada que nos mirábamos, y ciertamente yo no sé qué tan resistente puedo llegar a ser.

Aarón se levantó del inodoro y caminó hacia mí lentamente tratando de no caerse. Al estar frente a mí, sujetó mi barbilla con autoridad y acercó su rostro al mío.

-Si no estuviera tan borracho, te haría algunas... Cosas- Susurro contra mi boca mientras que acariciaba con la punta de sus dedos mi antebrazo- Además que se me es indispensable recordar cada vez que mi nombre salga de tus labios pidiendo más y más, Cerecita.

¿Cómo es que ya no se veía tan ebrio?

Juntó nuestros labios en un corto beso húmedo y me soltó para luego voltearse con rapidez, ocasionando que casi cayera de culo al suelo. Acto seguido tomó los borde de su camiseta y los levantó quitándosela por completo. Me deleite viendo su espalda bien formada y lo cremosa y suave que se veía su piel ligeramente húmeda por el sudor que provocaba el alcohol en su sistema.

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