Capítulo 5: Diez años

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Tommy Shelby cortó el talló sobrante que sobresalía de la corona de flores que había rematado apoyado en la puerta de su coche. Cortó las espinas de las rosas amarillas antes de guardarse la navaja. Normalmente compraba las rosas amarillas y la floristería se encargaba de quitarle las espinas, pero al parecer aún no había llegado el cargamento de rosas, así que él mismo hizo tres horas de viaje hasta un campo de flores silvestre dónde sabía que habían rosas.

Caminó hasta el borde del rio observando como el agua se movía tranquila, como todo a su alrededor era pura paz a diferencia de la guerra que en su interior llevaba librándose diez años. Guerra que parecía desaparecer en el preciso instante que lanzaba la corona al rio, así que sin esperar mucho más, la lanzó para que a Eddie le llegaran aquellas flores.

—No sabes la que he liado para encontrar las putas rosas amarillas, no podían gustarte simplemente las margaritas, no. Las putas flores favoritas de Eddie Potter son las jodidas rosas amarillas. — Se sentó en el suelo, dejando los brazos apoyados en sus rodillas y observando como el cauce del rio se llevaba la corona rio abajo. — He ido a la floristería de siempre, ya sabes esa que lleva la mujer que le falta una oreja, a veces me gustaría preguntarle que le pasó pero nunca lo hago. Bueno, he ido y se ve que las putas rosas de los cojones no habían llegado, así que me he llenado de polen y mierda para ir yo mismo a por las flores. —Sonrió sacando un cigarro, se lo pasó por los labios y lo encendió. —Como en los viejos tiempos ¿eh Eddie? —Dio una calada a su cigarro. —¿Te acuerdas del día que cortamos las flores para mi madre y dentro de una había una avispa? Joder, no recuero haber corrido tanto en mi vida. —Rio frente al recuerdo. —Salimos huyendo como si nos estuviera persiguiendo el mismísimo Diablo. —Suspiró y se lamió el labio inferior. —A veces pienso en lo fácil que sería pegarme un tiro y reunirme contigo pero le prometí a Grase que no volvería a intentar suicidarme y seamos honestos Ed, yo no terminaría en el mismo lugar donde estás tú.

Tommy terminó su cigarro y lo lanzó al rio, suspirando sintiendo como esa paz empezaba a desaparecer y ahora mismo no quería enfrentar a sus demonios, así que del bolsillo interior de su chaqueta saco una botella de láudano y dio un largo trago.

Se tumbó en el pasto, colocándose la gorra sobre los ojos y hundiéndose en la droga y en su destrozada mente.

Cuando abrió los ojos se encontró en un bosque de altísimos arboles que tapaban el cielo pero que de alguna manera dejaban que la luz del sol entrara. Caminó por un sendero de piedras hasta un cuidado jardín y vio las espaldas de alguien trabajando en él.

Estaba inclinado hacía delante cortando las malas hierbas y cuando Tommy se acercó más a él, unos celestes ojos lo miraron extrañados, para luego enderezarse con una sonrisa, sonrisa que contagió a Tom.

—Hola Eddie.

Eddie se acercó a él y Tommy suspiró feliz cuando pudo abrazarlo y sentirlo contra su cuerpo. Hundió la nariz en su hombro, tratando de captar su aroma pero no lo logró, aún así se quedó en los brazos de Eddie hasta que este lo soltó y cuando Tommy lo miró de nuevo, Eddie ya no llevaba camisa y pantalones.

Llevaba ese precioso vestido azul y blanco que le vio puesto en Francia.

—Me han encantado las rosas, tienen un color más vivo que otras veces.

—¿Te han gustado más esas? Eran silvestres.

Eddie sonrió y acarició su nuca.

Tommy no podía apartar la mirada de esos ojos que aparecían ya, únicamente en sus sueños. Tommy hubiera vendido su alma por volver con Eddie, pero ya no tenía alma, el mismo Ed se la llevo consigo.

—Eran preciosas. ¿De verdad has ido a recoger flores como cuando éramos niños por mí?

Tommy subió una mano hasta la nuca de Eddie, acariciando su piel y cortos mechones rubios. Realmente no podía sentir su tacto pero su cuerpo recordaba como se sentía acariciar su piel después de diez años sin poder tocarlo.

Kate ||Tommy Shelby x OC||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora