— ¿Qué apodo te gustaría que te dijera?
— ¿De verdad me dirás con apodos y todo?
— Sí niña, tenemos que hacerlo real.
Estaba por dormir pero las conversaciones con Bryan no dejaban conciliar el sueño, no estaba del todo segura de lo que estaba haciendo pero tampoco perdía nada con tal de ayudar a las personas.
No pude evitar sonrojarme cuando hizo mención de los apodos, es la primera vez que paso por este tipo de cosas y se siente... bien.— Hm, me gustaría que me llamen bebé.
— Bien bebé, a mi me puedes decir como quieras.
— Puedo decirte cariño.
— Algo básico pero está bien.
Eso sonó rudo, pensé. Era primeriza en esto así que estaba nerviosa de como llevar esto a cabo, ¿Por qué me pasan este tipo de cosas? ¿Qué hice en mi otra vida para merecerlo?
Escuché pequeños golpes en mi ventana, era señal de que Seth había venido y seguro para hablar. Desde hace tiempo que se ha hecho costumbre llegar a mitad de la noche y golpear la ventana con pequeñas rocas para que salga, ojalá un día no de un mal tiro dejándome inconsciente.
— Holaa. - saludó amablemente y a la vez algo apagado.
— Hola Seth. - le di un abrazo fuerte.
— ¿Puedo preguntarte algo? - acomodó su chaqueta mientras se sentaba en el piso.
— Claro que sí, para eso son estas visitas nocturnas. ¿Qué pasa? - acto seguido me senté a lado suyo.
Seth se quedó en silencio un momento mientras prestaba atención a la obscura calle de enfrente, el viento corría un poco y eso hacía que nuestros cuerpos temblaran pero eso no importaba si se trataba de escucharse uno al otro.
— ¿Qué pasó con Bryan? ¿Lo.. aceptaste? - preguntó lentamente mientras no quitaba la vista de la calle.
— Ah eso. - suspiré.— Apenas iba a explicarlo en el grupo que tenemos, algo así pero es complicado.
— Ah.. - respondió mientras asentía.
...
El frío seguía corriendo por la ciudad, a primera hora estaba despierta terminando de alistarme para ir a la universidad. Bryan me había pedido la dirección de mi casa para pasar por mí pues era lo que hacía con su ex pareja.
Estaba sentada en el living de mi casa esperando que viniera por mi, en eso mi abuela salió de la cocina.
— Hija, ¿Seth vendrá por ti? - preguntó la señora mayor.
— No abuela, vendrá otro amigo por mi. - sonreí.
— ¿Lo conozco? - preguntó mientras se sentaba a mi lado.
— No abuela, es un nuevo amigo. - la miré mientras evitaba sonreír.
— A ver cuando me lo presentas. - dijo mientras prendía la televisión.