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Roi entra con velocidad a su celda, está nervioso, su respiración está agitada y sus manos tiemblan por el miedo que siente en todo su cuerpo.
Durante la cena, los ojos de Rubén han estado demasiado pendientes de él y eso le ha aterrado. Los últimos días han sido una tortura, porque desde que Rubén regresó de aislamiento, Roi ha tenido que medir cada uno de sus pasos. Ha tenido que controlar cada respiración con temor a que sea la última, y por alguna razón, algo dentro suyo le grita que ese momento está cerca.
La mirada de Rubén le ha hecho sentir sucio y miserable, durante aquellos minutos en el comedor, ha recordado sus golpes, sus gemidos y la brutalidad de sus embestidas contra su cuerpo maltratado. No quiere revivir aquello, no quiere que vuelva a tocarle, que vuelvan a tocarle, por eso ha decidido seguir el consejo de Carlos. Roi intentará defenderse, aunque en ese mismo momento, no se siente capaz de hacerlo. ¿Las consecuencias podrían ser peores? ¿Hay algo más horroroso que lo que ya ha vivido? ¿Hay algo incluso peor que vivir sintiendo un miedo constante? No lo sabe, pero tampoco quiere averiguarlo.
Roi dirige una mirada hacia su compañero de celda, que está sentado en el escritorio, y sin decir nada, camina hacia el váter. Levanta la manga de su camiseta para dejar su brazo descubierto y mete su mano bajo el agua hasta encontrar el pincho que Carlos le dio días atrás. Es el único lugar que ha considerado seguro, libre de mucho interés durante las requisas. Hace un movimiento estratégico con su muñeca, consiguiendo destrabar el objeto punzante, y lo toma con cuidado para observarlo en silencio. No siente asco, porque los últimos días se ha dedicado a hacer aquello cada vez que han necesitado usar el váter, y su compañero de celda no ha dicho ni una palabra al respecto. Tal vez se ha mantenido en silencio porque entiende sus razones para ocultar aquella pequeña arma de defensa, quizás siente culpa antes de tiempo, por saber lo que le espera y por tener claro que él no va a ayudarle.Los pasos en el pasillo se escuchan hacia todas las direcciones, los internos están ingresando a sus celdas, así que con rapidez Roi se mueve hacia el lavabo. Lava sus manos con ansias y moja el objeto punzante antes de ocultarlo bajo su ropa, porque no va a separarse de él en toda la noche, quiere estar preparado para cualquier sorpresa nocturna que pueda encontrarse.
Pero en el fondo se siente perdido e incapaz de actuar, está aterrado y su respiración lo hace evidente, por eso trata de calmarse, de mantener la cabeza fría. Logra su objetivo por unos segundos, hasta que percibe a un costado el movimiento veloz de su compañero de celda, y sabe que su sorpresa ha llegado antes de tiempo. Una nueva presencia a sus espaldas le hiela la sangre y cada rincón de su cuerpo se estremece.
—Aquí está el gallego de ojos bonitos —dice Rubén con una sonrisa malévola a sus espaldas y Roi le mira a través del espejo—. Te estaba buscando, pero eso ya lo sabías, porque te lo he dejado claro en el comedor.
Se acerca a Roi y este de forma automática gira para encontrarse de frente con él. Retrocede un paso asustado, chocando sus piernas con el váter y sus ojos se dirigen a su compañero de celda, que no ha demorado más de cinco segundos en salir con la cabeza gacha.
—Las puertas se cerrarán en unos minutos. —Consigue decir con la voz temblorosa.
—Sí, en diez minutos exactamente —confirma Rubén—. Pero tranquilo, yo solo necesito un puto minuto para destrozarte.
Aún con su rostro algo magullado y con cicatrices en sus nudillos, Rubén toma a Roi del cabello y le arrastra hasta sacarle de aquel espacio reducido que denominan baño. Roi suplica, pero igualmente, el castaño le estampa contra el muro que le separa del resto de la celda y entierra una de sus manos en su cuello.
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Detrás de ti - Ragoney
Fanfiction- Me olvidaré de ti, no pasaré ni un puto segundo de mi vida pensando en ti. - Fallarás en el intento, y ambos lo sabemos - susurra sobre sus labios - Vayas donde vayas, estés en donde estés, siempre estaré contigo, siempre estaré detrás de ti. Raou...