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Se sienta en el escritorio, está inquieto, preocupado y espera que Raoul decida pasar el descanso dentro de la celda, porque necesita resolver esa duda que al despertar se ha instalado nuevamente en su cabeza.

Agoney quiere tener a su compañero en frente y espera que con sólo mirar sus ojos pueda saber la respuesta a su pregunta. Espera ver vergüenza, nerviosismo o incomodidad, incluso prefiere ver arrepentimiento en esos ojos miel, pero no miedo.

No quiere que Raoul experimente la clase de miedo que se instala en tu cuerpo y te impide reaccionar como quisieras, ese miedo que no te deja hablar, pero que por dentro grita desesperado. No quiere confirmar que se ha dejado tocar porque se ha sentido intimidado, porque ha pensado que era su obligación permitir que sus manos invadieran su cuerpo a su antojo. Eso no era lo que Agoney quería.

<Pero es lo que le he repetido cada día>, se maldice al pensar que esa posibilidad es muy probable.

Escucha unos pasos apresurados y cuando se prepara para enfrentar sus ojos, no encuentra la miel en ellos. Néstor está de pie al lado de la puerta y aunque han comido juntos, todo ha sido incómodo, como la cena anterior.

– ¿Qué pasa? – pregunta al levantarse, un poco decepcionado al verle a él y no a Raoul.

– ¿Crees que podemos hablar civilizadamente y sin tonterías de por medio? – se muestra serio y tranquilo, aunque por dentro teme volver a escuchar lo mismo de la noche anterior.

– ¿Crees que lo que te dije anoche fueron tonterías?

– Lo último fue una tontería, es ridículo que pienses distanciarte de mi por un niñato que sólo te calienta la polla.

– Si buscas mejorar algo, no vas por buen camino-

– ¡Estoy intentando que entiendas que sólo quiero ayudarte! – suspira y se acerca despacio hasta quedar a pocos pasos de él.

– Dijiste que Raoul no era mi perra.

– Fue una estupidez, lo sé y entiendo que estés molesto por eso, pero lo hice por ti.

– ¡No me jodas, Néstor! – se echa a reír negando con la cabeza – Lo hiciste por celos, sólo por eso.

– Vale, algo de eso hay, pero no fue el principal motivo – reconoce.

– ¿Hay otro motivo?

– Quería que dejaras de protegerle, pero no por mi, ya te lo dije – busca las mejores palabras para explicarse pero no las encuentra, así que recurre a lo más fácil – ¿De verdad es sólo una calentura?

– ¿Qué se supone que estás preguntando?

– ¿Sientes algo por él? – insiste poniéndose completamente serio – ¿Esperas algo más aparte de follártelo?

– ¿Pero de qué mierda hablas ahora? – se aleja un poco, apoyándose en los estantes.

– Agoney.

– ¡Claro que no! – le mira directo a los ojos – ¡No espero nada más que un puto polvo!

Grita, como si ese acto fuera suficiente para creer en sus palabras, como si por decirlas más alto tuvieran más verdad. Pero Néstor es capaz de leer cada palabra que sale de su boca en sus propios ojos, y aunque no puede asegurar que Agoney se esté enamorando de Raoul, sabe que hay algo más que excitación y ganas de follar. En el fondo no quiere aceptar esa idea, así que si el moreno no lo dice, él puede pasarlo por alto.

– ¿Entonces por qué te afecta tanto lo que pueda pasarle? – le conoce y sabe que acorralarle con preguntas sólo hará que intente huir de ellas.

Detrás de ti - RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora