CAPÍTULO 3: Mejor Amigo

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24 horas atrás...


—Es una sorpresa que pidieras vernos— cruzó sus piernas, sus ojos bajo esas oscuras gafas miraban la inmensa bóveda celeste a sus cabezas —Creí que tu bella esposa odiaba que nos reuniremos.

Con esto último soltó una risita un tanto sarcástica y burlona.

—No digas eso — miro la culpa en aquellos ojos — A ella solo...

—No le caigo bien — terminó sus palabras.

Un silencio incómodo se alzó entre ellos, poco después dando un suspiro, el pelinegro sentándose a su lado en aquel banco, posó su vista en los juegos infantiles que tenía a su delante. 

Las risas de los niños y el ruido que producían los carros al pasar eran los responsables de evitar que el tenso silencio entre ambos creciera.

Desde que su mejor amigo contrajo matrimonio, de eso ya hace unos tres años, la fuerte amistad de ambos se fue poco a poco resquebrajándose, en parte era por la rubia, a quién no le agradaba mucho el peli blanco por su "estilo de vida", pero más se debía a Gojo, quien estando al tanto de sus propios sentimientos hacía su colega, había decidido alejarse y no interferir en su vida de casado.

Miro de reojo al de ojos rasgados, entonces de sus delgados labios una sonrisa nació, aunque no lo admitiera, estaba feliz, ser invitado a salir por su adorado amigo y amor platónico, si que lo hacía feliz. 

Aquella mañana tan rápido colgó la llamada, cerró los ojos y con una sonrisa de oreja a oreja, estirándose un poco y tomando en sus manos aquel reloj digital a su lado, se alertó, pues apenas faltaban unos minutos para la hora acordada, porque justo ese día había decidido dormir hasta el medio día, se reprochó. Saliendo medio desnudo de su cómoda cama y enredándose en las sábanas, cayó al piso.

Y ahí, varios minutos después, junto al pelinegro se encontraba con su trasero pegado en aquel banco a mitad de un pequeño parque.

—Voy a ser padre —  mencionó de la nada.

—¿Eh? — Gojo abriendo los ojos de par en par lo miró, el rostro del peli negro estaba algo sonrojado y sus ojos, aquel par de zafiros brillaban de pura felicidad.

—Pero... ¿¡No que Katsumi no podía tener hijos?!

—Así es... Pero sucedió... Es milagro no lo crees — una gran sonrisa se instauró en sus labios.

Gojo ante la mirada de alegría del otro, con un nudo en la garganta, sonrió forzosamente: —Si... Felicidades.

—¿Qué crees que será?... Sería lindo tener un niño... Aunque... Si fuera niña no habría ningún problema — Geto llevó sus dedos a su mentón y entrecerrando los ojos continuo —¿ Que tal Akiko?... o, ¿Ohara?... ¿Saori?... ¿Kyo?... Kyomi... ¡Kyomi sería su nombre!... Y si es niño...

Mientras el pelinegro se levantaba de aquel asiento y empezaba hablar para sí mismo, el albino en cambio, con la vista puesta sobre el piso bajo sus pies, mordiendo sus labios fuertemente, trataba de ignorar aquel dolor en su pecho.

 ¿Qué ser más repugnante soy?, ¿Por qué no puedo alegrarme por el?, Su sueño de ser padre se cumplió y yo aquí... Deseando las muerte de aquella criatura, pensó. Sus puños empezaron a sangrar por tanta presión que puso en estos.

—¿Y tu?... ¿Cuándo piensas sentar cabeza? — esas palabras lograron impedir que se siga torturando a sí mismo —Escuche que tu padre te ha presentado a varias chicas, deberías de considerar salir con una de ellas y... Pensar en formar una familia ¿No te parece?

OJOS AZULES  (GoYuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora