Hilos de Oro

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La mañana les vino de maravilla, más que nadie al Hokage, evadía sus responsabilidades y además se la pasaba de comprás.

—¡Hermano!— llamaba un azabache que miraba por la vitrina de una de las tiendas, en el cual se podían ver bastantes trajes tradicionales, kimonos muy hermosos y yukatas formarles.

El obsidiana miraba por el lugar, realmente nunca entendió la manía de las personas por las compras. Era simple ropa que se usaba, nada del otro mundo.

—Deberíamos de ir con la diseñadora para las prendas, después de todo son muchas— argumento Shitto.

—¿No solo es un kimono blanco?— pregunto el albino llendo a abrazar por la espalda a su futuro esposo.

—No— regreso Izuna.

Una de sus cejas se arqueó ante la mirada de desaprobación del azabache.

—Si, bueno— los apartó con una de sus manos a su hermano y al Senju, talvez se casarían pero aún así no deseaba verlos tan juntos —Vamos.

Hashirama estaba feliz, a un lado de él se encontraba la Uzumaki, Izuna la había invitado ya que era la única mujer que conocía que podía ayudarlo.

El local de la mujer con mejor recomendación de la aldea estaba al tope de mujeres que se probaba kimonos, cada una atendida por otra quien era la empleada. Aún así había espacio suficiente para ellos, era un lugar increíblemente grande, después de todo se trataba de una gran casa habilitada para vender y hacer dichas prendas.

—¡Hola!— saludo Hashirama con buenos ánimos.

Las mujeres de lugar los voltearon a ver, en un instante todas se inclinaron.

—¡Buenos días, Hokage-Sama!— hablaron todas al unisono.

Después de un tiempo todas volvieron a sus labores y compras.

—Dentro de poco vendrá Madam. Mientras tanto tomen asiento y les hemos preparado te para que sea más amena su espera.

Mencionó servicial una de las empleadas, se inclinó y fue hacia la entrada del lugar a atender a otra mujer.

Izuna veía feliz todas las telas del lugar, en el cuál fabricaban a mano las prendas, ya que ahí se median los tamaños que llevarían. En una de las mesas se encontraban todos los instrumentos para crear los vestuarios.

—¿Utilizarás un lindo kimono blanco?

Le susurro muy de cerca Tobirama, para abrazarlo por la espalda y acercarlo a él.

—Si.

Era algo nuevo el tema de la boda, nunca asistió a una y las veces que se hablo de ello era para casarlo con un clan vecino, gracias a su madre eso jamás se logró. Más ahora sería casado, talvez un karma.

Pero no sería con una mujer que no conocía de nada, sino con el hombre más perfecto del mundo.

Madara estaba ahí, mirándolo con ojos de muerte, se estaba conteniendo lo más posible de acabarlo en ese momento.

—Suelta a mi hermano, Senju.

Le ordenó con la voz fría que lo caracterizaba y hacía que todos le obedecieran.

Sin embargo, él era Tobirama Senju, cualquier motivo para hacer enojar a su futuro cuñado lo aprovecharía.

Apretó más fuerte el abrazo, haciendo que el pequeño Uchiha quedará aún más cerca de él sintiendo hasta el pulso de su corazón, con el pulgar de su mano comenzó a moverlo en las caderas del otro.

Nuevamente la amenaza de Madara de dejarlo se hizo presente.

—¿Por qué debería de hacer?, Si Izuna dentro de poco será mi esposo.

Comprometidos.                (TobiIzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora