Comprometidos. (TobiIzu)

Orquídea

Tobirama e Izuna se despedían en la luz de un faro.

El albino no quería soltar a su futuro esposo.

—Me tengo que ir — hablo Izuna mientras ahuecaba el rostro de su novio, para darle un beso que duro segundos.

—No quiero, quédate un rato más conmigo.

Izuna se rio feliz —Mañana te casarás conmigo, hoy tengo que ir con mi hermano. Aparte tienes que dormir bien, no quiero ver a mi esposo dormido en media ceremonia.

—Bien — se rindió ante su adoración, si por el fuera crearía una religión solo y para Izuna, pero es tan celoso que solo él sería miembro —Pero, déjame besar por última vez a mi novio, antes de que se convierta en mi esposo.

Y con eso ambos volvieron a juntar sus labios, el Uchiha paso sus brazos alrededor de su cuello y sintió como brazos fuertes lo cargaron de la cintura, sus pies ahora se encontraban a centímetros del suelo.

El de ojos rubí le miraron coqueto —¿Y si adelantamos la noche de bodas?

Izuna se sonrojo como un tomate, de esos que tanto le gustaban —¡No! — grito sorprendido —Y bájame, me tengo que ir. Mañana me caso.

—Ah si, ¿Y quién es el afortunado?

—Tú idiota — con eso se separó de los brazos de su novio y comenzó a caminar a su clan —¡Hasta mañana!

Tobirama solo sonrió, camino a su casa miró el río y solo pudo pensar en como había iniciado su relación. Todavía podía recordar lo bonito que se veía Izuna cubierto de agua, siempre fue un tonto al no aceptar que aquel Uchiha era demasiado lindo, incómodamente lindo.

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Izuna llegó lo más rápido que le dieron sus piernas, como es posible que Tobirama paso de ser un ser sin un gramo de sentimientos a ser todo empalagoso y meloso. Y él no se podía resistir a eso, amaba a ese hombre con todo su ser.

Antes de subir a su recamara y darse un baño escuchó una tos forzada.

—¿Hermano?

—Izuna, ven — lo llamo con una mano que le decía dónde sentarse.

Este no hizo caso omiso y fue.

—Toma estos dos, son para ti — le entrego a Izuna una carta y una caja de terciopelo.

Izuna abrió aquella carta y casi llora al ver el remitente.

"Izuna, te preguntarás el motivo de la carta, pero me gustaría que primero leyeras esta historia.

Hace muchos años existía una mujer la cual vivía rodeada de lujos y pretendientes, pero a ella nunca le interesó aceptar a ninguno de ellos.

Ella miraba la luna cada noche desde la ventana de su casa, esperando con suspiros a que un hombre la viniera a amar.

Pero una noche llegó un ninja, del cual solo se le veían los ojos color sangre y en ellos tres puntos negros.

La mujer en vez de temerle lo abrazo, pues su único amor había regresado por ella como le había prometido, los ojos se tranquilizaron y volvieron a un negro como el cabello de su amada.

El ninja se mostró ante ella, con cautela sacó de su capa una varilla hecha de oro y con orquídeas de rubí, mostrando la pieza fina a su amada se confesó.