Comprometidos. (TobiIzu)

Uzumaki

Un clan cuyo poder es inexplicable, capacidades sin igual, resistencia que da la impresión de ser inmortales a los ataques. Pero, que en el fondo sus corazones son los más puros de todo ser humano.

—Mito.

—Padre.

La mujer miró al hombre enfrente suyo, tiempo antes se encontraba inclinada ante él.

—Vamos hija, soy tu padre. Levántate.

Sonrió cálido ante ella para demostrar su confianza, ella hizo lo pedido.

Aquél hombre de cabellera blanca por las canas opacaba lo que una vez fue cabello rojo como el fuego, de singular cariño y confianza. Sus ojos huecos y opacos con ojeras miraron a su invitado, alguien que ya esperaba ver.

—Esperaba su visita, Senju Hashirama.

El mencionado solo se inclinó un poco ante él —Es un gusto conocerlo, Mito me a hablado de usted.

El anciano movió de un lado a otro la cabeza negando algo —No me hablé de "usted", por favor.

Hashirama no entendía muy bien cómo actuar a lo pedido, simplemente se limitó a decir un "Si".

Su plática se limitaba a dar los saludos cordiales y las presentaciones de ambos lados.

—Dígame, Hashirama. ¿Está casado?

Fue como un golpe bajo, no debía mentir en la conferencia con el líder Uzumaki, pero tampoco deseaba decirle algo de tal magnitud.

—No, no. Realmente no lo necesito.

—¿Ah, no?— aquel hombre lo miraba como si quisiera saber algo más que no le sería dicho —Disculpe mi atrevimiento, pero no su hermano se casará con otro hombre. Es más que obvio la ausencia de un heredero.

—Perdóneme, pero no es necesario uno. Hay más personas en el clan y mientras yo esté, no será necesario.

—¿Cortar la línea del primogénito?, Aparte ¿Qué harán cuando usted ya no esté?

Eran muchas preguntas, demasiadas cosas que decir.

—Esté...

—Padre, creó que será mejor hablar usted y yo.

—No tengo nada que hablar con alguien que sólo logró tener una bestia a la cual controlar.

La joven lo sintió humillante, sus mejillas ardían por la vergüenza de aceptar lo que su padre hablaba. Y su mente se debatía de la verdad generada.

—Señor, perdón por lo que le diré, pero sin Mito la aldea no tendría Jinchuriki. Yo creó que con eso tiene suficiente para ayudar a su pueblo.

—Acepto sus disculpas, pero, a mí hija la mandé a qué se casará con usted, no a que jugará.

—Su hija ya a conseguido un lugar para su clan en la aldea. ¡No veo la necesidad de casarme!

Al último de sus palabras logró distinguir como alzó la voz contra alguien importante, no sabía lo que repercutiría después.

El anciano no regreso nada, ni siquiera habló. Parecía pensar en algo.

—Mito, vete.

La mujer estaba aterrada, su rostro reflejaba aquello.

—Pe-pero, padre.

—He dicho que te vayas, ya ni eres necesaria aquí.

La mujer no tuvo de otra que aceptar aquello, se despidió de ambos bajando la cabeza y salió.