Capítulo 11

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-Aaaahhhh, tonto - el grito de Marinette fue acompañado de un moviento con su mano para golpear a la figura con la canasta que llevaba.

-¡Cielos! Cálmate princesa, solo soy yo- la voz de Chat sonaba extraña por las ganas de reírse, había encontrado a la joven caminando sobre uno de los senderos del bosque, por lo que decidió seguirla sobre los árboles para vigilarla, pero la chica iba tan concentrada en sus pensamientos que el no pudo dejar pasar la oportunidad de hacerle una pequeña broma, asustandola un poco.

-Ya lo sé, por eso mismo la parte de tonto- Marinette parecía estar sería, pero en el fondo la reconfortaba saber que no estaba en peligro, y al menos ahora estaba acompañada.

-jajaja si yo soy el tonto aquí, ¿por qué eres tú la que va por el camino equivocado?- contesto Chat con ironía.

-¿Camino equivocado?- repitió desconsertada. -Pero si estoy segura de que este era el camino correcto-

-Ibas bien hasta que llegaste al último cruce, debías tomar la derecha, no la izquierda -

-¿Es en serio? Viste que tome el camino equivocado hace 10 minutos y ¡no me dijiste nada!-

-jajajaja lo siento princesa, pero esperaba que te dieras cuenta de tu error tu sola- pese al malestar de la chica, Chat disfrutaba el poder molestarla.

-Deja de reírte gato tonto, será mejor que regresemos por el camino correcto cuanto antes si no queremos que la noche nos impida ver-

-Habla por ti querida, recuerda que nosotros los gatos tenemos visión nocturna - menciono el chico con cierto aire de superioridad, el cual se vio interrumpido por el sonido de su estómago gruñir.

- jajajaja Si, como no, y de casualidad ¿también cazas y comes ratones?- Marinette bromeo un poco, pero tras ver la cara de asco que hacía Chat añadió - Está bien, si logras guiarme a la cabaña sin hacer alguna broma tonta, no me molestaría compartir mi cena contigo ¿Qué dices?- mostró un poco de lo que llevaba en la canasta.

-Trato hecho, my lady -

Caminaron juntos, sin hablar, los sonidos del bosque los acompañaban, de cierta forma el silencio que existía entre ambos no les era un problema, al contrario, se sentían tranquilos con la compañía del otro.

Llegarón a tiempo antes de que el sol se ocultara por completo, Chat se encargo de encender algunas velas y lámparas mientras Marinette preparaba la mesa para cenar.

Cuando Chat entro a la cocina se sorprendió, la joven había preparado la mesa para los dos, observo como ella había dividido su pequeña porción de comida para ambos, Un pedazo de filete, un poco de puré de papá, algunas frutas picadas, y dos piezas de pan, acompañados del té de menta que sobró a la chica por la mañana. Tal vez no fuera la gran cena a la que estaba acostumbrado, pero sin duda la disfrutaría.

- Toma asiento, sé que no es mucho, pero al menos no nos iremos a la cama con el estómago vacío- menciono Marinette al mismo tiempo que tomaba lugar cerca de él.

-Claro- se sentó en la silla que estaba junto al de la chica.

-¿Qué tal estuvo tu día? ¿Alguna novedad sobre como planeas volver a tu tiempo?- menciono al mismo tiempo que tomaba un pedazo de pan.

-Aagggggg, la verdad es que estuve todo el día con la esperanza de despertar de este extraño sueño en cualquier momento.... pero como verás sigo aquí- interrumpio su comida para señalarse a si misma.

-Eso lo veo claramente jajaja, pero para ser sincero sigo creyendo que bien podrías estar algo... ¿Loca?- Chat hablaba con ironía y broma.

-Por supuesto, aquí el único vestido de gato eres tú, pero la loca soy yo, ¿no?- respondió a la defensiva.

-Esta bien, está bien, en conclusión estamos locos los dos- le guiño el ojo.

-jajajajajajaja- la risa de la joven retumbó por toda la habitación, y el rubio sonrío al haber conseguido su cometido.

Siguieron cenando ya más relajados, la conversación se centro en lo que habían hecho durante el día, Marinette le contó sobre las cosas que aprendido en la taberna y las personas que había conocido, mientras que Chat no perdió la oportunidad para intentar impresionarla con sus actos heróicos, sin embargo omitió cualquier escenario de su vida civil.
La plática fue tan amena al grado de que los dos olvidaron sus problemas al menos por esa noche.

-Buenas noches Chat, nos vemos mañana para el desayuno- dijo Marinette antes de empezar a subir las escaleras.

-Espera, sobre eso...no creo poder acompañarte mañana temprano, me iré antes del amanecer- pues estaba consciente de que tendría que llegar a la mansión.

- Bien, en ese caso, espero que descanses bien-

-Igualmente princesa, aunque eso sí, te veré mañana en la entrada del bosque, no queremos que termines perdida durante la noche- le guiño el ojo.

Marinette no respondió, en su lugar siguió su camino hacia arriba, pero con una sonrisa en el rostro, al menos mañana no tendría que preocuparse por recordar el camino de regreso.

Cuando llegaron arriba tomaron caminos contrarios del pasillo pero al llegar a sus respectivas puertas se detuvieron.

-Gra...- hablaron los dos al mismo tiempo. Se giraron para verse riéndo.

-Gracias por acompañarme- dijo Marinette.

-Gracias a ti por la cena- respondio el chico.

Sonrieron como despedida y se fueron a dormir.

Durante los siguientes días la rutina fue casi la misma, Marinette se levantaba temprano para desayunar y limpiar la cabaña, durante la tarde trabajaba en la taberna, y en cuanto conseguia tiempo libre buscaba la manera de volver a su tiempo, empezó regresando al punto dentro del mercado donde había llegado, pero no sirvió de mucho, después se dispuso a buscar el cuadro que la llevo ahí pero no tuvo mucho éxito, parecía haber desaparecido por arte de magia, en algunas ocasiones podía ver a Chat Noir en acción, ya sea protegiendo a la gente de pleitos entre ellos o con algunos guardias o ayudando a quienes lo necesitaran, a la chica le pareció sin dudas todo un Robin Hood, pues a pesar de todo siempre parecía estar huyendo.

Aún así cada tarde al volver a la cabaña, se encontraba con Chat cerca de la entrada al bosque, él siempre llevaba algo de comida, desde pan o frutas, hasta deliciosos postres, los cuales completaban la comida que la peliazul preparaba para los dos.

Cenaban hablando sobre su día, al terminar limpiaban la cocina entre bromas y risas, más tarde se despedían en el pasillo del segundo piso para después irse a dormir, sin notarlo poco a poco la presencia del otro se volvió el refugio que ambos necesitaban.

Perdida en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora