Capítulo 20

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El día de la reunión llegó en un abrir y cerrar de ojos.

La gente reunida tomaba su lugar para exhibir lo que sea que fueran a presentar, entre todos ellos resaltaba el puesto de postres de la peli-azul, ya que usaba un nuevo atuendo, este constaba de una falda midi rosa y una camisa azul de manga al codo ceñida por un corpiño negro en lugar del corset, cosa que sin duda alarmaba de sobremanera a aquellos que lo notaban.

Pero a ella no le importaba la opinión pública, porque odiaba los insufribles corsets, para trabajar prefería estar cómoda, además no es como si planeará quedarse en ese lugar para siempre, ¿Verdad?.

Alya le había conseguido un buen lugar cerca de la carpa donde se haría la reunión, su aparente misión era vigilar que los guardias, quienes no paraban de llegar y rodear el perímetro, no se acercarán más de la cuenta, de igual manera Juleka, Iván y Kim se encontraban en puestos que cubrían la zona.

La mayor parte del día transcurrió de manera normal, aunque sus postres no tuvieron un buen recibimiento al principio,  tal vez debido a su vestimenta, la cual no inspiraba mucha confianza en los parisinos, una vez que alguien se animó a probarlos, la noticia de que eran deliciosos se corrió velozmente, y los clientes no le faltaron.

Al caer el atardecer la gente empezaba a irse, tal parecía que aquel lugar no había sido más que un mercado ambulante, pero los guardias no se darían por vencidos tan fácilmente, así que aprovecharon para empezar a revisar las carpas.

Marinette lo notó demasiado tarde como para actuar, si salía corriendo en ese momento sería demasiado sospechoso, pero si no hacía nada atraparían a todos.

Se dió la vuelta, estaba por correr cuando una voz la detuvo.

-Buenas tardes señorita- sin duda era un oficial.

Ella se mantuvo quieta, ni siquiera respondió, no sabía cómo escapar de aquella situación.

-Disculpe a mi esposa oficial- la voz de otra persona los interceptó. -No te preocupes cariño, entra a la carpa para cambiarte que yo atiendo al caballero- Sin dudar ni voltear se adentro en la reunión, agradecida con el extraño.

-¡Alya!, ¡Nino!- Llamó interrumpiendo al grupo que se encontraba debatiendo.

-¿Qué sucede?- todos la miraban.

- Están revisando carpa por carpa, deben esconderse ¡ahora!-

Los presentes se miraron entre sí, y empezaron a buscar escondite entre las cajas y montañas de cosas, por su parte la peli-azul buscaba su capa.

********************

*Horas antes*

-¿Por qué no mejor nos quedamos para cenar?- la criatura negra flotaba alrededor del jóven.

-Tenemos que ir para ver qué todo esté bien, además ¿no quieres volver a probar los postres de Marinette?- contestó sin dejar de alistar sus cosas para salir.

- Esa es una buena razón, pero ¿Estás seguro? Si te atrapan podrías morir- su vocesita sonaba angustiada.

-No te preocupes, ellos buscan a Chat Noir- le quitó importancia.

-Pero tú eres Chat Noir- alegó como si su dueño estuviera loco.

-No olvides, que también soy Adrien- sonrió, antes de salir.

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La chica salió con la capa puesta para que no se notará que llevaba la misma ropa, había hecho el mayor tiempo posible esperando que todos lograrán esconderse.

- Miré, ahí viene justo como le dije- un joven bien vestido dirigía la mirada hacia ella al igual que el guardia.

-¿Hay algún problema? Querido- al llegar con ellos, se acercó para tomar de la mano al extraño decidida a seguirle el juego.

-No, solo le explicaba al oficial que no podía entrar a la carpa mientras te cambiarás- la miro y le sonrió, fue entonces cuando ella al fin pudo observarlo bien, jóven, rubio, de tez clara y ojos verdes, de alguna manera le recordaba a alguien.

-¿Quiere revisar la carpa?- preguntó actuando inocentemente.

-Son órdenes de mis superiores, señora-

-Esta bien, ahora que he salido no veo inconvenientes- miro al chico para afirmar que era seguro.

-Adelante oficial, pase con toda confianza- el rubio tomo a la chica del brazo y juntos lo guiaron a la carpa.

Dentro de ella todo estaba oscuro y silencioso, la pareja ni siquiera se ofreció a encender una vela, esperaban que el guardia se retirará lo más rápido posible.

-Las cosas están demasiado amontonadas como para ser un lugar grande - comento recorriendo el lugar.

-Tiene razón, pero es porque compartimos la carpa con otros comerciantes, aquí guardamos todo lo de nuestro viaje, además el espacio se vuelve nuestro refugio por la noche- explico muy seguro su supuesto esposo.

Ella lo miró de reojo sorprendida por su facilidad para mentir, él solo le brindo una sonrisa coqueta, pareciera que el chico sabía lo que hacía y eso solo aumento su desconfianza.

-Entiendo, supongo que todo está bien- La pareja lo siguió de vuelta al puesto.

-Disculpen las molestias- les brindo una pequeña reverencia.

-No se preocupe, usted solo cumple con su labor, por favor acepte este obsequio- la chica le ofreció una rebanada de panqué.

-Gracias por su colaboración, por ahora me retiró- el oficial se despidió con una sonrisa tomando la pieza.

En cuanto le perdieron de vista, la jóven se separó del rubio.

-¿Quién eres?- preguntó inmediatamente.

-Creo que la palabra que buscas es "Gracias"- sonrió bromeando.

- Aún no me has contestado, ¿Quien eres y de dónde has salido?- solía ponerse a la defensiva fácilmente.

-Digamos que soy un cliente que pasaba por aquí justo a tiempo- rodeo el puesto dándole espacio a la chica.

-¿Pero porque me has ayudado?- le miraba extrañada.

-Oh vamos, se notaba claramente que estabas en aprietos, ¿como podría ignorar a una damisela en apuros?- no la miro, simplemente contemplaba la mesa de postres.

-En primera no era una damisela en apuros, simplemente... Tenía... frío, si, mucho frío, tenía que buscar mi capa- hizo ademán de taparse más para completar su mentirilla.

-¿Entonces por qué me seguiste el juego?- alzó la mirada de manera interrogatoria.

-Porque si no lo hacía el guardia podría sospechar y hacer preguntas de más- respondió automáticamente.

-Asi que efectivamente escondes algo, ¿Qué podría ser?- le reprendió mirándola fijamente.

-¡No! Para nada, simplemente no quería malentendidos- reaccionó moviendo las manos enérgicamente delante de ella en un gesto de negación.

El joven soltó una pequeña risa.
-Esta bien, te creo- la tranquilizó.

-Gracias... No, espera, era yo quien hacía las preguntas, No tú- su pequeño puchero solo divertía al joven.

- Además, aún no me has dicho tu nombre-

-Tu tampoco me has dicho el tuyo, supongo que estamos iguales- Adrien sonrió para si mismo- ¿Qué te parece si lo dejamos así?-

-No es l...- él la interrumpió para agregar.

-Es más, si me vendes una rebanada de cada postre que tienes, prometo irme sin molestar- propuso señalando la mesa.

Después de pensarlo un poco, ella respondió.

-Esta bien- aceptando de mala gana.






Perdida en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora