Capítulo 21

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Durante el resto de la noche se mantuvo al margen del sitio, si bien le preocupaba ser descubierto, la idea de que los guardias volvieran de manera hostil lo mantenía alerta.

Por eso había encontrado un buen lugar en la rama de un árbol lo suficientemente alto para observar cualquier movimiento dentro y fuera del campamento, sin duda sería una noche larga, pero su botín de postres lo ayudaría a mantenerse despierto.

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Dentro de la carpa era un caos, todo mundo se encontraba corriendo de un lado a otro, mientras unos recogían sus puestos, otros preparaban lo que serían sus camas, Kim y Max trataban de encender un fuego para evitar que los presentes murieran de frío por la noche, por su parte ella se encontraba preparando algunos emparedados con ayuda de Alya y Nino, quienes estaban más felices de lo normal, no conocía los detalles pero sospechaba que era por el éxito de su reunión.

-Cierto, deja preguntarle- la morena giro para verla de frente.

-Mari, cuando el guardia entro a la carpa escuchamos la voz de un hombre, mencionó ser comerciante, pero Nino ni yo pudimos reconocer la voz, ¿Quién era?- ambos la miraron con curiosidad.

-Uno de los comerciantes ambulantes me ayudó, estaba de paso, pero entendió la situación- mintió a medias, ¿Qué más podía decirles? No conocía el nombre del extraño, ni sus verdaderas intenciones, ni mucho menos mencionar que lo dejo entrar en la carpa sin siquiera haberlo visto antes en el viaje.

-Oh, quizás era uno de los chicos que vienen del este, algunos se retiraron antes de que nos avisarás, lo más seguro es que volviera para advertirnos y te encontrará- sugirió Nino.

-Puede ser, tenían algo de prisa pero aún así fueron de ayuda- Agregó su novia.

-Si, es lo más probable, ya que solo compró la mitad de mis postres y se marchó cuánto antes- respondió rápidamente la peliazul, quería creer que aquello era cierto, pues sería más fácil de creer.

-¿La mitad de tus postres? Eso es mucho para una sola persona- el moreno se sorprendió

-No creo que sean solo para él, tal vez es para el resto de su comitiva en su regreso a casa- aclaró Alya.

-Por supuesto, no puede existir alguien tan glotón- Marinette dió por terminado el tema.

Repartieron la cena cuando ya estaba cada quien en su lugar para dormir, estaban agotados por el viaje, además en la mañana tenían que recoger todo para volver cuanto antes, así que terminando su bocadillo se acomodo entre las mantas que estaban junto a Juleka, le dió las buenas noches y se dispuso a dormir.

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Al llegar a la cabaña lo que más quería era darse un baño caliente, miro la olla de agua y una punzada cruzo su pecho, extrañaba la regadera de su departamento en el futuro.

Resignada se encaminó al pozo para llenar las dos cubetas que llevaba, cuanto antes empezará más pronto podría tomar su baño.

Mientras esperaba que el agua se calentara lo suficiente, recordaba lo dichosa que había sido al nacer en el futuro, nunca se había preocupado por como llegaba el agua caliente hasta su regadera, mucho menos tener que bañarse en un cuarto tan amplio como la cocina, pero la letrina no era opción, seguía lamentándose cuando su mirada se fijó en una pequeña cubeta de metal y una idea la puso a trabajar.

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Era tarde, aún cuando había adelantado temprano al grupo de sus amigos para regresar a la mansión y hacer acto de presencia sin alarmar a su padre, lo más probable era que para esa hora ya habrían llegado al centro.

Quería ir a la taberna para preguntar sobre lo hablado en la reunión, hace mucho que el movimiento estaba algo lento, si querían hacer un verdadero cambio tenían que empezar a moverse, pero para eso aún faltaban mucho, de pronto un recuerdo lo hizo dudar, si no se equivocaba cierta chica tenía conocimientos de más, si bien no había indagado por precauciones de Alya, nada le impedía ir a preguntar. ¿Verdad?.

-Me han informado de un problema en Marsella- comento Gabriel cuando terminaba su comida.

-¿Marsella? ¿El barco que llegaba a puerto en dos semanas?- pregunto.

-Si, se supone, pero un problema lo adelantó una semana, así que si se quiere llegar un día antes se debe partir cuanto antes- hablaba mientras doblaba su servilleta.

-Entonces debo preparar mis cosas- hizo ademán de levantarse, pero su padre lo interrumpió.

-No te molestes, lo estuve pensando y lo más apropiado es que vaya yo en persona para arreglar el malentendido-

-¿Estás seguro? Aquel viaje iba a hacer mi responsabilidad- mencionó en reproché, aquel trabajo era de los pocos que su padre le confiaba, y aunque fuera de improviso, en verdad le hubiera gustado poder ir.

-Cierto, se supone que viajarias en compañía de la señora y señorita Bourgois para entablar ciertas conexiones, pero como tuvieron que regresar a su ciudad antes de lo planeado, ya no es necesario que lo hagas- ni siquiera lo miraba.

-Pero...- cerro su puño, quería decirle que ese no era motivo suficiente, él era capaz de hacerse cargo, incluso si lo dejaba acompañarlo estaría bien...

-No te preocupes, volveré en 20 días, para entonces quizás la señorita Bourgois venga a supervisar los preparativos de la boda- cierto "La boda" esa era la verdadera razón, él tendría que empezar a ver los detalles.

-Entiendo, espero que tengas un buen viaje- respondió sin ánimo.

Ambos se retiraron, Adrien aviso a Nathalie de que no lo molestaran por el resto del día, así que cerrando su habitación salió por el balcón.

Saltaba sobre los árboles adentrándose al bosque, sabía que estaba cerca por la nube de humo que le indicaba que Marinette tenía algo en la leña, sonrió, si tenía suerte quizás sería alguna de las maravillas que la joven preparaba.

De pronto un sonido lo alertó, seguido del grito femenino, sin pensarlo corrió lo más rápido que pudo para asegurarse de que su amiga estuviera bien.

Decidió entrar por la cocina lugar de donde provenía el ruido, abrió la puerta dispuesto a enfrentarse a cualquier peligro.

-¿Estas bien, Mari?- pregunto angustiado pero lo que vió solo lo dejo en shock.

Una Marinette desnuda y mojada lo miraba aterrorizada, en su mano colgaba una cubeta con lazo, objeto que no dudo en lanzarle junto a maldiciones, para que se largará, sus reflejos la contuvieron pese a que seguía de pie ahí, sin moverse contemplando la vista.

La joven enfadada empezó a lanzar cuánto tenia a la mano, mientras buscaba con que taparse.

-Lo...yo...lo siento- El héroe salió de su trance dándose la vuelta para cerrar la puerta tras de si.

Miro el objeto en sus manos, estaba empapado pues la cubeta además del lazo estaba toda agujereada, eso lo desconcertó aún más.

¿Qué diablos estaba haciendo esa mujer?

Perdida en el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora