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El dominador mostró una amplia sonrisa al mirarla de arriba abajo.

—Me temo que estoy en desventaja. ¿Nos conocemos?
Luego entró en el bar seguido de la chica a la que Jennie había apodado la muñequita.
Aún desencajada, Jennie seguía boquiabierta. Justice tiró de ella para alejarla de aquel tipo.

—No, es sólo que le encantan las personas bien vestidas. Vamos, cielo, tenemos que irnos a casa.-

Sin darle tiempo a responder, Justice pasó por delante del dominador para salir con Jennie a rastras. En cuanto se hubo cerrado la puerta tras ellas, Justice empezó a caminar a toda velocidad en dirección sur por la avenida McKinney mientras mantenía cogida por el codo a Jennie, que todavía tardó otros tres o cuatro pasos en recuperarse y retirar el brazo. De repente, se quedó parada en medio de la acera.

—Mi casa está en el otro sentido.
Al echar la mirada atrás, Jennie vio al dominador que, desde fuera del bar, les miraba mientras se alejaban.

—Ya lo sé. Tú sigue caminando. ¡Vamos! —Justice tiró de ella con fuerza—. ¡No mires hacia atrás, por lo que más quieras!
Jennie decidió no discutir y permitió que la guiara a toda velocidad por la calle.

Estaba confundida, primero por aquel inesperado encuentro con el dominador y luego por el hecho de que parecía claro que Justice lo conocía. Si bien por un lado le agradecía que la hubiera ayudado a salir del paso sacándola de allí antes de que quedara totalmente en ridículo, por otro, quería saber qué era lo que estaba ocurriendo.

Un par de manzanas más adelante, él giró a la izquierda y se metió en una heladería. Había unos cuatro o cinco clientes esperando a que les sirvieran un helado italiano y ninguno de ellos les prestó atención.

—Justice, ¿qué ocurre? ¿Qué es lo que pasa?

—Lisa, me llamo Lalisa—musitó ella. Luego se dirigió a una de las esquinas del local y se colocó cerca de una ventana desde la que se veía la calle.

—Lalisa—Jennie pronunció su nombre a modo de prueba y le gustó cómo sonaba—. ¿Qué narices ocurre, Lisa?
Ella negó con la cabeza y fijó la mirada en el tráfico del exterior. Jennie esperó a que se volviera para mirarla.

—Venga, vámonos —le indicó mientras la cogía de la mano.

—No, no nos vamos a ningún sitio hasta que no me expliques qué es lo que acaba de ocurrir —respondió ella en voz baja, pero con firmeza.
Lisa miró a las personas que las rodeaban.

—Salgamos de aquí primero.
Una vez fuera del local, Lisa empezó a caminar de nuevo en dirección sur.

—Cielo, mi piso está hacia el otro lado—le recordó ella ya algo irritada.

—Ya lo sé, pero vamos a dar la vuelta a la manzana para ir por la calle Oak Grove.

Oak Grove corría paralela a la avenida McKinney hacia el este y solía estar menos concurrida debido a la presencia de un viejo cementerio en desuso que se extendía a lo largo de todo el paseo. Durante la reforma urbanística del vecindario, los constructores habían sido incapaces de obtener licencias para trasladarlo y sacarlo de allí porque en él había tumbas de la guerra de Secesión.

El hecho de que Julia hubiera propuesto volver por una calle casi desierta hizo que se encendieran todas las alarmas en la mente de Lena, que volvió a ponerse nerviosa con la idea de quedarse sola con ella.

—No, yo me voy por donde hemos venido. Tú haz lo que quieras, puedes quedarte o venir conmigo —entonces dio la vuelta y empezó a caminar hacia el norte para ir a su casa.

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