23 FINAL

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Seis meses después...

Jennie se miró en el espejo del baño. Aunque había parecido imposible, el vestido de dama de honor le sentaba bien. El color rosa le iba fenomenal con la palidez de su piel y el tono del pelo, y el escote bajo le realzaba el pecho. Por supuesto, tampoco molestaba lo de que hubiera perdido unos nueve kilos en seis meses. A lo mejor debería plantearse escribir un libro sobre cómo adelgazar mediante una estrategia basada en disfrutar de sesiones diarias de sexo fantástico.


Habían sido unos meses maravillosos. Había testificado ante el jurado de acusación que debía decidir si presentaba cargos de secuestro contra GD y la habían escogido como testigo principal para el juicio cuando se celebrara.

Aunque había asistido a un par de sesiones de terapia después de todo lo ocurrido, se había recuperado antes de lo que nadie esperaba. Lisa la había cuidado como si fuera una gallina con su polluelo y la ternura de sus atenciones habían sido de gran ayuda para que se repusiera.
La puerta del baño se abrió y entró Rosé barriendo el suelo con la cola de su vestido de novia que llevaba por delante de ella.

—¡Ah! Estás aquí —exclamó al entrar—, mamá está buscándote.

—Genial, ¿y qué quiere ahora?

—No se lo he preguntado —su hermana sonrió—. Estaba demasiado emocionada ante la idea de que no estuviera centrada en mí en ese momento. Uno de los efectos secundarios de casarme es que está siendo encantadora conmigo, para variar.

—¡Qué suerte tienes! —Suspiró Jennie—. Supongo que tendré que ir a ver qué quiere.
Se inclinó hacia el espejo y, después de sujetarse uno de los mechones de cabello, cogió su bolso y se volvió para marcharse.

—Espera, Jen —pidió Rosé mientras detenía a su hermana con la mano en alto.
Ella miró a su hermana pequeña.

—¿Qué pasa?

—Nunca hemos hablado de lo de Jisoo y yo. Quiero decir que he querido hacerlo, pero tú nunca querías... —dudó un momento, claramente incómoda—. No planeé enamorarme de ella, pero...

—Pero lo hiciste, y juntos hacéis una pareja estupenda. —Jennie abrazó a Rosé. —Jisoo te quiere a ti, no a mí. Y no pasa nada.

—Y tú quieres a Lisa, ¿no? —Rosé preguntó ansiosa mientras se apartaba para mirar a su hermana a los ojos.
Jen asintió.

—Y ella me quiere a mí. Así que todo ha salido como tenía que salir.

—Gracias, hermanita. Es el mejor regalo de boda que podrías hacerme —a Rosé se le llenaron los ojos de lágrimas—. Me alegro tanto por ti.

—Y yo por ti —Jennie sonrió—. Venga, vamos a buscar a mamá para que disfrute de su dosis mínima diaria de dar la lata.

Agarradas del brazo, las dos hermanas salieron del baño y regresaron al salón de baile, donde la celebración de la boda estaba en su mejor momento. No habían caminado mucho cuando Naiby Kim —impresionante en un vestido de corte imperio y color azul claro— las detuvo.
—Aquí estáis. Todo el mundo está buscándote, Roseanne. La fotógrafa está esperando.

—Pues entonces mejor me voy a buscar a mi esposa —dijo Rosé resplandeciente de orgullo al pronunciar aquella palabra—. Ahora las veo —le dio unos golpecitos a Jennie en el brazo y desapareció para cruzar la pista de baile.
Naiby se dirigió entonces a su hija mayor.

—Jennie, no sé por qué te ha dado por llevar el pelo recogido con todos esos mechones colgando. Eres ya mayor para ir con ese peinado.
Jennie le dedicó a su madre una sonrisa.

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