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𝐕𝐢𝐬𝐢𝐭𝐚 𝐢𝐧𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐚

𝐌𝐚𝐫𝐚𝐭𝐨𝐧 1/2

No dormí casi nada, me quede dormida a las siete, y la alarma sonó a las ocho.

Pero eso me pasa por gastar el dinero para mis pastillas de dormir. En invitar a Javier a patinar conmigo.

Pero no me arrepiento en absoluto, y si podría volver el tiempo, lo volvería a hacer.

Tengo media hora para estar lista, y después otra media hora para llegar a las nueve a coffee.

Mi horario normal es, de las nueve de la mañana, hasta las ocho de la noche; pero como necesito más dinero haré horas extras, y saldré a las doce, cuando cierran las puertas del local.

Para explicarles, coffee, es una cafetería normal de lunes a viernes.
Pero los fin de semana, después de las seis, se vuelve tipo bar, con comidas y karaokes...

No tengo nada en contra de los karaokes, pero a veces cuando la gente canta, me dan ganas de sacarme las orejas.

Y más cuando van esas señoras de cincuenta años, y cantan sobre sus desamores de cuando tenían quince años...

En fin, cosas del amor, Creo.

Estoy a unos metros de llegar al coffee, y me arden las piernas.

Vamos camine media hora, y yo odio caminar.

Otro motivo para hacer horas extras en mi trabajo, para así poder pagar el pasaje del autobús.

—Hola piojo. —Saludó a Kevin, el único compañero de trabajo con el que hablo.

—Hola leona. —dice juguetón

Aghh odio cuando me llama así, pero ya no le digo que no me llame así.

Porque lo hace más, su hobby es molestarme.

Pero le tengo un poco de cariño.

No se, es raro, no somos amigos fuera del trabajo, pero dentro, el no se despega de mi, por eso el apodo piojo.

—Te ves terrible.. —me dice Kevin con una mueca.

—No pude dormir. Y tu te ves.. saludable. —le digo burlesca

—Solo me tienes envidia, porque yo soy perfecto a cualquier hora, y tú no. —me saca la lengua como un niño pequeño.

—Que maduro, si las chicas con las que coqueteas te vieran hacer eso, seguro ni siquiera te darían su número.

Y no miento cuando digo que Kevin coqueta con cada chica guapa que viene al coffee.

—Solo escuchó envidia salir de tu boca. Bueno Sienna, el deber llama, te dejo la mesa cinco. —Me dice Kevin, yendo hacia una mesa ocupada. Yo solo asiento con la cabeza, y me dirijo hacia el mostrador.

Me coloco el delantal, alrededor de mi cintura.
Para luego sacar la libreta en la que tomo los pedidos.

Y que empiece la tortura.

Enséñame tus colores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora