Sienna, ¿Como describiría la vida?, oscura.
Ella siempre a estado sola, y eso la ha llevado a no ser feliz.
Para ella el mundo no tiene colores, solo una nube gris
la cual no la deja ver más allá de los problemas.
Pero Sienna si quiere ver más allá...
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(Javier)
De todas las posibilidades de encontrarme con ella.. tenía que ser el día de mi cita con Sienna.
La trato de bajar disimuladamente de encima mío. Pero aún así no me suelta del cuello.
—¡¡JAVIII NO SABES CUÁNTO TE EXTRAÑE!! —habla más chillona de lo normal.
—Si.. yo también te extrañe Ingrid. —respondo incómodo.
Miro hacia Sienna y ella está mirando a Ingrid de una manera muy extraña, entre sorprendida y enojada.
—Sienna. —la llamo, y ella pestañea rápidamente para mirarme. —Ella es Ingrid, una vieja amiga. —la presentó.
—¿Vieja amiga? Que yo sepa fui tú primer amor. —dice Ingrid empujado mi hombro.
—Soy Sienna. —responde cortante, algo muy extraño en ella. Sienna siempre suele ser muy amigable con todos.
—¿Eres amiga de Javi? —le pregunta Ingrid.
—Si.
—Que tierna. ¿Y que te trajo por acá Javi?
—Cumpliendo un sueño que tenia Preciosa. —respondo simple.
—¿Preciosa? ¿Quien es Preciosa? —cuestiona Ingrid divertida.
—Sienna Hair, Ella es mi Preciosa.
—¿Tu.. amiga? —habla confundida.
—Si, y mi cita de esta noche. —confieso.
—¿Cita? Jajaja Claro, Javier Beader en una cita. —habla sarcásticamente.
—Si. Javier tiene una cita conmigo. —y por primera vez desde que llegó Ingrid, escuchó decir más de tres palabras a Sienna.
—Ah entiendo, es verdad. Bueno no sé qué amarre le hiciste a mi Javi, pero debió ser muy bueno como para que Javier Beader tenga una cita contigo.
—Ingrid, no seas tonta. —sonrió negando con la cabeza.
—Ay! No te lo tomes personal, yo solo bromeaba. —Ingrid le guiña un ojo.
Sienna solo asiente con la cabeza. Ella está incómoda, no hace falta que me lo diga, en estas tres semanas conociéndonos siento que ya la conozco perfectamente.
—Bueno Ingrid, fue un gusto volver a verte después de muchos años. Pero ya es tarde, y con Sienna tenemos pensado recorrer más partes de Paris. —digo mirando la hora en mi reloj.
Y no miento son casi las dos de la madrugada.
—¡Entonces llegue en el momento ideal! Yo conozco este lugar como la palma de mi mano. Mañana nos juntamos en este mismo lugar, a las doce de la tarde. —nos informa Ingrid entusiasmada.
