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Solo se miraron unos segundos después de ese beso, los suficientes para volver al ataque, mordiendo con suavidad su labio inferior. 

Los dos necesitaban cariño, ellos se entendían completamente, en el pasado siempre fue así. Nadie podía entender esa conexión que tenían, creían que era por el sexo, pero ninguno de los dos era un gran entusiasta de dicha actividad. 

Era por eso que García aseguró en su mente que si Viktor había decidido tener un hijo, y más aún, suyo, había sido meticulosamente planeado.

Se subió sobre el ruso, sentándose en su regazo y sin dejarle descansar de los besos que le robaba, aunque bien parecía que este no quisiera separlo, es más, continuaba acercándolo más a él. 

- Wow, wow, wow. - Escucharon la voz de Vania que hizo que el mayor de los Volkov empujara al rubio por la sorpresa, golpéandose este contra la mesa. - ¿¡Estáis juntos!? - Se acercó a ellos, el albino estaba sonrojado, bajando la mirada.

- Puto niño de los... - Recibió una patada del mayor haciendo que se callara. Y es que estaba frustrado, y por la desesperación de los besos del otro, parecía que también hubiera frustado para él un momento más íntimo. 

- Vania, cariño, ¿qué haces despierto? Sabes que mañana es un día importante... - Hablaba tranquilo.

- Sí, papá y yo tenemos muchas cosas que discutir. - Continuó el rubio, obviamente queriendo seguir con las acciones anteriores.

El menor miró a ambos y avergonzado confesó. - Estoy nervioso, no puedo dormir. - Susurró, sabiendo que sus padres no responderían a su pregunta. Viktor solo lo miró y lo atrajo hacía él, siendo el padre sobreprotector que siempre fue. Gustabo por su parte solo hizo una mueca de disgusto pero terminó sentándose al otro lado del niño, escuchando sus lamentos.

Tal vez fue su lado humano, tal vez Fred con su lado sobreprotector de padre que tenía, pero terminó abrazando al menor, consolando su lamento sin saber que más hacer, escuchaba como estos dos hablaban. Se sumió en su abrazo, un abrazo que le recordó a su familia perdida, a las veces que tenía que abrazar a Horacio para no caer muertos de frío. Le recordó todo eso que amaba, que lo protegía y que quería proteger sobre todo. 

Terminó durmiéndose junto a su recién descubierto hijo. Olvidándose por completo como este había arruinado su primer beso en años. 
O al menos, eso creía, porque James era su personalidad besucona y no sabía muy bien que habría pasado con Horacio, pero esperaba que nada. 

Viktor por su parte, suspiró, mirando a esos dos que lo habían traído como loco por años. Uno porque fue difícil de criar y otro porque simplemente lo había vuelto loco hasta el punto de haber creado al segundo de ojos celestes. 

Decidió cargar a su hijo a la cama, aún tenía rastros en sus mejillas de haber llorado, los cuales limpió y con un beso en su frente prometió protegerlo a toda costa mañana y siempre.

Después decidió encargarse del hombre en su sofá, pero este ya no estaba allí. Pensó que simplemente se habría marchado, Gustabo no era el típico que le gustara que mostraran sentimientos o cualquier cosa al rededor de él. 

Sin revisar ningún lado de la casa, se dirigió a su cuarto, donde la puerta al balcón estaba abierta. Salió un momento, revisando que no hubiera algún problema con el cierre y solo se la hubiera dejado abierta en un descuido. 

Pero allí estaba el rubio, mirando las estrellas, ya en ropa interior mientras fumaba un cigarro. Tenía el cuerpo cubierto de cicatrices, más aún tras la explosión que pasó. Pero, él, por muy incorrecto que fuera, seguía encontrado a ese hombre atractivo. 

¿Tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora