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Horacio llevaba meses sin salir de casa, había engordado y no quería ver tan si quiera a Gustabo. Jack realmente había hecho algo que él no creía posible, le había roto el corazón.

Llevaba días mirando el anillo de promesa que tenían ambos. Era deprimente, él pensaba que se quedarían juntos, una dulce historia de amor...

Pero no. Conway estaba obsesionado con la edad o lo había dejado de querer.

No era tonto seguir esperando un mensaje de su parte, ¿verdad? Porque se levantaba cada día a ver si había recibido algún mensaje de su parte, pero no había nada. 

Su hermano seguía hablándole de Volkov, era extraño, pues ese había sido el hombre que a él le había gustado... pero... hundió su cabeza en la almohada pensando en como Jack lo había conquistado con rosas y chocolates, como un caballero y sin hacerlo sentir una mierda.

¿Era estúpido si lo llamaba él? El mayor había dejado claro que no quería saber nada de él. Se hizo una bolita, no quería llorar pero no podía evitarlo.

Él estaba listo para  casarse con ese hombre. Quería hacerlo, era raro en él, una sola pareja, pero quería intentarlo, no solo intentarlo, hacerlo. 

Dejó que el tiempo pasara, sin querer volver a la realidad donde estaba en ese momento. Sabía que Gustabo necesitaba ayuda con la investigación, pero él no podía más.

Cansado de ese sufrimiento, y en parte porque la comida empezaba a faltar desde que Gustabo había desaparecido para "investigar", se dio una ducha rápida y colocándose un maquillaje extravagante. Salió de casa dejando el teléfono sobre la mesa.
Hoy iba a bailar hasta el suelo como si ese viejo no existiese, aunque tuviera sus kilitos de más.

Y así fue, conociendo a varios hombres y mujeres durante la noche, subiendo su autoestima después de esa ruptura.

Pero cuando le propusieron ir a pasar una "noche de diversión", él se negó. No quería eso, en mitad de su borrachera solo quería llamar a Jack, y por ello había dejado el móvil en su casa. No le apeteció coger un taxi para volver a casa y se sorprendió de ver una llamada de Conway allí, cogió el móvil corriendo tras ver la notificación, le había dejado un mensaje en el buzón de voz. Uno donde se notaba que él también había estado bebiendo y mostraba su lado más depresivo, sin cuestionarlo mucho, llamó.

Sin respuesta. 

El móvil estaba apagado o fuera de cobertura. Se estresó de sobre manera, tratando de volver a llamar, teniendo el mismo resultado. No se le ocurrió mejor cosa que llamar a Gustabo, pero este tampoco contestó. Pensó también en Volkov, Jack estaba muy unido a su hijo y a él, probó, ni si quiera le dio señal. Solo le quedó una persona; Michelle. 

Aún perjudicado por el alcohol llamó. Obteniendo respuesta. 

- ¿Qué coño quieres, Horacio? Son las cinco de la mañana. - Respondió ella con su voz molesta.

- ¿Sabes dónde está Jack? Me ha llamado y... - Escuchó un largo suspiro, cansado.

- ¿Y yo que voy a saber? Puede que este con su nueva novia. - Horacio sintió un estrujón en su corazón, a lo cual solo pudo responder "ah". Bajó la mirada al suelo y tras unos minutos en silencio, colgó el teléfono, sin despedirse.

Volvió a dejar el móvil sobre la mesa y se sentó en el sofá, dejándose caer sin ganas. Y allí, en su soledad, volvió a llorar. Creía que no le quedaban más lágrimas, pero estaba realmente equivocado. Lloró hasta quedarse dormido. 

Gustabo por su parte seguía en aquel armario, parecía que el final de esa conversación no fuera a dar lugar. Aún no había descubierto quien era el padre del menor, solo había escuchado como Viktor decía como no quería perder a su hijo y Vania había empezado a llorar, imaginándose como lo abraza. Ese ruso realmente no quería decirle quien era, pero ahí estaba, sentado en la cama con su hijo escondido en su pecho mientras le acariciaba el pelo y escuchaba suaves "lo sientos" entre sollozos. 

El rubio sintió su móvil vibrar y agradeció tenerlo en ese modo, pues hubiera sido descubierto si tuviera el sonido activado. Los Volkov no notaron nada, o eso creyó. Maldiciendo a Horacio mentalmente mientras colgaba inmediatamente.

Escuchó otro suspiro por parte del mayor de ambos, llamando la atención de Gustabo, Viktor dejó unos suaves besos en la frente de su hijo antes de hablar sin mirarlo, dejando los labios sobre la frente del menor, como si revisara si tenía fiebre. - Tu padre es... - El menor calló en completo y García casi se apoya en el armario para escuchar mejor, pero conteniéndose. - El comisario Rodríguez. - Vania lo miró a los ojos viendo como su padre solo mostraba su cara serena y seria. 

- No te creo. - Le dijo simple y mirándolo a los ojos. - A él le gustan las mujeres. Y ni si quiera me parezco a él...

- Bueno, tú dijiste que yo era tu madre, ¿no? - Seguía serio haciendo que el menor apartara la mirada. Gustabo rodó los ojos, era una mentira obviamente, incluso él había conocido a Viktor con apariencia masculina y la heterosexualidad de Greco... no la ponía en duda, pues siempre estuvo intentando formar una familia, pero... eso tenía sentido. - Él y yo acordamos que fuera inseminación artificial, pero en el último momento encontró novia y se tiró hacía atrás, dejándome solo a tu cargo. Él no quería que tú supieras esto, quería ocultarlo todo para así tener sus propios hijos dentro del matrimonio que formó. - El rubio apretaba una de las camisetas de Volkov escuchando esa historia, no terminaba de creérsela pero veía capaz a esos dos comisarios acordar tener un niño en conjunto, basado en esa "amistad". Odiaba esa maldita amistad, pero nunca admitiría que eran celos. Hubo un silencio tras un largo tiempo, minutos que parecieron horas.

- Papá... - Susurró Vania aún sin mirar a su padre. - No te creo. - Lo miró a los ojos, enfrentándose a él. - No te creo porque si hubiera sido el antiguo comisario de la ciudad, tú no tendrías ningún problema en comentármelo. - Miró hacía el armario, sabiendo que allí estaba el rubio mayor, por unos segundos para volver a mirar a su padre a los ojos. - ¿Acaso es alguien que no quieres a tu lado? Que no quieres a mi lado... - Pensó un momento. Notando a su padre disconforme con sus palabras. - No quieres que me hagan daño, entonces... ¿mi padre te hizo daño? - Viktor apartó la mirada un segundo, lo cual hizo que Vania se diera cuenta que lo siguiente que diría era una mentira. - No. - Se separó de él. - No quiero saber nada más si solo me vas a mentir... Nunca he podido confiar en ti, siempre ocultándome de las cosas... - Se levantó para marcharse.

Viktor estaba agobiado, llevando sus manos a su cara, cubriéndola y apretando con fuerza. - Gustabo García... - Susurró para si mismo, sin querer mirar a su hijo. - Es hijo de Conway... por eso me ayudaba. - Terminó mirando a Vania fijamente, este estaba en silencio y el mayor lo miró, apretando sus labios, nervioso y miró hacía otra parte. - Sí, me hizo daño, casi me mata y no, no te quiero cerca de él. - Volvió a apretar los labios mordiéndose el interior de ellos, apoyando su barbilla sobre sus nudillos mientras tenía las manos juntas. 

- ¿Soy padre? - Se dijo a si mismo Gustabo mientras llevaba una mano a su pecho en señal de sorpresa, hablando bajito manteniendo su cara de sorpresa y sus labios en o.

- ¿y por qué tenía que ser él? Casi te mata. -Volkov señaló con el dedo ligeramente a su hijo, preguntando cómo sabía él eso. - Jack me lo dijo... - Mintió rápidamente, inventándose una excusa. Viktor negó apoyado sus dedos en su frente, intentando rebajar su tensión.

- Has hablado con él, ¿verdad? - Preguntó desconfiado. Vania negó. - Yo sí que no puedo confiar en ti, Vania, regalaste información confidencial a una mafia. ¿Has hablado con él? - Repitió y vio como el menor apretaba los labios, miró el armario y agachó su cabeza. Viktor notó ese gesto y fue hacía allí con pasó firme, como si hubiera vuelto al ejercito. Miró una vez más a su hijo el cual evitaba mirarle y abrió el armario.

Lo siguiente que Gustabo notó fue un fuerte agarré tras ser cegado por la luz del cuarto, siendo para él difícil acostumbrarse al brillo de la bombilla del mismo. - Te voy a matar. - Escuchó mientras solo mostraba una sonrisa picara tras haber sido pillado.

- Maldito niño mal mentiroso, te voy a desheredar. - Fue lo único que se le ocurrió decir y ahí fue cuando temió a ese soldado ruso, su cara aseguraba que lo iba a matar. - Digo, no he escuchado nada. - Le sonrió a Viktor tratando de alejarlo con sus manos en el pecho, cayendo en una risa nerviosa. Le esperaban al menos varios golpes. Otra notificación llegó a su teléfono. - Uy, un robo... - Dijo sin mirar el aparato, intentando irse pero Volkov lo cogió por el cuello de la camisa sin mirarlo. 

Iba a matarlo, adiós a sus días.

¿Tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora