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Gustabo trataba de contactarse con su hermano. Hacia días que este no le respondía, le habían comunicado que está estaba en una misión de infiltración y el rubio temía lo peor.

Su última infiltración no había salido precisamente bien, pero eso había sido culpa suya.

El perro de Vania descansaba con él en el sofá. Viktor y él habían vuelto a discutir. No recordaba muy bien porque, mentía. Él había tratado de besarlo y el maldito ruso lo rechazó.

Ahora solo tenía el consuelo de ese pastor alemán. Escuchaba los ronquidos de su hijo por lo que decidió asomarse a la ventana para fumar un cigarro. Siendo seguido en todo momento por el can, el cual se quedaba haciendo guardia.

Un nuevo mensaje apareció en su teléfono, era una imagen donde salía Horacio en la cama con un hombre de pelo castaño que no reconocía. En el pie de foto aparecía: "la he liado, ven a buscarme". Y lo siguiente fue una ubicación.

Alzó una ceja dejando el mensaje en visto. No sabía si fiarse del que hubiera sido Horacio quien había escrito ese mensaje.
Sin embargo, tras asomarse al cuarto del ruso, viendo cómo este dormía con los brazos cruzados, se dijo a sí mismo que nada le esperaba si Horacio moría. Y con ese pensamiento en mente decidió salir del departamento con Bimbo siguiéndole. Le ordenó quedarse allí, pero, como se esperaba, el perro no le hizo caso.
Éste había mostrado como respondía a mis comandos con Vania e incluso con Viktor, pero por alguna razón este se negaba a obedecerle.

Iba tranquilamente en el coche compartiendo una salchicha con el perro, yendo a por Horacio.
Aparcó cerca de la ubicación que esté le había pasado. Donde vio como la silueta de su hermano aparecía, tratando de no hacer ruido al marcharse.

Cuando esté trato de subirse en la parte delantera del coche tanto Gustabo como Bimbo se le quedaron mirando, el rubio señaló la parte trasera tras darle un trozo de salchicha a la mascota de su hijo. - ¿Y bien? - preguntó finalmente alejándose del área.

- Digamos que... - tragó saliva mirando el retrovisor. - que... Me encontré a un hombre enmascarado con una voz realmente sexy y que... Me acosté con él tras curarle unas heridas hasta hoy en día.

- Vale, no es la primera vez que eres una zorra, pero, ¿Por qué la has liado y como que salías tan discreto si has estado con él todo este tiempo?

- Es el líder de una mafia, de una mafia enemiga... Me pone mucho pero, joder, si mató a su jefe por traición cuando descubra que soy del FBI estoy muerto.

- ¿Y por qué debería enterarse? Deberíamos matarlo y ya está. - Vio como Horacio esquivaba la mirada a través del retrovisor, mientras se quitaba el maquillaje que aún llevaba. - Eres un blando, Horasios. Si no lo haces tú, lo hará él, y antes de que eso pase, lo mataré yo. Ahora, estaría bien hacer un reporte y saber su nombre.

- Nick... - Escuchó como susurraba desde la parte de atrás. Gustabo alzó una ceja, inquisitivo. - Hunter...

Tras quedarse con Horacio unas horas, hablando del caso, decidió que era hora de volver al departamento de Viktor.
Entrando como si fuera su casa, tras haber robado más llaves de Vania, lo recibió un ruso con los brazos cruzados que solo vestía su ropa interior y una bata que cubría hasta la mitad de sus muslos.
Bimbo entró directo y fue a la puerta de la habitación de Vania. Como dándoles una privacidad que fue otorgada cuando el español abrió la puerta para que el animal entrará. - Estoy esperando. - Escuchó como el hombre de pelo gris habló, con decisión y enfado.

- ¿Y a qué estás esperando, rusito? ¿Un besito en la frente o me vas a volver a llamar loco? - y ahí seguía, su rencor, su enfado.  Lo vio levantarse del sofá, yendo contra él, no retrocedió, se quedó clavado en el suelo mirándolo a los ojos, retándole.

- ¿Dónde estabas? - Le cogió el cuello de la camisa que llevaba, en busca de alguna marca. - ¿Con quién estabas? - Preguntó al no obtener respuesta, con más rabia.

- No te importa, bombón. - Le replicó separando las manos del ruso de su cuello. Este lo empujó contra la pared, estaba celoso. Lo negaría, pero la forma en la que revisaba su cuerpo lo delataba.

El pequeño rubio estaba debajo de ese enorme ruso.  Sintiendo sus manos recorrerlo, tratando de encontrar algo que le delatara. Sin pensarlo mucho llevó sus manos a la zona desnuda del muslo, subiendo la bata con su manos, aún con su mirada clavada en el ruso. Metiendo bajo la ropa interior de este, sintiendo su humedad mientras pasaba el tiempo. - Si estás celoso, cariño, solo tienes que decírmelo - le susurró en el oído tras ponerse de puntillas, tocando donde sabía que al ruso le encantaría.

Con empujones lo llevó al cuarto, por si a Vania se le ocurría salir de su cuarto.

Viktor trataba de cubrirse mientras lo embestía pero terminó arrancándole la bata. - Déjame ver tu cuerpo, guarro. - Dijo de forma jocosa mientras le besaba las cicatrices que tenía en el pecho.

Viktor solo disfrutaba, aún enfadado pero hacía tanto que no tenía este tipo de relaciones que solo pensaba en disfrutar mientras ahora saltaba sobre el rubio.
Al finalizar, Gustabo no se esperó la bofetada que recibió, la cual resonó en toda la habitación. - ¿Dónde estabas? - Dijo limpiándose, quitando todo el glamour a la situación mientras el más joven apoyaba su mano en su mejilla golpeada mirándolo sorprendido. - ¿dónde mierda estabas, Matthias? - le gruñó.

En ese momento fue cuando el español se dio cuenta y rió lentamente. - Celoso, eh. - Se volvió a acercar a él, acariciando su pecho mientras soltaba una especie de ronroneo. Vio que este no bajaba la guardia, siempre le gustó esa faceta del ruso. - Estaba con Horacio, comisario bombón. Hablando de una misión. Pero si repetimos lo de antes puede que tal vez estuviera con alguien diferente... - Otra bofetada, esta vez más débil y luego un beso apasionado. - Y luego el loco soy yo.  - susurró contra los labios del otro y este solo le golpeó flojo mientras volvía a besarlo.
Gustabo no entendía que pasaba pero no iba a negarle esa noche al jefe de la policía.
Pues él también la deseaba, y más aún, deseaba a ese ruso de dos metros.

A la mañana siguiente el ruso preparaba el desayuno para todos. Vania lo notaba de muy buen humor, algo muy extraño, sin embargo, solo se quedó en silencio viendo cómo este incluso bailaba un poco y más extraño se le hizo cuando dejó que el rubio recién levantado se le uniera en su danza y le robara algunos besos hasta que se sentaron todos a desayunar.

Vania por primera vez se sintió feliz. Mientras sus padres hablaban animadamente con él, Bimbo estaba a su lado y Don G pedía comida si es que no la robaba.

Después de mucho tiempo, Viktor vio como Vania sonreía como un niño y reía con sinceridad. Le alegró el corazón, de sobre manera. Se sorprendió al sentir un brazo abrazando su cintura y se giró a ver al rubio que le robó un beso delante del menor.

Lo que sorprendió a Vania fue como su padre atacó los labios de ese rubio, sin vergüenza. Aceptando algo que el menor aún no entendía pero que los adultos guardaron en su complejidad.

Iban a intentarlo de nuevo. Iban a estar juntos.

¿Tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora