22

535 69 13
                                    

Volkov no sabía cómo sentirse, no cuando tenía a Gustabo peleándose consigo mismo para que sus personalidades dejarán de interrumpirlo.

El médico había dicho que la criatura que cargaba aún tenía posibilidad de sobrevivir. Viktor no lo quería, no quería volver a pasar por lo mismo.

Pero ahí estaba Gustabo, discutiendo con sus otras personalidades, al parecer él sí que quería. - Vas a dejar de trabajar. - Le comunicó finalmente Fred. - Pondré a otro comisario al mando.

- Yo no quiero al bebé. - Le dijo con frialdad. Los ojos de Fred se apagaron pero asintió con la cabeza.

- Estamos ahí cuando decidas... - Viktor solo asintió, una gran parte de él tenía miedo de que Pogo saliera. Sin embargo, no le negó el abrazo que recibió, ni los besos en la cabeza mientras lloraba.

Realmente no tenía seguro si lo quería o no, pero no le iba a dar esperanzas al rubio.
Ya les habían avisado de que si quería interrumpir el embarazo debía ser en menos de una semana, pues la semana entrante este cumpliría las semanas donde la interrupción de la gestación quedaba prohibida.

Notó como el rubio también lloraba, en silencio, como había aprendido cuando le pasaba algo en la calle. Escondió la cabeza en su pecho. - ¿Tú quieres tenerlo? - Le preguntó con calma. Su cuerpo tembló cuando notó como asentía.

- Me gustaría experimentar lo que es tener una familia. No es que pelear con Vania no sea aburrido pero tener un bebé.

Viktor se rió. - Odiaras tanto cuando llore por la noche con lo que a ti te gusta dormir.

El rubio rió un poco, lo pudo descubrir porque ninguna de las otras personalidades lo miraba a los ojos mientras le apretaba una de sus nalgas. Gustabo era el más descarado. - Tampoco lo hagas por mí, rusito. Siempre puedo adoptar a un niño chino.

Este asintió, quedándose en silencio. Mirando al que era su pareja. - ¿Por qué no me comentaste que te sentías peor? - Vio como Gustabo se quedaba en silencio, miraba al suelo y luego a él.

- No quiero perderte. - Le confesó. - Perderos. - Rectificó y se aclaró la garganta. - Si te decía que estaba teniendo una crisis, me abandonarías. - Confesó, siendo completamente sincero con él.
El silencio de Viktor hizo que el rubio reaccionará. - Me iré marchando ya, entiendo que no me quieras cerca, sobretodo, ya sabes... - Hizo un gesto con su mano en su propio estómago. - Solamente déjame saber si va a existir otro mini yo, no te pido nada más. - Se le notaba decaído, dándose la vuelta, el ruso seguía sin moverse. - ¿De verdad no me vas a coger la mano o decir que me quedé como en la películas románticas que veíamos a escondidas?

Pero Viktor ya no estaba recostado estaba de pie, tras él. Gustabo se rió un poco, después de todo su ruso sí iba a seguir el cliché. - Vamos ha hacerlo juntos, por esta vez. - Le susurró. - Tal vez... Sólo tal vez, podemos trabajar en... Esto. Juntos.

- Menos robótico, cariño, no te he entendido. - Le dijo riéndose. Volkov negó con la cabeza y se rió suave. Cogió la mano del menor y la guió bajo su bata. - ¿Que...? - Su voz se apagó cuando el ruso colocó su mano en su vientre.

- Vas a experimentar lo que es el infierno en la tierra. Tú te vas a encargar de las noches, y yo voy a seguir trabajando.

- Vamos, no puedes hacerme eso. - Se quejó sin mover su mano, acariciando el vientre plano de su pareja. - ¿Quieres que sea la mujer de la casa? - Viktor rodó los ojos. - Deberás comprarme falditas, porque voy a estar encantada, bebé. - Le susurró contra los labios para besarlo. - Gracias. - Le susurró, ahora serio. - Por darme la oportunidad de estar junto a ti.

Volkov asintió. - Tendremos que revisar tu medicación y... - Gustabo rodó los ojos. - No hagas eso, sabes que es por tu bien.

- Mira, de momento centrémonos en una cosa y luego ya la otra. Sólo he estado estresado así que lo mío no es importante. - Viktor se cruzó de brazos mirándolo con seriedad.

Se quedaron discutiendo en la pequeña habitación, de nuevo, Viktor necesitaba reposo. Y la personalidad de Fred salía cada vez que hacía algo mal. Suposo que era a causa del estrés, había estado leyendo algo sobre el trastorno de su ahora novio. Sabía que debía darle seguridad y comprensión. Aunque le hubiera gustado que Gustabo le dijera algo cuando todo empezó a pasar, pero no le diría nada, pues entendía el miedo del menor.

Conway estaba limpiando sus armas, meticulosamente mientras Horacio decidía que hacer. Usualmente estarían intentando hablar sus diferencias, al menos, el menor. Sin embargo, Jack le había dejado claro que eso se tendría que resolver en otra ocasión.

- No entiendo porque debiste meterte con él en la cama. - Horacio se giró a mirarlo, dejando de lado la ventana donde estaba.

- Me gustaba. - Le fue sincero cogiendo el arma de las manos del mayor, admirandola en cierta manera. - Me enseñó lo que era ser un hombre libre con una pareja libre. - Jack rodó los ojos. - Nick no tiene problemas en admirir su homosexualidad, me llevaba a dar paseos por el parque aunque alguien lo estuviera cazando, simplemente, se cambiaba de look. - Se sentó delante de Conway, mirándolo a los ojos. - Ya sabes, las cosas que te pedí durante años. Coge mi mano mientras caminamos, besa mi mejilla... Pero tú tienes demasiado miedo y yo no puedo con eso, Jack. Me gustaría expresarme libremente a mi pareja, tanto en privado como en público. Tener una pequeña familia, tal vez...

- ¿Y cómo vas a darle un hermanito o hermanitas a Gustabo? - Horacio se rió con suavidad.

- Cariño, ambos sabemos esa respuesta.

El silencio los resguardó mientras aún sonreían, Conway cogió la mano del francés, apretándola con suavidad, llamando la atención del menor que lo miró con cariño.

- ¿Estas seguro de esto? ¿De querer estar conmigo? Sólo soy un viejo a tu lado, Horacio.

- La edad es un número, Jack. Yo soy mayor de edad, tú... Por supuesto que eres mayor de edad. Sólo... Sólo ámame como soy y no me dejes. - Pidió bajando la mirada.

Jack se movió con cuidado y apoyó la cabeza en el hombro del más alto. Escondiendo sus ojos, Horacio besó el pelo canoso de su aún ex pareja. - Lo sé, necesito un tinte, como tú dices... - Dijo sin moverse.

- No, cari, lo que necesitamos es acabar con tu hermano porque yo le voy a dejar que él termine contigo. Así que levantate, nos vamos a la sede del FBI. - Dijo colocándose de pie cogiendo a Conway por los hombros. - Quiera o no, yo sé dónde está su base.

- Pero tú no vas a ir. Iré yo solo. - Y ahí escuchó al agente H reír.

- Ay, perla, si crees que te voy a dejar solito con otro de mis ex estás loco. Me gusta cuando se pelean por mi.

Conway solamente negó con la cabeza mientras lo seguía, ambos mirando a todas partes para ver si había algo extraño. Revisando incluso el coche por si traía una bomba.

¿Tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora