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Dos días habían pasado desde ese incidente, Viktor habían dejado que Jack se hiciera cargo de las preguntas de Vania. Esperando que respetará su decisión, sin decirle quien era ese padre. Vania salía más, por lo que no era problema para el mayor evitar esas preguntas. Tal vez lo estaba haciendo demasiado.
Ese día en comisaría había demasiado jaleo, su cabeza dolía a mares. Decidió salir a fumar un cigarro, dejando la radio encendida por si saltaba algún código 3, el cual no pensaba perderse por nada en el mundo.
Vio uno de los tantos coches del FBI que reconocía como los de Conway, por lo que pensó que sería él. Sin embargo, se sorprendió bastante de ver bajar a dos personas. El más alto iba delante, ambos encapuchados, dejando atrás al más bajo. Supuso que Jack no querría hablar después de tener que darle una charla al menor. Siguió fumando su cigarro y vio como Horacio se levantaba un poco la máscara, capaz de reconocerlo por esa coqueta sonrisa que siempre le mostraba. - H. - Saludó, cuando esté estaba lo bastante cerca para que los dos se escucharán.
- Quiero hacerte unas preguntas. - Le dijo con calma. - Es acerca de Vania. Y necesito tu cooperación en el caso.
- ¿Caso, que caso? Vania no se mete en problemas. - Estaba reacio a cooperar. Su hijo no era un delincuente.
- Volkov, o cooperas o iremos a por él. - Sonaba tan calmado que Viktor se estaba cabreando.
- De acuerdo, entrad. - Miró al más bajito de los dos, haciéndole una señal con la cabeza. No entendía porqué Conway no había hablado con él directamente.
Pasaron los tres a la sala de interrogatorios, quitando las cámaras y micrófonos.  - ¿Y bien? - Fue directo al grano viendo cómo Horacio se quitaba directamente la máscara frente a él.
- ¿Sabes algo de la novia de tu hijo? - Viktor se extrañó.
- No, no sé si quiera si tiene novia. Eso podrías habérselo pregúntale a Conway, él tiene más confianza con Vania de estas cosas. - Se sentó en la silla frente a ellos, estaba bastante cansado y ese dolor de cabeza no marchaba. - ¿Por qué?
Ambos agentes del FBI se miraron. - Queremos que tu hijo nos de información acerca de ella. La hemos encontrado con delitos menores, pero al parecer apunta a ser la reina de los moteros. Ya sabes... Armas. - Viktor frunció el entrecejo. Su hijo no solo fumaba, estaba con una delincuente. Suspiró pesadamente.
- No. Vania se queda fuera de esto. Él no tiene nada que ver aquí. - Desafío al chico que un día rechazó. - Y si quiere algo de él tendrá que pasar por encima de mi cadáver, Horacio. ¿Y usted no va a decir nada? - Se dirigió al otro encapuchado, pensado aún que era Jack, hasta que lo escuchó reír.
- No, rusky. Yo me acabo de enterar de que tienes un hijo. - Habló esa irritante voz para Volkov, su cara se quedó pálida cuando vio a Gustabo quitarse la máscara. - Hola, me presento, soy el agente del FBI Gustabo García. O tu bebé, como te gustaba llamarme, puedes seguir haciéndolo, cariño. - Le dijo con sorna, vacilando de ello. Encendió un cigarro en la sala de interrogatorios mientras se apoyaba en la pared. - Parece que has visto un fantasma. - Aún le sonreía de esa manera y escuchaba aún esa risa, la última que escuchó antes de quedar en cama con un disparo de bala. - Bien, tengo entendido que no quieres que yo me acerque al niño - El ruso apretaba sus puños por debajo de la mesa, quería matar a ese rubio. - Y no lo haré, pero... A cambio quiero info, ya sabes, sus mensajitos del WhatsApp, diciéndose cuanto se aman no me interesan, quiero cuando hable acerca de su familia.
Viktor deció levantarse de la silla, miró a Horacio y este tembló, aún siendo su superior, Volkov enfadado era muy intimidante. Sin embargo, el rubio nunca perdía esa sonrisa vacilante y expectante. - Escúcheme bien, pedazo de mierda. - Lo cogió por el cuello de la camisa, acercándolo más a él y viéndolo a los ojos con odio y rabia, o eso pensaba él. - Se acerca a mi hijo y le juro, escuche bien que soy yo quien lo mata. - El rubio solo ensanchó su sonrisa cogiéndole la mano y apretándola sobre su agarre.
- Me gustaría verlo, comisario bombón.
Ambos se quedaron mirando, retándose con las miradas pero sin soltar el otro. Horacio tuvo que carraspear varias veces. Pero no surtió efecto. Seguían igual, si uno de los dos movía un músculo parecía que empezaría una pelea. Finalmente separó a ambos con sus manos, temiendo recibir algún golpe. Vio como actuaba Volkov, estaba actuando por instinto, los miraba a los dos desafiante.
- Largo de mi comisaría, mi hijo no tiene nada que ver con su caso.
- Volkov, de verdad... No le pasará nada a Vania...
- Vete de aquí, Horacio. - Escuchó a García decir. - Yo me encargo de esto. - Pérez no estaba para nada seguro de que eso fuera a salir bien. Pero lo hizo, saliendo de allí pero quedándose en la puerta. A la espera de que pasara algo.
- He dicho que no, que mi hijo no entrará en la investigación. Es un menor, soy responsable, si quiere deténgame pero no sé acerque a él.
- Shh, ruso. - Se acercó a él de una forma peligrosa. Miró la marca de la herida  en su cabeza y la rozó con la yema de sus dedos, Viktor estaba petrificado por ese acto pero reaccionó dándole un manotazo. - Quiero disculparme, por eso. Se me fue completamente la cabeza. - Le confesó. - Bueno, ni si quiera era yo.
- Gustabo, siempre era la misma excusa. Pogo, váyase a la mierda y déjeme en paz, he hecho mi vida y vivo muy bien. Haga su vida, cuanto más lejos de mi y de mi hijo mejor. - Se alejó de él pero el rubio le cogió la muñeca derecha. Iba a decir algo pero con el tirón que el ruso dio, cortando el contacto, fue suficiente para que ambos se alejaran. - ¿Algo más acerca del caso? - Sin embargo el rubio salió de allí sin tan si quiera despedirse. Siempre la reina del drama, pensaba Viktor por su parte. Horacio  miró unos minutos a al comisario, dudando si hacer algún comentario y decidió seguir a su amigo.

Llegó a casa cansado, escuchaba risas desde la cocina, por lo que extrañado fue a ver que pasaba. Vio como su hijo trataba de cocinar junto a su novia. - Papá, has vuelto. - Dijo dejando de atender a su novia cuando vio como a su padre aparecer.

Viktor por su parte decidió ignorar el asunto en comisaria. Vania se veía realmente feliz junto a esa niña morena de ojos celestes. Cenó con ellos, tranquilo, esperando que su hijo le diera la noticia de que esa era su novia, planeando como mostrar su "sorpresa", pues él ya lo sabía.

Sin embargo, no le dijo nada. Volkov miró extrañado la espalda de su hijo mientras iba con ella a la salida. Fuera había alguien esperándola, miró por la ventana el coche, un deportivo con cristales tintados, conveniente. No sabía quién estaba dentro, eso le daba ansiedad, pues su hijo estaba muy cerca de sus enemigos. 

- Quiero que dejes de verla.  - Le comunicó cuando ambos estaban a solas. Estaba limpiando la mesa, su hijo calló un momento pero vio como su cara se arrugaba en señal de molestia. 

- ¿Por qué? - Sonaba molesto. - No, no pienso hacerlo, yo quiero a Beca. 

- No se trata de lo que tú quieras o no, es por tu seguridad. 

- He dicho que no, no es mi culpa que tu novio terminará muerto. - Viktor lo miró, tensándose mientras lo miraba. - Sé que me seguiste y yo también busqué información. - Aún seguía molesto, por lo que no calculaba el daño que podría hacer sus palabras sobre su padre. No cayó en cuenta de sus palabras hasta que no vio ninguna respuesta por parte del mayor, solo estaba sujetando la bayeta con la que había limpiado la mesa mirándolo fijamente. 

- Vania. - Dijo finalmente cuando el menor había caído en cuenta de sus palabras. - Vete a tu cuarto, estás castigado. - Fue lo único que dijo mientras volvía a su labor, aún tenso.

- No. - Se negó de nuevo. - No soy un niño pequeño, no voy a separarme de ella y no pienso dejar de salir porque tú tengas traumas con la muerte de ese hombre. Tú no me has dicho quién es mi padre, y yo... tuve que buscarlo de otras formas. 

Viktor paró, alzó su cabeza un segundo, guardando dentro su tristeza y a la vez ira. - O sea, que sabes que Beca es hija de un mafioso. - Vania miró hacía otro lado, el mayor se mordió los labios, con algo de ira, pensando en lo estúpido que había sido de defender a su hijo ante los federales.  - Dame tu teléfono. - Le ordenó acercándose a él y registrándolo. - ¿Es en serio, Vania? - Dijo al descubrir una navaja en la bota de su hijo.  Este lo miró algo avergonzado y terminó rodando los ojos. - Ve a tu cuarto, estás castigado, no hay más salidas, ni internet ni nada de contacto con esa chica. - Le ordenó. Vania fue a replicar pero la mirada de su padre fue suficiente para callar. 

Esa noche Viktor no respondió el móvil, ni si quiera a Jack. Solo se quedó en su cama, mirando por la ventana las estrellas. La mención de Ivanov lo había dejado algo tocado, no quería que ese tema volviera a la luz. Solo podía pedirle perdón en su cabeza, no solo por su muerte, sino, por haber traicionado el amor más puro que tuvo hacía él. 

¿Tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora