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Ese día Vania y Viktor habían discutido. Ahora el menor se encontraba haciendo sus tareas en la comisaría. Su padre no lo estaba ocultando como antes y no entendía el porqué, pero él extrañaba estar en la sede del FBI.
Echaba de menos tener clases de tiro con Conway, eso sí era divertido, y no estar haciendo los deberes de música. Era su fin de semana y no podía ni quedarse en casa o ir donde quería.
Mientras tanto en la sede era todo lo contrario, Horacio estaba de lo más feliz haciendo el gilipollas con Gustabo mientras Conway los miraba algo separado de ellos.
Gustabo notaba raro a su padre, Jack se mantenía más alejado que de costumbre.
No fue hasta el medio día que descubrió, o pensaba que había descubierto cuando vio como Horacio intentaba besar a su padre. García solo abrió de sobremanera sus ojos y carraspeó, haciendo que esos dos se separaran en el acto. - Horacio, eres un guarro, entre todos los hombres, ¿tenías que intentar algo con mi padre? ¿Qué pasó, wacho? ¿Te rechazó otra vez el rusky? - Se mofaba de él, viendo cómo Horacio estaba rojo y el mayor de todos gruñía bajito. 

- Gustabo... mira... - Empezó ha hablar despacio el chico de la cresta. - El ruso no me ha rechazado, pues... tu padre y yo... llevamos... - se cubrió un poco la boca. - cincoañosjuntos - dijo deprisa, intentando que el menor no lo entendiera. Sin embargo para su mala suerte, el rubio lo entendió.

- ¿Llevas cinco jodidos años con mi padre y no has podido decírmelo ni una jodida vez? - Y ahí estaba la reacción que esos dos esperaban, Jack estaba preparado para detener a su hijo de atacar al otro, sabiendo los antecedentes que esté tenía con su agresividad y múltiple personalidad mal controlada. - La tiene pequeña, ¿verdad? - La pareja se miró entre ellos. - Tranquilo, eh, aunque sea mi padre puedes decírmelo, sé que te va a tener a dos velas con eso de que ya es un viejo. Pero, dime una cosa, ¿las citas las concretáis por mensaje o por ouija? - Horacio no pudo evitar reírse por el comentario de su mejor amigo. Vio como Conway desenfundaba la porra, a punto de pegarle. - No, no, viejo, esa porra roza tan si quiera mi piel y me dejo de tomar mis pastillas, y te la lio, eh, te juro que te la lio aquí en mitad de la sede como Pogo no pudo hacer el día de la iglesia. - El mayor se detuvo en seco, mirando al rubio, con algo de miedo interno. 

- Ni se te ocurra, subnormal. - Fue lo único que dijo antes de marcharse, dio una última mirada a Horacio, una mirada que Gustabo no pudo descifrar con exactitud, más bien era algo que le trataban de ocultar, o tal vez era su mente volviendo a jugarle malas pasadas. Ya casi era la hora de que se tomara su medicación.  Cuando al fin se quedaron solos, el rubio miraba al joven de la cresta, con seriedad. - Supongo que ahora te puedo llamar papi. 

- Tú siempre puedes llamarme como quieras, bebé. - Bromeó junto a él y sin más volvieron ha hacer el tonto.


Conway fue a visitar a Viktor, para hablar y estar lejos de las tonterías de esos dos. Tenía suficiente con soportar a Horacio por las noches y ver esas tontas películas cursis... pero que terminaban bastante bien, y no precisamente por las películas. 

Él había estado cortejando con el menor poco después de que estuvieran en una misión, donde Horacio se quedó a su lado mientras él estaba en cama. Ahí volvió a sentir una pequeña calidez mientras este estaba ahí, tan solo sentado en la silla del hospital y hablando tonterías. Reconocía que ese joven hacía que su viejo interior se riera y sonrojara a la vez. 

No es que llevaran su relación en secreto precisamente, pero preferían hablar de ella solo con la gente cercana. Aunque Jack sentía que Horacio podía conseguir a alguien más joven, y aún seguía dándole celos cuando lo pillaba hablando a solas con Volkov, sin embargo, no decía nada. Sabía que el chico de la cresta volvía locos a muchos a su alrededor y él lo aceptaba así. ¿Qué más podía hacer un carcamal como él? Tras su muerte el joven encontraría a alguien mejor seguro. 

Paró de pensar en esas cosas cuando Viktor mando a Vania al sofá, era obvio que el chico estaba aburrido. - Volkov, déjame llevármelo, no le pasará nada, además, míralo, si parece un muerto en vida. - El ruso solo lo miró con mal humor y mientras veía cierta emoción en el menor vio como Volkov movía sus labios en un claro pero silencioso no. - En serio, no iré a la sede y además, esos dos están haciendo... - Viktor le cubrió la boca con una mano y Vania los miró extrañado, con una mueca de confusión, arrugando su frente y frunciendo los labios.

- Ni una palabra más. Conway. - Le susurró algo amenazante. - Vania se quedará conmigo, si quiere pasar tiempo con él, tendrá que ser dentro de está comisaria, y mejor aún, en la segunda planta. Nada de ir a la primera. - El menor suspiró, cansando mientras jugaba con su nintendo switch y Jack rodó los ojos.

- Te estás pasando, Volkov... - Le dijo aún con esa mano cubriendo su boca. - Es un adolescente, tan si quiera lo dejas tener amigos por si acaso le pasa algo. No tiene vida.

Y ahí es cuando empezaba otra discusión, donde el menor deseaba que el ex-superintendente ganara. Cosa que nunca pasaba.

Vania miraba la ciudad desde el coche, como siempre, su padre había ganado. Se sentía como un pájaro enjaulado, lo único que hacía era estudiar y estar con los dos adultos.  - ¿Por qué no puedo tener amigos? - Le preguntó a su padre mientras veía a un par de adolescentes huir de la policía. Viktor lo miró de reojo, sintiéndose ciertamente culpable.

- Vania, puedes tener amigos. - Le dijo con tranquilidad, sabiendo cual sería la próxima respuesta. 

- No puedo salir con amigos, por lo que nadie quiere ser mi amigo, además, ser el hijo del comisario Viktor Volkov no es fácil. Todo el mundo cree que si cometen un delito estando yo presente los reportaré y se irán directos a la federal. Además, tampoco es que sea muy buena idea mandar a un patrulla a por mi a la salida de la escuela... Es vergonzoso... - Susurró lo último.

- Vania, ¿qué tiene de malo lo del coche patrulla? Yo hubiera matado porque mi padre hubiera venido a por mi en un coche policial. - Mintió, mordiéndose un poco la lengua. 

- Papá, yo no soy tú. - No levantaba la mirada de las afueras. - Quiero salir, quiero tener amigos, ir a fiestas. Ser un adolescente normal. - Viktor se sentía culpable.

- Vale. - Vio como su hijo se removía en su asiento, con algo de ilusión. - Podrás salir. Con una condición. - Vio el brillo en los ojos de su hijo y una pequeña sonrisa se le escapó. - Llevarás GPS.

- Oh, venga ya. - Bramó dejándose caer en el asiento de nuevo, se había incorporado demasiado por la ilusión. - No soy un agente, papá, no voy a gritar QRR.

- Bueno, pues tal vez deberías. - Aparcó el coche y bajando de este pensativo lo volvió a mirar. -  Tal vez necesites tu propia radio. 

- ¡Ohg, papá! - Se quejó entrando corriendo en casa mientras escuchaba a su padre reír con suavidad. - Pero... ¿puedo salir? - Preguntó finalmente, mirándolo. 

- Sí, pero solo hasta las nueve, fines de semana y quiero los deberes hechos antes de irte. - Su hijo saltó a sus brazos, abrazándolo. - Y nada de drogas o pasas la noche en el calabozo. - Lo amenazó un poco y este rodó los ojos, sacando su móvil con un pequeño gatito colgando de un hilo, cortesía de su padre. Le acarició el pelo, removiéndoselo. Le gustaba ver a su hijo feliz, aunque seguía teniendo miedo, y el móvil de su hijo ya tenía un GPS, sin que este lo supiera.

¿Tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora