Diana se pasaba las noches en vela desde que Sophie Lachance le contó toda la verdad sobre sí misma.
Iba a la universidad cada día de peor humor, arrastrando los pies al caminar y con las ojeras más largas y oscuras que nunca.
Su madre, Javier y su hermana habían notado aquel cansancio que cada vez se hacía más visible físicamente. Después del cumpleaños de Andrea, casi nadie la veía muy a menudo porque se encerraba cada día a leer la colección que mamá y Diana le habían comprado, pero a pesar de eso, hasta ella se dio cuenta del mal aspecto de su hermana.
Diana simplemente no podía obviar aquello, no podía pensar que fuese algo normal, no podía evitar tener miedo. Lo mejor sería seguir su vida normal, tan normal como pudiese, y no preocuparse tanto. Al fin y al cabo, Diana llevaba dieciocho años sin saber nada de brujería ni mundos mágicos.
Aquel día, había quedado con Marc en la entrada de la universidad. Iba vestido con una camiseta de rayas de los colores del arcoíris y pantalones negros. Estaba apoyado en una farola y se estaba haciendo un cigarro de liar.
Marc era un chico bajito, con el pelo castaño y la piel bronceada, sus ojos también eran castaños y tenía las pestañas más largas que Diana había visto jamás.
Cuando la vio, sonrió ampliamente haciendo una mueca muy tierna y mostrando la separación tan característica de sus dientes.
-¡Diana! ¿Como estás? Últimamente te veo tan cansada...
-No te preocupes, simplemente me cuesta dormir.
Marc no le dio más vueltas al tema. Caminaron lentamente hasta el edificio universitario. Se separaron cuando llegaron al pasillo principal, cada uno se fue por un lado.
Al entrar en el aula, se dio cuenta de que todos estaban demasiado animados.
"¿Que les pasa? ¡Son las 8 de mañana!"
Diana necesitaba dormir, sentía como si sus parpados estuvieran atados a unos hilos manejados por duendecillos que estiraban de ellos hacia abajo, haciendo que ella los cerrase.
No podía más, debía dormir, le daba igual perderse la clase, de echo, no tenía fuerzas ni para poner su movil a grabar en audio lo que Albert Serrano, el profesor de Ciencia Política, iba a explicar.
Cayó rendida sobre sus brazos cruzados en el pupitre y se durmió.
•──•─•──• ✦ •──•─•──•
Despertó y ya no estaba en su clase de la universidad, estaba en un lugar en ruinas, bajo un tono rojizo, y el olor era a pólvora, era el Edén.
"Esto debe ser un sueño, aunque nunca antes había estado consciente en un sueño"
Pero no se parecía en nada a lo que le había enseñado Sophie Lachance, todo estaba destruido. A lo lejos se podían ver los edificios que vio cuando estuvo allí, pero habían envejecido mucho tiempo, estaban descuidados, como si ya nadie habitase el Edén.
Diana comenzó a caminar en dirección a la ciudad, movida por una curiosidad inmensa.
Cuanto más se acercaba, más difícil era respirar. La que parecía una modernísima ciudad estaba bañada en una nube de humo gris que a penas dejaba visibilidad.
A lo lejos, Diana escuchó gritos aterrorizados, y como siempre, fue corriendo hacia ellos para ayudarles, aunque no pudiera hacer nada, formaba parte de su personalidad ser tan abnegada.
Cuando por fin llegó al epicentro de los gritos, cientos de personas manchadas de hollín y sangre, huyendo despavoridas de algo que Diana no podía distinguir.
-¿Que pasa? ¿Cuál es el problema?
Diana le intentaba preguntar a las personas que estaban corriendo, pero, sorprendentemente, no solo no la escuchaban, tampoco la veían, y por si eso fuera poco, pasaban a través de ella.
Diana, sorprendida, se empezó a palpar su propio cuerpo, hiperventilando, ella sí lo podía sentir. Miró a sus lados, alarmada, ¿porqué nadie la podía ver?
Decidió correr hacia de donde salía la gente. En su camino, se cruzó con un hombre joven, rubio, muy blanco y alto, era el chico que había visto en la Corte del Edén, Konstantin. Él no parecía estar huyendo, aunque sí estaba asustado.
Tenía la frente manchada de sangre que le brotaba de la cabeza, se había hecho una brecha y estaba ayudando a la gente a salir de allí. El ruido de los gritos era tan ensordecedor que Diana no podía escuchar lo que decían.
Pasó corriendo por su lado, dejándole atrás, buscando quién o qué estaba provocando aquel desastre.
Se metió por uno de los callejones por donde salía la multitud, corriendo a contracorriente, sin saber que le iba a suceder.
Salió del callejón y se encontró que todos los edificios que habían detrás del que acababa de pasar estaban en llamas, unas llamas muy calientes, que prácticamente lo derretían todo.
Diana lo comprendió, no estaban huyendo de nadie, estaban huyendo de las llamas. Ella misma se empezó a ahogar mucho con su humo y se mareó por todo el sonido que prácticamente era ya un pitido incesante en su cabeza.
Se sintió demasiado exhausta para seguir a la marea de gente asustada y tropezó, cayendo al suelo, esperando que las llamas la tragasen.
•──•─•──• ✦ •──•─•──•
-Oye, ya ha terminado la clase.
Isaac Martín, un compañero de su clase, le dio una pequeña sacudida para despertarla.
Diana abrió los ojos y se dio cuenta de que todo había sido un sueño, no había sido real, no existían las llamas, ni los gritos, solo un simple sueño, causado por su subconsciente.
Le agradeció a Isaac el haberla despertado, recogió las cosas del pupitre y se levantó. Ya no estaba nada cansada, de echo estaba muy despierta.
Se sentía como nueva, como si en una hora hubiese recuperado el sueño de dos semanas sin dormir. Se dirigió al baño y se miró al espejo. Tenía un aspecto mucho más saludable que antes, ya no tenía ojeras y su palidez había desaparecido, cobrando su tez un bronceado veraniego.
No entendía como había pasado aquello, pero si con dormir una hora en clase se arreglaban todos sus problemas iba a empezar a faltar a todas las clases.
Al salir del baño, se cruzó a Marc:
-¡Hey! Oye que guapa estás ahora eh, ¿que te ha hecho el señor Serrano? - Marc preguntó aquello guiñandole un ojo.
Diana respondió con un codazo amistoso, se cogieron del brazo y comenzaron a caminar hasta la siguiente clase.
ESTÁS LEYENDO
El Jardín del Edén
FantasyDiana, Janis, Nicola y Sophie heredaron la poderosa magia de los elementos, agua, aire, tierra y fuego de una antigua profecía del mundo mágico del Edén. Juntas deben fortalecer sus poderes para enfrentarse a la terrible profecía de las Herederas d...