4. La extraña pareja

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Diego y Sophie llevaron a Janis al apartamento céntrico en el que vivían. Ambos se pusieron a hacer todo tipo de cosas juntos. Esta no podía dejar de observar aquella dinámica que formaban juntos. Se complementaban a la perfección. No necesitaban hablar para entenderse. A Janis le pareció una danza, era casi artístico.

-Vosotros... ¿Qué sois?

Los dos se pararon en seco y la miraron, luego entre ellos, y se echaron a reír fuertemente. Janis sintió entre confusión y enfado. ¿Acaso se estarían riendo de ella? ¿Tan obvia era la pregunta? No podían ser parientes, sería un milagro de la genética, pero bueno, con todo lo que había visto hasta aquel momento, tampoco le sorprendería.

Sophie se acercó a ella, que estaba sentada en un sofá de cuero marrón que había en el centro del salón. Se sentó a su lado y la miró a los ojos.

-Es mi marido.

Janis no pudo evitar mostrarse sorprendida y desconcertada a la vez. "¿Cuántos años deben tener? ¿Por qué se casaría alguien con esta edad? ¡Ni que estuviéramos en los años sesenta!"

Diego se empezó a reír desde la cocina y Janis pensó que era una broma, pero no lo era, lo pudo escuchar en los pensamientos de aquel brujo de voz grave y profunda.

"¿Por qué será tan sorprendente para la gente del mundo humano?"

-Estamos complementados porque las bodas del Edén son diferentes a las del mundo humano, pero eso ya lo sabes, ¿no?

Janis negó con la cabeza, su abuela nunca le contó detalles de aquello porque no quería asustarla.

-Bueno, es una ceremonia genial, es prácticamente un juramento en el que tú y tu pareja unís vuestros corazones y el alma. - Janis puso cara de asco, y Sophie, que parecía tener telepatía también, volvió a soltar una carcajada - No pongas esa cara, existe el divorcio también, no somos tan rudimentarios en el Edén.

Janis se sentía como una niña pequeña, aquellos extraños desconocidos la habían llevado a su casa y le estaban preparando la cena mientras ella se sentaba en su sofá encogida y vergonzosa.

"¿Qué me pasa? Yo no soy así, no me empequeñezco ante nadie, además, en realidad, no les debo nada, no le debo nada al Edén, que me dejen en paz, todo eso de la profecía es una gilipollez, y pensar que me lo estaba pensando..."

-¿Cómo me encontrasteis?

-Soy... Bueno, la encargada de encontrar a las herederas de los elementos, algo se acerca, pero no sé el qué.

-¿Por qué tú?

-Porque además de ser la bruja Ignis, es hija de Bael, y algún día reinará en el Edén.

Diego trajo tres platos a la mesa y se sentó en una de las sillas, les hizo un gesto para que se sentaran con él.

La cena no era un plato elaborado, era una pizza de supermercado, pero Janis tenía tanta hambre que le pareció la comida más sabrosa del universo.

-Cuéntanos, ¿por qué no quieres saber nada del Edén?

Cuatro ojos azules estaban mirándola inquisitivamente, esperando ansiosos su respuesta. Janis resopló, gente como ellos no podían entender lo que realmente significaba la libertad, seguramente siempre habrían estado sometidos a las normas del Edén y no habrían conocido nada más.

-No quiero casarme y tener hijos con alguien por miedo a traicionar al Edén.

Otra vez, aquella mirada cómplice entre los dos, la estaba empezando a odiar. Janis estaba manteniendo el control sobre sí misma bastante, ella solía saltar a la mínima y era bastante impulsiva, pero no era tonta, dos brujos experimentados contra ella... Tenía pocas posibilidades.

El Jardín del Edén Donde viven las historias. Descúbrelo ahora