Janis estaba sentada en un banco de piedra en Nit de llum, esperando a su novio Alejandro, que todavía no había salido de trabajar en la librería. Ella había llegado demasiado pronto, pero no le importaba estar sola en aquel descampado.
Mientras esperaba, para no aburrirse, no podía evitar utilizar sus poderes y levantar una ligera brisa, dirigida por la punta de sus dedos. Era como dirigir una orquesta.
Desde muy pequeña, todos en su familia, en especial su abuela, le habían inculcado la importancia del mundo mágico del Edén y sobre todo la importancia de su especie, los brujos de aire.
Los brujos de aire no se mezclaban con otras especies por una razón determinada, no era que se creyeran superiores, era por supervivencia de la especie.
Tiempo atrás, cuando Edén estaba en guerra, algunos brujos se casaron y tuvieron hijos con humanos, pero sus hijos no tenían poderes, nacían como humanos normales, indefensos en el mundo del Edén, y fueron ejecutados junto a sus hijos.
Se pensó que habían cometido traición al eludir sus responsabilidades como brujos, y desde aquel momento, los clanes del aire siempre habían estado unidos por matrimonios. En el nuevo Edén todavía quedaban rencores por una guerra de hacía mas de tres mil años.
Alejandro era el motivo por el cual Janis no quería saber nada del Edén, si nadie sabía quién era, nadie podría "castigarla" por traición.
Mientras jugueteaba con la arena del suelo, levantándola con el aire, vio a lo lejos una figura de un hombre negro, vestido de negro.
-Mierda.
Janis pensó que era otro brujo de aire, enviado por su abuela para secuestrarla y enviarla lejos de Alejandro.
No se movió del sitio, estaba preparada para enfrentarse a él, pero a medida que se acercaba, le vio el color de sus ojos, eran de un tono azul muy frío, parecían de cristal.
Un brujo de agua.
Janis poseía una capacidad que ningún otro brujo poseía, tenía telepatía, podía conocer los pensamientos de las personas a su alrededor. Los brujos de aire tenían eolokinesis, es decir, controlaban el elemento del aire, pero nadie podía "leer mentes".
Janis descubrió este poder a la edad de doce años, ya habían pasado diez, y desde entonces había aprendido a controlarlo. Al principio, le llegaban voces de todas partes, era como si nadie le dejase de hablar nunca, esto le provocaba dolores de cabeza, pero jamás se lo dijo a ningún familiar, sabía que no era normal, y cuando algo no es normal ni siquiera para el mundo mágico, hay un problema.
El chico miraba en todas las direcciones, buscando algo, inquieto.
"No veo a Sophie, si es ella y no está receptiva, quizá me haga daño".
Janis arrugó el rostro, ¿quién mierdas es Sophie?
Sintió una electricidad por todo el cuerpo, había una presencia más allí, una presencia más especial. Se levantó de golpe del banco lleno de grava y se concentró en escuchar los pensamientos de quien fuese.
Nada, era como si hubiese alguien, pero su mente no le podía detectar.
-Tranquila, venimos en son de paz.
No se había dado cuenta de que el chico, de unos veinticinco años, se había detenido a una distancia prudente de 10 metros.
-¿Quién eres?
-Me llamo Diego, venimos en son de paz.
Su voz era demasiado profunda, grave, parecía aquellas voces de doblador de películas, era bastante atractivo.
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El Jardín del Edén
FantasyDiana, Janis, Nicola y Sophie heredaron la poderosa magia de los elementos, agua, aire, tierra y fuego de una antigua profecía del mundo mágico del Edén. Juntas deben fortalecer sus poderes para enfrentarse a la terrible profecía de las Herederas d...