11. El abandono

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Sophie Lachance fue a visitar a Janis inmediatamente después del encontronazo con la madre de Nicola.

Cuando Janis abrió la puerta de su piso saludó vagamente, pero no estaba sorprendida, ya sabía que Sophie volvería a por ella:

-Hola, ¿quieres algo?

Sophie entró, el piso estaba tan elegantemente distribuido que no pudo evitar pensar que Janis tenía mucho dinero.

-¿Vives sola?

-No, - dijo ella, negando con la cabeza - mi madre también vive aquí, y mi abuela.

-¿Y tu padre?

-Murió.

A Sophie, que no solía quedarse callada ante nada, se le cerró la boca de golpe. Janis se dio cuenta y puso los ojos en blanco.

Según su pensamiento, la muerte era algo natural, todos iban a morir algún día, y odiaba la cara de culpa que todos ponían cuando decía que su padre había fallecido, simplemente no podía aguantarlo.

-Tranqui, no tienes que sentirte mal, murió cuando tenía un año o así, en una misión del Edén, no me acuerdo de él y no me entristece que me pregunten.

Aunque ella intentaba hacer creer a todos que esta era la realidad, ella sabía perfectamente que en realidad sí estaba un poco herida, todo por culpa del estúpido reino del Edén.

En aquel momento se dio cuenta que probablemente fuera el padre de Sophie quien le diera la misión a su padre por la que murió.

Murió en una explosión cerca de las puertas del Infernum, una especie de cárcel para los seres mágicos que incumplen las normas del Edén.

Por lo que le ha contado su abuela, su padre fue a negociar un trato con una de las almas del infierno, alguien a quien habían condenado y su caso estaba en revisión por buena conducta, pero todo resultó un engaño para escapar que terminó con su padre muerto.

Enfureció un pequeño momento con Sophie.

-Necesito tu ayuda.

"¿Tu padre mató al mío y ahora vienes a pedirme favores? ¡Vete a la mierda!"

Janis apretó los puños y le preguntó que quería con el tono más amable que pudo en ese instante:

-¿Que quieres?

Sophie pareció molesta, pero no le impidió continuar hablando. Janis pensó que Sophie era de ese tipo de personas tan cabezonas que no paraban de insistir hasta que conseguían lo que querían.

-Quiero que vengas conmigo a por la última de las herederas, y te necesito porque juntas somos más fuegtes.

Janis arqueó la ceja, todo aquello le parecía un embuste y no iba a dejarse engañar tan fácilmente, nunca más.

-Ven, y te demostraré que es cierto, nuestros poderes se complementarán.

Janis se acercó a la puerta, la abrió y le señaló a Sophie el rellano, para que se marchase.

Sophie no se movió del sitio y de pronto la puerta se cerró con un ruido abrupto, la chica francesa parecía realmente enfadada.

-¡Tranquilízate! Simplemente no confío en tí, no tengo motivos para hacerlo, ¿no lo entiendes o que?

Aquello se iba a transformar en una discusión mágica, Janis pudo ver que Sophie era bastante impulsiva, y en una batalla mágica, ella tenía las de perder.

Su poder era leer mentes y justamente no podía penetrar en los pensamientos de esa chica, mientras que su adversaria podía mover objetos con su jodida mente.

El Jardín del Edén Donde viven las historias. Descúbrelo ahora