capitulo 4

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Altos los cielos en los cuales él dormitaba, protegido de cualquier cosa, como ser divino, ningún ser se atrevía a tocarlo, pues era protegido por un demonio albino, mandado por la luna, caritativa y amorosa; que lo amaba como a un hijo, aunque eso no fuera.

-¿Que quieres?-pregunto el joven de ojos dorados-no crees que ya deberías dejarme solo Sesshomaru?-dijo dándose la vuelta-.

-Es mi deber cuidarte-respondió el joven-te tengo que cuidar y proteger-

-No crees que ya tengo suficiente edad como para cuidarme solo!-le dijo algo enfadado-.

-Inuyasha, tu bien sabes que en el mundo de los mortales, eres una de las cosas más cotizadas, para ellos eres un milagro, algo que desean tener a toda costa-le dijo acercándose un poco-.

-Lo sé, pero podrías dejarme por un momento ¡solo¡Siempre estas tras de mí!-le dijo sin mirarlo-.

-No puedo hacerlo, además ya deberías haberte acostumbrado-.

-Sí, aja, casi 100 años contigo-dijo-ha sido un fastidio-murmuro-.

-pues ni modo-dijo tranquilamente-¿A DONDE VAS!-grito viendo que salía del recinto- SABES QUE NO PUEDES SALIR POR EL…-.

-¡PUEDO HACERLO¡Y LO HARE!-dijo cerrando de un portazo, dejando a Sesshomaru con la palabra en la boca-.

Inuyasha caminaba por los jardines de ese palacio ancestral, las estrellas fugaces pasaban sobre él, alumbrando con su brillo todo el lugar; miro al frente, un pequeño lago con una pareja de cisnes en el centro, una de las pocas criaturas mortales que podían habitar en ese lugar sin problemas. Ciertamente les tenía envidia, podían estar en su mundo y en el de los mortales, eran libres de irse cuando quisieran, al contrario de él, que se sentía enjaulado en su propio hogar.

-Quisiera que por una ves, me dejaran a mi, escoger el lugar en el que quiero estar-dijo mirando el cielo estrellado-y poder ver a los mortales de cerca¡no solo verlos! Hablar con ellos, pero…-agacho la vista-no puedo-.

Desde los ventanales del palacio, Sesshomaru observaba al joven, comprendía su tristeza, pero que podía hacer? Solo era su protector, no podía desobedecer las órdenes dadas.

-Me duele verte así, pero no puedo hacer nada-dijo para luego darse la vuelta y desaparecer en las sombras-.

Ahome estaba recostada en su cama, ya había echo todas sus tareas, ahora estaba recordando todo lo que había ocurrido, como se había dado cuenta de que el espíritu de la luna, por así decirlo, era verídico, y además se eso, le había dado algo.

Se movió en su cama, volteando a ver a su buró, ahí, en una florero rosado, se encontraba la pequeña y hermosa rosa blanca, siempre manteniendo ese brillo que le cautivaba.

-Inuyasha-pronunció levemente-ojala te vuelva a ver-miro el reloj, eran las 2 de la tarde, en unos momentos su madre le hablaría para comer, y luego tal vez, leería un rato, y se iría a dormir.

-¡HIJA¡A COMER!-grito su madre desde la planta baja, Ahome sonrió y se levanto-tan puntual como siempre-se dijo a sí misma antes de salir de su cuarto-.

Inuyasha se encontraba sentado en una roca, estaba lanzando unas piedras al lago, no había mucho que hacer en esos momentos, miro a los cisnes, se encontraban tan tranquilos, parecía como si nada les preocupara.

-como los envidio-les dijo mirándolos mientras ambos lo volteaban a ver y extendían sus alas, y emprendían vuelo-tan libres como el viento-.

-¡INUYASHA!-grito Sesshomaru desde el palacio-.

Inuyasha ni se inmutó, no quería hablar con él, que no entendía las palabras "¿quiero estar solo?".

-¡INUYASHA¡HAZME CASO!-grito nuevamente al ver la negación del muchacho-.

-¿Que quieres?-grito sin voltearlo a ver-.

-¿NO QUIERES COMER ALGO!-le pregunto sonriendo, conocía demasiado bien a ese joven, como para no saber que su estómago era su punto débil-.

-¡No¡No tengo hambre!-grito mientras tomaba otra roca y la lanzaba la lago-.

Sesshomaru se quedó sorprendido, desde cuando él se negaba a la comida, de verdad estaba enojado

-De verdad…¿no tienes hambre?-pregunto dudoso-.

-¡NO!-contesto cortantemente-.

Sesshomaru desistió, dejarlo otra hora a solas tal vez le bajara el mal carácter que estaba obteniendo.

Estaba frente al computador, extrañamente el tema de Inuyasha ya le había interesando demasiado, deseaba saber más!

-Ya tengo suficiente información¿para quiero saber más?-se pregunto a sí misma mientras abría una nueva página-.

La luna se ha tornado de un color rojizo, varias personas de la región temen, intentamos averiguar el por que, pero ninguna nos dicen, solo nos responden que tengamos cuidado, que algo malo va a ocurrir. Al otro día ocurrió un terremoto en la ciudad de Kobe, fue 7.9 en la escala de Richter, hubieron más de 539 muerto y poco más de 963 heridos, la ciudad de Kobe jamás olvidara dicho accidente, pero nosotros sabemos, que tuvo algo que ver, con el color que la luna obtuvo una noche antes.

-Que noticia tan interesante-murmuro Ahome saliendo de esa página y entrando a otra-.

Jóvenes de la Universidad de Harvard investigan uno de los casos astrológicos más extraños; la luna ha tomado un color azul muy pálido, y al otro día hubo un huracán de gran magnitud.

-Hmp-fue lo único que dijo antes de cambiar de página-.

La luna toma un color amarillento y al otro día hubo una sequía que afecto a más de…

-Aburrido-dijo Ahome cerrando la página-.

Busco alguna noticia interesante, pero ninguna decía lo que ella necesitaba.

-¡En ningún lado dice que la luna se pone rosa!-grito enojada y cerrando todas las páginas abiertas y apagando la máquina; para luego lanzarse a la cama y agarrar su almohada-.

-Será mejor que ya me duerma, o si no llegare tarde a la escuela mañana-dijo bostezando y cerrando lentamente sus cansados ojos-.

Inuyasha ya se había artado de estar sentado viendo el lago, sin contar que ya tenía hambre, de mala gana se regreso al palacio, donde Sesshomaru ya lo esperaba.

-El caprichito se tardo en quitársete- dijo cortando un pedazo de carne-.

-Cállate-dijo sentándose y comenzando a comer-.

Sesshomaru no quiso seguir hablando, era mejor comer en silencio que comer peleando, y más si con el que se peleaba era un terco sin remedio.

-Ya termine-dijo levantándose y saliendo del comedor-.

-¡Ya perdiste tus modales!-le grito algo enfadado-pero el chico ni siquiera lo volteo a ver-.

Inuyasha estaba mirando por la ventana, solo esperaba a que la luna estuviera en su punto más alto para poder salir ya de ahí, alejarse un poco de su "nana" y estar tranquilo al fin.

-Vamos, vamos-murmuraba mientras la luna subía lentamente por el cielo estrellado-.

Al fin estuvo en la parte alta, y de un salto salió de su habitación y cayó sobre el reflejo de la luna en el lago y desapareció en este.

-Deberías tener una oportunidad de conocer el mundo de los mortales, y saber como en realidad es-dijo Sesshomaru viendo como el joven desaparecía en el lago-para que entiendas que aquel mundo, no es al que perteneces, aunque allí hayas nacido-dijo dándose la vuelta-.

HIJO DE LA LUNA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora