La camioneta iba a toda velocidad por el pequeño sendero que conducía al Fuji. Era bastante obvio los significados de los semblantes de los pasajeros: angustia, confusión, dolor, preocupación. Tenían poco más de quince minutos manejando, a lo lejos se podía distinguir el gran monte, mientras que la anciana comenzaba a contar todo lo que sabía sobre el joven que horas antes había desaparecido a manos de un extraño albino.
-No tengo muy buena memoria como antes, pero recuerdo lo principal.
-¿O sea?-
-Se habrán dado cuenta que InuYasha es el Hijo de la Luna, Sesshoumaru, el encargado de protegerlo y aunque les parezca algo tonto y sin sentido, la Luna es su madre.
-Que estupi…
-No digas nada Miroku, sé lo que dirás, así que mejor guárdate tus comentarios si no quieres que te golpee como en la mañana-amenazó su abuela mirando a su nieto por el rabillo del ojo.
-Hai…
-Bueno, he conocido a InuYasha desde que tengo memoria, siempre habíamos estado juntos…
Una pequeña niña jugueteaba entre unos campos, su madre un poco más alejada, sentada bajo un árbol, cuidaba a su hijo más pequeño, que apenas tenía cuatro meses de edad y hacía pucheros de vez en cuando.
-¿Kaede?-
Nadie contestó.
-¡Kaede!-gritaba la mujer poniéndose de pie y buscando a la niña con la mirada, sin ningun resultado-¡Kaede!-
Cerca de los árboles que llevaban al bosque, la pequeña se detenía y miraba, era un lugar muy solitario e inclusive le estaba causando miedo, y ni ella sabía por qué había querido meterse en aquel solitario lugar.
-¿Dónde estoy?-decía dándose la vuelta y mirando a su alrededor-¿Y mi oka-san?-
-Pequeña¿Qué haces tan solita?-se escucho una voz infantil tras ella.
Al instante dio la vuelta, encontrándose con un niño, de unos trece años de edad. Estaba recargado en un árbol y la miraba fijamente con esos penetrantes ojos dorados. A pesar de la edad, esos ojos eran fríos pero teníal algo de bondad en lo más profundo, como si sólo las personas puras pudiera distinguir ese nítido resplandor de cariño.
-¿Quién eres?-preguntó con miedo, retrocediendo.
-Me llamo InuYasha¿y tú?-
-Soy Kaede, mucho gusto-dijo viendo que el chico era buena persona.
-El gusto el mío pequeña-decía acercándose y sonriéndole a la pequeña.
-¿Dónde estamos?-
-Cerca del bosque, llegando al lago.
-Oh¿no has visto a mi mamá?-
-No¿cómo es?-
-Es alta, de pelo café, muuuy bonita-decía con una gran sonrisa,
-¡KAEDE!-
-¿Es ella no?-pregunto InuYasha, girándose hacia donde provenía la voz.
-Sí, pero, no la veo.
-Ven, te llevo
-¿En serio?-pregunto miranda alrededor del chico.
-Sí.
-¿Saki, no viste para donde se fue?-preguntaba un hombre muy preocupado.
-No, sólo fue un momento y se desapareció-decía la mujer muy angustiada, con el bebé dormitando en sus brazos.