Parte 24

12.9K 900 19
                                    

Santiago seguía en la clínica. Paula estaba sedada, así la querían mantener algunos días para que ella se recupere. Los médicos necesitaban saber y le consultaban si podía adivinar el motivo que la había llevado a intentar suicidarse. No podía dejar de decirle que él lo desconocía en realidad, ya hacía más de un año que no estaba con ella y no podía creer que él fuese el motivo, se negaba a decirlo o siquiera pensarlo.

La había llamado a su madre para consultarle como la había visto en ese último tiempo, ella tal vez podía ayudarlo. Porque lo último que él recordaba era ese encuentro con su ex esposa y no se quedaba tranquilo porque aquella conversación había terminado en un rechazo y no servía como para saber mucho de ella en realidad. ¿O sí?

Mirta no podía dar crédito a lo que escuchaba de boca de su hijo. Le contó lo que se acordaba de su almuerzo juntas hacía un par de semanas, la había visto bien, tal vez, un poco más delgada y sin tanto arreglo como antes, pero nada más le había llamado la atención dada su situación de no congeniar demasiado bien con la soledad. A las pocas horas se había hecho presente en el hospital para tomar el lugar de su hijo, para que él pueda irse a su casa, a asearse y descansar un rato.

- ¿Cómo está? No puedo creerlo, hijo.

-Esta sedada. Mamá, ¿qué haces acá te dije que yo me quedaba?

-Lo sé, pero necesitaba venir, para que puedas ir a descansar un rato. Yo me quedo, además, tu padre viene enseguida para hacerme compañía.

- ¡Ay, mamá! Esto no tendría que estar pasando. ¿Que hizo...por qué? No puedo entenderlo.

-Hijo, no sos vos quien tenga que entenderla. Alejá cualquier pensamiento feo de tu cabeza, no quiero pensar que te sentís responsable.

-Obvio, mamá que lo siento. ¿Cómo no? La dejé sola y tal vez ella pensó que no me importó.

-No fue así, ¿porque decís eso? Si te importó y mucho y ella lo sabe, ¿o acaso no recordás que había que pedirte que comas algo, que vayas a trabajar, que salgas de tu habitación, que sonrías que la vida seguía?

-Sí me acuerdo de todo eso, pero el solo hecho de estar con otra mujer ahora, feliz y ella en esa cama...me hace sentir egoísta.

- A veces la vida nos sorprende con cosas buenas y cosas malas, esta es una de las malas, pero Sofia es una de las buenas. Poné en la balanza y fijate que te sirve más. Andá a descansar, no pienses más esas cosas.

Santiago se fue de la clínica, digiriendo las palabras de su madre que siempre eran pocas y parecían un acertijo que quedaba dando vueltas en su cabeza. Siempre era lo mismo con ella, sus consejos eran escasas palabras que dejaban pensando. Necesitaba con urgencia salir de esa habitación con olor a remedio.

Llegó al departamento de Romina, en el que ya no había nadie, recordando lo bien que la estaban pasando hacía unas pocas horas y se sonrió, era un grupo divertido de personas y gracias a Sofía ahora eran sus amigos también. Pensó en su prima y se angustió pensando en que no había podido abrazarla y agradecerle todo lo que lo había ayudado en esos meses. Le había servido de apoyo, sus consejos habían sido muy útiles, como cada una de las bromas que le habían sacado una sonrisa. Sabía que la extrañaría mucho en ese departamento, chocándosela a cada momento y encontrando lo que ella perdía.

Se dio un baño, se cambió la ropa y se fue a la casa de Sofia. Necesitaba verla, abrazarla y que lo abrace. Olvidarse por un momento de todo lo malo que estaba pasando.

Cuando sonó el timbre ella estaba por entrar a ducharse, ya caía la noche y no esperaba a nadie. Ver a Santiago al abrir la puerta fue una hermosa sorpresa a pesar de notarlo tan triste. Estaba demacrado y ojeroso, como nunca lo había visto, no pudo más que abrazarlo fuerte, tratar de contenerlo y entonces él lloró. En brazos de Sofía pudo soltar la tristeza y la impotencia, que tenía reprimida y desahogar el miedo que había sentido.

No me alcanzó con mirarte (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora