Gracias por las estrellitas, por leerme y seguir la novela.
Si se quedan con ganas de leer pasen por Volver a Intentar, tal vez les guste!
Muchas gracias, saludos!!!!
Esa noche, después de una larga charla telefónica con Sofia, Santiago cayó prácticamente desmayado en la cama. Su cuerpo cansado y su mente agotada por fin se relajaron y durmió profundamente hasta la media mañana del otro día, llegando tarde al estudio y preocupando a su padre y a su novia, a quienes no les respondió las llamadas.
Al entrar al estudio, se dirigió directamente a la oficina de su novia, sabía que su padre aún estaba en su casa, había hablado con él desde el auto.
Ella estaba preocupada, se lo había hecho notar con la cantidad de llamadas perdidas y los mensajes de voz que había dejado en su celular.
Entró en silencio, la vio tan tranquila escribiendo en su computadora, concentrada con sus anteojos que le daban aspecto de intelectual. Tan bella, tan serena. Tan suya.
Se paró apoyándose en el marco de la puerta, solo quería mirarla. Otra vez su cabello recogido, cuanto le gustaba que lo deje libre, que se le enrede en sus dedos, que le roce la cara.
Sofia levantó la mirada y lo vio, parado, observándola, mientras se sonreía.
-Buen día, doctora. Quédese ahí adonde para que pueda verla. -Entró y cerró la puerta.
-Me preocupa que cierre la puerta, señor.
Se quedó apoyado contra la pared, mirándola, ella le sonreía, con cara pícara.
-Sacate los anteojos y soltate el pelo. -Ella lo hizo. -Muy bien, así me gusta más. Ahora podés pararte y apoyarte en el escritorio, de este lado, adonde pueda verte las piernas que tanto extrañé.
Sofía hacía todo lo que le pedía, con movimientos lentos, sensuales y mirándolo fijamente a los ojos, esos ojos que la desnudaban con la mirada y por fin su maravillosa sonrisa estaba ahí.
-Podes, también desprender uno de esos botones de la camisa, quiero ver un poco más.
-Me parece que eso no va a poder ser, a menos que te saques el saco y la corbata.
-Me parece buen trato – aseguró y se sacó el saco y la corbata, caminado lentamente hasta ella. Le hizo una seña para pedirle que se desabroche el botón y ella lo hizo.
Con una mano le corrió el pelo hacia atrás, quería ver su escote, lo acarició suavemente con la yema de sus dedos, suspirando. Su respiración comenzó a agitarse.
-Yo no puedo jugar estos juegos con vos -le dijo mientras la miraba y la acariciaba. Hablándole tan cerca de la boca como podía, sin besarla. -Y menos después de extrañarte tanto estos días y deseándote como lo hago.
-A mí me encanta que juegues estos juegos conmigo.
Santiago miró su boca, tan sensual y llevó su dedo hacia ella recorriéndola lentamente con la yema, como dibujándola. Primero el labio de arriba, luego el de abajo. Sofia rozó el dedo de él con su lengua, Santiago se sonrió y se estremeció al mismo tiempo. Su imaginación estaba en las nubes. Tomó la mano de ella y la llevo hasta su boca, le besó la palma, luego un dedo y el otro, hasta besarlos todos, dejó índice para metérselo dentro de su boca y lo saboreó con su lengua y sus labios, mientras cerraba los ojos. Suspiraba y sentía a Sofia agitarse silenciosamente. Ella hizo lo mismo con el dedo de él ante su atenta mirada, lo lamió y lo chupó, jugando con su lengua. Santiago lo sacó de su boca muy lentamente, sus labios lo provocaban, bajó acariciando su cuello, su hombro, su pecho y bajó más, hasta llegar a su corpiño, bajó el bretel y corrió su camisa desprendiendo un botón más. Ella lo imitó con su mano, acarició su pecho mientras desprendía un botón de su camisa.
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No me alcanzó con mirarte (Completa)
RomanceSantiago López Arregui, exitoso contador de 33 años, llevaba una vida tranquila, rutinaria y prolija, tal vez, monótona y aburrida, pero eso lo descubriría con la llegada de Sofia Quevedo, una hermosa estudiante de derecho de sólo 23 años, que tomó...