Era sábado y Sofía necesitaba salir, tomar aire, ya con una materia menos para estudiar y feliz de haber rendido bien después de tantos días de encierro y estudio.
Pablo la había llamado para invitarla a salir, como le había prometido, y ella no sólo había aceptado, sino que además lo había invitado a jugar al tenis con Nicky y Rodrigo por la tarde. Ella y sus amigos se debían ese partido hacía mucho tiempo, pero no tenían el cuarto jugador y con Pablo estaban completos, al menos eso pensó mientras le hacía la invitación. El muchacho se sintió muy entusiasmado co la idea y no lo dudó ni un instante.
Mariano había convencido a su amigo de probar de ir a ese club de tenis y no al que acostumbraban a ir, porque le quedaba cerca de su casa y siempre había canchas libres. A Santiago le daba lo mismo cualquier lugar por lo que aceptó sin problema, solo quería jugar un buen partido. El lugar era lo de menos. El tenis lo distraía, y en cada golpe descargaba sus emociones, frustraciones y enojos, ahora, además, necesitaba descargar pasiones.
Mariano conocía a Santiago desde chicos y eran amigos desde el día que Mariano había ayudado a Santiago a defenderse de su nuevo vecino que gustaba de robar pelotas y desinflar bicicletas ajenas. Mariano era muy bien parecido y lo sabía, su apariencia y su carisma, lo habían convertido en un tiro al aire, un mujeriego, un alma libre de compromisos y ser apasionado por el deporte lo había convertido en un excelente profesor de tenis y de futbol. Además, cosa por de más de importante para su amigo, tenía la virtud de escuchar y nada de lo que le dijeran lo asustaba, por eso era el único amigo con el que Santiago se sentía libre de hablar de lo que sea, sin miedo de ser juzgado o censurado y tal vez, hasta recibía algún consejo útil.
Ya habían terminado el partido y estaban absolutamente cansados y traspirados, se habían disputado un buen match porque siempre dejaban el alma para ganar. Ya estaban guardando sus raquetas en los bolsos y tomaban sus bebidas, sentados en el banco al costado de su cancha. Era el turno de la charla.
-No te voy a dejar ganar nunca más, hoy fue la última vez –dijo Mariano mientras se distraía mirando las piernas de las chicas con polleras cortas que paseaban por el club.
Santiago estaba acostumbrado a que Mariano mire a las chicas a su alrededor, cada tanto le señalaba alguna que le parecía más linda que otra y él la miraba aprobando o no su observación. Sabía que era inofensivo, al menos cuando estaba con él, no salía a perseguirlas, ni le decía piropos o groserías, ni las incomodaba, solo admiraba la belleza femenina. Bueno, eso si no tenía el propósito de conquistarla, porque en ese caso, tenía una gran artillería para utilizar.
-Dale hablá, tenemos confianza y sabés que no me impresiono por nada. Estás tenso y de un humor insoportable, ¿qué te pasa? -Una pausa silenciosa le siguió a esas palabras y ambos fueron pacientes, respetándola.
-La verdad es que no lo tengo muy claro. Vivo de mal humor...discuto con Paula por pavadas. No tengo ganas de estar en casa, me aburro y me escapo quedándome a trabajar...-inhaló profundo y analizó las palabras adecuadas para decir lo último -, además de todo esto, como si fuera poco, mi secretaria me vuela la cabeza y eso me enoja.
- ¿Cómo que te...? ¿Tuviste algo con ella, engañaste a Paula?
-No, ni cerca. Sofía, así se llama, no tiene ni idea de esto. Pero no puedo dejar de mirarla y, soy un idiota, pero tengo unas terribles fantasías con ella.
-Si es sexi no es algo inusual que te provoque fantasías. Vos sabes cómo pienso yo Santiago, a los hombres que nos gustan las mujeres, si nos gustan mucho, las miramos. No creo que esté mal que mires a una mujer linda, y si eso te provoca algo, no le estás faltando el respeto ni a ella ni a tu mujer, es una respuesta física, nada más. Claro que esta es solo mi opinión -aclaró levantando los hombros como restando importancia a sus palabras.
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No me alcanzó con mirarte (Completa)
RomantizmSantiago López Arregui, exitoso contador de 33 años, llevaba una vida tranquila, rutinaria y prolija, tal vez, monótona y aburrida, pero eso lo descubriría con la llegada de Sofia Quevedo, una hermosa estudiante de derecho de sólo 23 años, que tomó...