Parte 12

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Romina y Santiago ya se habían acostumbrado a vivir juntos en el departamento, era muy amplio y ambos estaban muy cómodos y, no era menor el detalle de que disfrutaban de la compañía del otro. Había días en que ni se cruzaban y otros en los que se la pasaban conversando y haciendo catarsis de sus vidas. Incluso se animaban a experimentar en la cocina ya que ninguno de los dos era demasiado hábil en ese tema.

Como su prima se había convertido en una amiga bastante íntima que conocía ya sus estados de ánimo con una simple mirada por encima del hombro, Santiago le había contado lo estúpido que había sido cayendo en la trampa de Paula, porque a esa conclusión había llegado, sin responsabilizarla y asumiendo toda la culpa.

-Los hombres no saben pensar con la cabeza caliente, cualquier cuerpo femenino les mueve cositas y son débiles. Así de fáciles son, primito. No te culpes, ella lo buscó, estuviste mal, pero ella quería eso y lo consiguió. Tal vez, penemos que era realmente la despedida como te aclaró Paula –dijo Romina intentando aplacar, solo un poco, su innegable culpa.

-Espero que sí. No volvimos a hablar más después de ese día, ni tengo intención de hacerlo.

Santiago había recuperado el humor, le había costado demasiado hacerlo, pero lo había logrado. Estaba rejuvenecido, salía con Mariano, hacia su rutina de ejercicios, jugaba tenis, volvía a estar contento y hasta se daba el lujo de tararear alguna canción por la casa. La única piedra en su camino, tenía nombre propio y un increíble par de piernas y ojos, hermosa boca y... se llamaba Sofia, su dulzura y su sensualidad no lo dejaban de atormentar, pero de a poco se acostumbraba a eso también, lidiaba con sus sueños y sus deseos, se estaba haciendo amigo de sus fantasías.

Mariano le había presentado un par de chicas, pero ninguna le gustaba, nadie lograba hacerlo querer reemplazar sus fantasías con Sofia. Esa mujer se le había metido profundamente en sus pensamientos y ninguna otra le servía para satisfacer su necesidad de ella. Solo pensarla, imaginarla, desearla en sus sueños lo hacía alcanzar calientes y profundos orgasmos en la ducha y no se sentía cómodo con eso, pero era lo que sentía y quería hacer por el momento.

Romina ya había avanzado bastante con la producción de sus prendas y había alquilado un local que estaba remodelando. Pero ese fin de semana sería de relax, se lo debía a ella misma después de tanto trabajo. Había decidido salir con Sofía a bailar, divertirse y tal vez tomar alguna copa de más, lo que necesitaba era romper con la rutina y tener una noche de chicas. Pero al atender el teléfono se dio cuenta que no sería tan fácil como lo habían planeado. El taller se había convertido en su peor pesadilla, los últimos detalles eran los peores y parecía que se buscaban problema tras problema para no dejarla descansar. Dejó su habitación bufando con furia, no era justo, no esa noche. Pero se tomaría en mínimo tiempo posible para solucionar el problema y saldrían igual, tarde, pero lo harían.

-Santi necesito, por favor, que te quedes un rato, ¿Podés? Ya están por llegar a buscarme y debo pasar por el taller unos minutos porque no sé qué problema hubo con una de las máquinas y está todo parado.

-Claro, hoy no creo que haga nada. ¿Todo bien?

-Sí, nada que no pueda solucionar, supongo. Le decís que me espere que llego en un rato. De todas formas, yo la llamo y le aviso en el camino. Gracias, primo, te adoro – dijo mientras de daba un beso y cerraba la puerta al irse, sin darse cuenta que no le había dicho que era Sofia la que vendría.

Santiago no tenía planes y no los haría tampoco. Estaba cansado y no le molestaba el pedido de su prima, no modificaba sus actividades para nada. Tampoco se preocupó en arreglarse, despeinado, descalzo y vestido con un jean gastado y una remera blanca estaba cómodo y así abrió la puerta cuando sonó el timbre.

No me alcanzó con mirarte (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora