Cap. 5

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Cap. 5

Un par de horas después se escucharon cada vez más claros los pasos pesados de un dewback. Mando enfundó el bláster únicamente cuando se aseguró de que Larr venía solo.

- Hey.

- ... Hey.

El hombre desmontó trastabillando un poco y el mandaloriano lo sostuvo, causándole un siseo de dolor.

- ¿Estás bien?

Naturalmente, Larr se veía golpeado. Su cabello a un lado de la cabeza estaba manchado de abundante sangre que llegaba hasta su hombro, pero por su lucidez Mando supo que no era de una herida propia.

- Bien – jadeó el otro hombre, mientras el dewback se lanzaba a tomar agua en un arrollo que manaba entre las rocas. – Fue un pequeño caos, como puedes imaginar, pero acabé con los tipos. Había ewoks heridos de gravedad, así que me quedé a ayudar en lo que pude.

- ¿Qué pasa con tu brazo? – Din podía ver que se sostenía con cuidado el codo derecho.

- Una carga de un infeliz gamorreano. Entró como era y desajustó la articulación. – Le echó un breve vistazo a la cueva. - ¿Qué tal ustedes dos?

- Estamos bien.

- Bien. - Se quitó el rifle y se lo entregó.- Gracias. Te repondré las municiones.

- No hay problema.

Larr asintió. Miró al pequeño dormido y sonrió.

- Ven – le dijo a Mando entonces, quitándose su gabán con cuidado. - ¿Me das una mano con esto? Intenté poner el hombro en su lugar pero creo que hay un esguince y la inflamación está bloqueando la maniobra.

- ... Claro – el mandaloriano se acercó, recordando la técnica para estos casos. Apoyó una mano en su nuca y otra en su codo. - ¿Listo?

- Dámelo.

Giró la articulación y la empujó con un golpe seco, pero encontró mucha más resistencia de la que había esperado y no sintió el hueso deslizándose como debería. Larr aferró su brazo con fuerza, exhalando un gemido entre dientes.

- Vas a tener que forzarlo más – jadeó. – Pasa por encima de la inflamación, no importa. La arreglaré después.

- ¿Dónde está tu espray de bacta?

- No puedo aplicarlo con la articulación fuera de lugar. Vamos Mando, sin piedad.

El mandaloriano suspiró. Pasó la mano hasta su trapecio y empujó más fuerte que antes, y otra vez más como buena medida, hasta que el hombro chasqueó acomodándose. Larr bufó y apoyó la cabeza en su hombrera, gimiendo y luego riendo suavemente.

- ¿Demasiado fuerte? – preguntó Din. Dudó unos segundos y masajeó el músculo con cuidado, tratando de distraerlo del dolor. Estaba más consciente de su cuerpo contra el suyo de lo que habría querido.

El hombre lo miró con una pequeña expresión juguetona.

- Tan fuerte como lo necesitaba – le dijo con un guiño y Mando se sintió sonrojarse bajo su casco. Tuvo que hacer un esfuerzo considerable por no preguntarle qué tan fuerte le gustaba usualmente.

El hombre dio un gemido de bienestar y se desenvolvió de su cuerpo. – Aaah, endorfinas. Ahora sí viene el espray de bacta –. Sacó el tarrito de entre sus implementos y revisó su contenido a la poca luz. - Vale cada gramo...

Se retiró la camisa, aún con cuidado. Din le dio la espalda. Sabía que habría debido ofrecer su ayuda, pero a la misma vez quería evitar que el otro hombre pensara que solo quería tocarlo. Así que solo volvió junto a la pequeña fogata para cuestionar sus propias motivaciones y ocuparse de otros asuntos.

De improbabilidades y órbitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora