Capítulo 18

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Sin importar la habilidad de un mercenario, cada trabajo tenía su cuota de incertidumbre. Por eso, un mercenario experimentado como Mando tenía que estar acostumbrado a navegarla. Existía una investigación y una planeación previa a cada trabajo, sí, pero la verdadera operación era la que sucedía cuando las botas tocaban el campo, y era la capacidad de improvisación y de tomar buenas decisiones lo que terminaba separaba a los profesionales de los amateurs.

Todo mercenario experimentado, además, tenía que tener una idea de lo que estaba dispuesto o no a sacrificar, si la situación lo requería. De cuánto valía su objetivo respecto a sus principios, y cuánto valía el no conseguirlo y en cambio conservarlos.

Cuando se era un novato, estos principios eran nada más que una aspiración, una brújula de juguete. Para alguien con la edad de Din, eran lo que impulsaba sus acciones desde que las planeaba.

Por esos principios y solo por ellos, se quitó el beskar en la mayor intimidad que pudo encontrar en la entrada de ese túnel y se puso en cambio un traje de storm trooper, abordando luego el transporte Imperial terrestre del que desbordaban los comentarios de burla y provocación de Mayfeld.

Había sido casi físicamente doloroso quitarse su armadura. No sabía realmente lo que significaba haberlo hecho (no se había removido el casco frente a ningún ser vivo, pero sí que estaba a plena vista con él removido)... pero tenía muy claro que, significara lo que significara, no era más importante que rescatar al pequeño, su hijo por asignación de la Armera de su tribu, uno de los miembros de su clan.

Pero más allá de lo que significara para él, y aunque no lo entendiera por completo, Din sabía que Grogu era trascendental para una serie de cosas primordiales que estaban sucediendo en la galaxia en ese momento. No sería un verdadero mandaloriano si sobreponía el mantener su casco puesto al cumplimiento de una misión vital a la que se había jurado. ¿O sí?

Incluso Mayfeld parecía entender su dilema.

- Si me lo preguntas a mí, me parece que tus creencias comienzan a cambiar cuando te desesperas – le dijo mientras conducía el vehículo, con el mandaloriano como copiloto. - Es decir, mírate – señaló su uniforme de trooper. - Según tu gente quién es más honorable, ¿mmm? ¿El que defiende a muerte las normas? ¿O el que defiende lo que éstas protegen?

Din no había esperado que este cuestionamiento viniera de este sujeto, sobre todo porque se parecía más a algo que diría Larr, si Larr no respetara de forma tan absolutamente innegociable su Credo y la manera radical en que él lo seguía.

Sin darle más tiempo para pensar en esto, apareció el primer grupo de piratas, que intentó abordar el transporte y acceder a su carga de ridónio. Suspirando, Din escaló hasta el techo del vehículo, listo a mantenerlos alejados por los medios que fueran necesarios.

Los piratas eran nativos del planeta, sus rostros cubiertos con trapos. Obviamente lo único que querían era sabotear las cargas valiosas que los Imperiales saqueaban de sus tierras. Pero Din no tenía forma de sentarse con ellos y explicarles quién era ni lo que estaba haciendo allí, así que no tuvo más opción que mantenerlos alejados, combatiéndolos cuerpo a cuerpo o con las mediocres armas que traía su armadura, lanzándolos lejos del vehículo, vivos o muertos.

Tuvo que detenerse a tomar aire cuando por fin se libró del grupo atacante. Vaya que extrañaba su beskar... Era claro por qué el Imperio apostaba a la cantidad cuando se trataba de storm troopers; estas armaduras eran basura. Pero apenas estaba comenzando a volverse para regresar al interior del vehículo, cuando vio acercarse otro speeder distinto, también repleto de piratas.

- Dan farrik... ¡Ve más rápido! – gritó a Mayfeld.

El vehículo se movió a mayor velocidad por un momento, antes de desacelerar.

De improbabilidades y órbitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora