Capítulo 13

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Incluso en un planeta chamuscado como Tatooine, la naturaleza, al igual que las personas, lograba encontrar la manera de abrirse paso y perdurar.

En cuestión de horas, la arena sobre la que navegaban con sus motos jet fue convirtiéndose en tierra árida y firme, enrojecida y sólida como la piedra, y entre sus grietas surgían pequeños matorrales o flores revejidas, persistiendo allí donde hubiera un poco de sombra.

Grupos salvajes de dewbacks, familias de ratas del desierto, eopies fugaces y pequeños lagartos e insectos se movían aquí y allá escapando del sol y en búsqueda de alimento. Los tres viajeros procuraban mantener siempre la distancia que era prudente con todas las criaturas de este planeta.

Y en medio de las jornadas de viaje, cuando se detenían a comer o a estirar las piernas, o cuando debían pasar a pie y con cuidado por algunos pasajes, o simplemente cuando llegaba el momento de buscar un refugio para la noche, Mando y Larr hablaron y hablaron más de lo que nunca habían hablado. Tanto que en ocasiones los abordaba la sensación de que, a pesar de haber sido completos extraños hacía tan solo unas decenas de meses, se conocían de toda la vida.

* * *

Cuando estaban a unas horas de llegar a Mos Hemla y yendo a toda velocidad, Larr llamó la atención de Mando. Le pidió su telescopio y luego de que el otro hombre se lo lanzara, lo apuntó hacia su derecha.

- ¡Tenemos compañía! – avisó devolviéndole el artefacto y halando hacia el frente su rifle francotirador.

- Quédate en nuestras cinco – le dijo el mandaloriano cuando frenaron y se apearon de sus jets. – Esos pueden ser una distracción.

- Copiado.

Un manojo de bandidos se acercaba a toda velocidad, montando ágiles eopies. Larr hizo caer a tierra a uno de ellos mientras se acercaban, y a otros dos mientras se alejaban. Tan rápido como habían aparecido, los ladrones se perdieron de vista. - ¿Qué rayos fue eso? – dijo el hombre, bajando su arma.

- Probablemente bandidos muy hambrientos.

- ¿Deberíamos revisar?

- Mejor no. Solo sigamos el camino con los ojos más abiertos.

Lo hicieron y alcanzaron la entrada principal a Mos Hemla cuando caía la noche.

En el deshuesadero de Másdix, decenas de dugs y grans iban y venían desvalijando vehículos y escombros electrónicos, separando recursos salvables de lo que tendría que ser descartado.

- ¡Hey! – les gritó el mandaloriano cuando los vio mirando con interés y casi por reflejo las motos jet.

Un Ishi Tib se acercó a ellos gruñendo cansadamente. Los miró de arriba abajo.

- ¿Cromio? – dio una carcajada cuando escuchó lo que estaban buscando. – Tienen que estar bromeando. No hay cromio en toda Tatooine en este momento.

- Los circuitos de las naves mon calamari usan cromio como principal resistencia para la conducción – dijo Larr. – Y al menos siete transportes fueron decomisados y descontinuados hace poco, ¿no es cierto? ¿O ya tienen comprador?

- ¿Quién te dijo...?

- Como si te fuera a decir.

- Mmm... - el sujeto se puso las manos en la cintura, mirando alrededor. – Y ustedes quieren comprar, ¿verdad?

- No estamos preguntando por hacer conversación.

- Ah, qué rayos – el Ishi Tib se alzó de hombros. Le hizo una seña a Larr con el dedo. – Ven conmigo.

De improbabilidades y órbitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora