1.- Manos delicadas.

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Siempre me pregunto si mi rutina cambiará.
Una rutina seguida cada semana. Levantarme pronto no es lo mío y más cuando debo hacerlo en gran parte de los días.

Como puedo me pongo aquellos zapatos que tengo en la entrada, nunca me molestó en cambiarlos; pues la vida de un universitario para mi no es que sea muy fácil y libre.
Nunca me olvido de cargar mi mochila en mi hombro izquierdo, mientras que cogo las llaves de casa, no obstante mirándome al espejo enfrente mía, quien sabe que podría depararme hoy, si sería el mismo día, la misma rutina, el mismo vacío sin relleno.
Baje la cabeza para poder coger el bono del metro, en el que allí estaba escrito mi nombre "Eren Jaeger", se podía diferenciar del resto del carnet. Y tras mirarlo por segundos no dude en meterlo en mi bolsillo derecho.

Bajaba las escaleras del edificio en el que vivía, no iba con prisa, de hecho revisé la hora y tenía el tiempo suficiente mientras que sacaba mis audífonos para colócarlos en mis orejas y enseguida poner una canción aleatoriamente.
La entrada a la línea cinco no me pillaba nada lejos; unos diez minutos aproximadamente.
Tras ser las ocho de la mañana por la zona en la que vivía ya había suficiente gente para tener que ir mirando de no cruzarte con cualquiera, era una sensación de agobio que me dejaba intranquilo.

No tardé en bajar las escaleras de aquella línea; empujando con mi mano derecha la puerta enfrente mía, dándome acceso para poder sacar mi carnet y ficharlo, y de esa manera buscar mi parada.
Una vez entras, a los extremos hay diferentes paradas, ya sea que te pueden conducir a otras líneas o simplemente con una parada final.
Estas, están numeradas desde el número uno hasta el treinta y dos.
Habitualmente siempre me introducía por la diecisiete. Tampoco podríamos decirlo habitualmente, pues llevaba un año siguiendo el mismo camino.

Buscaba con la cabeza alzada aquel número; tras encontrarlo me introducí en un reducido camino para dar así, al andén, donde varios minutos no tardaría en pasar un metro.

Me senté en los bancos de metal que están pegados a la pared.
Bajé mi mochila de mi hombro para poder dejarlo descansar. Para matar el tiempo en el que el tren tardaría en llegar, saqué mi teléfono del bolsillo.
Las canciones se seguían reproduciendo mientras que le mande un mensaje a mi compañero Armin.

-No tardo, estoy allí enseguida.

Fue un simple mensaje que escribí y mandé. Cerrando la aplicación para abrir otras.

El metro no tardó en estar presente, se hizo notar por su sonido molesto a lo lejos del andén.
Recogí mi mochila, volví a ponerme bien los cascos y guardé mi movil en el mismo bolsillo.
Me iba acercando a pasos lentos a donde más adelante estaría el metro delante mía.
Aquel aire proveniente de la velocidad de este era estampado en mi lado izquierdo, haciendo que mi pelo a medio recoger se destrozase por completo. Debido a eso, coloqué un mano en este mismo lado mientras que el vehículo disminuía de velocidad; pasé mi mano por mi cabello para apartar los pequeños pelos despeinados.
El metro frenó en frente mía, dándome acceso a una de sus puertas que segundos más tarde terminó abriéndose.
Lo que pude observar, entramos a la par unas cinco personas por diferentes puertas; busqué cualquier sitio libre y me acomodé en él. Percatándome de que nadie se sentara a mi lado, ese lugar lo ocupó mi mochila.
El tiempo corría lento, a través de la ventana podía ver mi silueta borrosa por los movimientos del metro.

"Parada veinticuatro, línea cinco para cambio a línea seis".
Fue lo que oí por los altavoces del metro. Siempre llevaba un auricular fuera para no saltarme esta parada, aunque, como de costumbre, no hacia falta, me la conocía de sobra.
Recogí mi mochila y salí del metro para cambiar de andén.

 𝐏𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 24 | 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora