Epílogo.

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Narra _____:
Pasaron tres años aproximadamente.

Eren y yo hace unas semanas habíamos decidido mudarnos juntos.

Yo pasaba muchas noches en mi casa al igual que él en la mía. Era agotador de esta manera aunque de alguna forma u otra seguía siendo bonito.

El camión con nuestras cosas había parado en frente de lo que sería el portal de nuestro nuevo piso.

-¿Lista?- me dijo Eren al ver las puertas del camión abrirse.

-Más que eso.

Ayudábamos con alguno muebles a subirlos y colócarlos; el cansancio se hacía notar.

Tras varias horas pude ayudar a subir una última mesilla dentro de lo que era ahora nuestra casa.
Nada más dejarla justo detrás de la puerta me recargué en esta y permití sentarme en nuestro parqué.

-Vaya...estas cansadita por lo que veo.- Eren dejo su hombro en el marco de la puerta para mirarme desde esa posición.

-¿Tú no?

-Tengo que admitir que esto de las mudanzas es algo realmente agotador.- los dos reímos.

Pasamos a ordenar nuestras pertenencias; entre ellas las malditas prendas.
Estuvimos un rato discutiendo cual iba a ser nuestra parte del gran armario que ocupaba nuestra habitación.

Aunque pasaran los años no habíamos cambiado nada.

Estaba sentada en la cama mientras colocaba bien la hora en aquel reloj que estaba puesto en la mesilla de noche.
La cama se hundió a mi lado libre, para que este se tumbase sobre ella.

-Que cómoda...

-¿Ahora quién es el casando?- le miré por el hombro.

-En realidad...cansado podría estarlo más.

-¿A sí? ¿Y eso?

-Me debes favores...

Quedé en silencio esperando a qje siguiese hablando.

-¿Te acuerdas de como seguía esa conversación?- se colocó tumbado su cabeza sobre su almohada.

-Sigues siendo imbécil.

-Un imbécil que es el chico favorito de una hermosa mujer como la que tengo delante.- Sus mano libre, ya que la otra le servía para acompañar a la almohada, pasaba por toda mi cintura bajando hasta mis glúteos.

Dejé aquel reloj digital para tumbarme mirándole fijamente.

-Tienes razón...puede que te deba favores...

Los besos no tardaron en surgir a la vez que los ropajes fueron directos al suelo en cuestión de segundos.

Nos seguíamos deseando aunque los años pasasen. Aunque ahora fuéramos completamente adultos con un trabajo al que asistir y con un vida amorosa arrastrada desde tiempos de universidad.

Unir nuestros cuerpos de esa manera era algo que los dos nos moríamos de placer.
Sin duda, hacer el amor con mi chico favorito era una sensación de estar en una nube y no querer bajarse de ella.

Los días ahora en la nueva casa pasaron tranquilamente.
Cada quien llegaba a sus horas aunque yo solía trabajar en casa.

Desde siempre me gustó escribir. Si es verdad que mi habilidad fue el dibujo. Pero como nombre hace años, en aquel cuaderno olvidado escribía alguna que otra frase que no salía de este mismo.

-Hola preciosa.- Eren llegó de trabajar cerrando la puerta tras de sí a la par que yo pensaba en mi próxima paleta de colores para pintar sobre una nueva obra que llevaba pensando.

El resto que hice triunfaron por lo que mi vida de adulto se complicó un poco, ya que tendría menos tiempo de dedicarme a mi segundo pasatiempo.

-Me lo enviaron los de la mudanza, lo encontraron en uno de los asientos del camión...- se acercó a mí para colocarmelo sobre mis manos.

Era ese cuaderno no muy grande. Dentro de él miles de bocetos estaban pintados con trazos perfectos, sencillos y largos.

-Seguiré apreciándolo como una obra de arte.- me dijo Eren.

Después de que ahora lo pudiese tener en mi posesión, Eren me dijo algo que me ánimo bastante a la par que una bombilla se encendía en mí.

-Deberías escribir que con todas las frases que están ahí dentro.- Iba desapareciendo del salón.

-¿También leíste las frases?

-¿Cómo no iba a hacerlo?- dijo desde la habitación.

Los días seguían pasando. Esta vez Mikasa, su pequeña hermana que había crecido me tocaba cuidarla ya que los padres de Eren no podían y él estaría trabajando.

Ella y yo ya habíamos estado antes juntas. Era una chica algo callada pero sin embargo algo inocente; lo contrario a su hermano.

Esa misma tarde mientras la azabache me contaba sobre sus anécdotas de su colegio terminaba de escribir mi último capítulo del libro que llevaba poniéndolo empeñó hace un par de días por los ánimos que me dio mi chico.

-¿Y cuando te vas a casar con Eren?- seguía escribiendo.- ¡_____! ¿Tendréis un hijo? ¿Cómo se hacen los hijos?- la puerta de casa se abrió.

Eren volvía a llegar de trabajar mientras me reía por lo bajo a lo que el castaño se acercaba a nosotras para correr a abrazar a su hermana, y más tarde a mí en lo que depósito un suave y corto beso en mis labios.

Estuvimos un rato hablando, los tres reíamos sin parar.

-Y...¡Eren!- dijo Mikasa a la vez que se sentaba de rodillas sobre la silla de la mesa y señalaba a su hermano.- ¿Cuando te vas a casar con _____? ¿Es tu mujer?- Dijo Mikasa, para acercarse a mí y agarrarme el rostro con sus pequeñas manos y hacerme que despegara la mirada de mi lectura para clavarla con curiosidad en ella, se veía tan tierna de esa manera.- Tranquila, si él dice que no se va a casar contigo entonces le pegaré una paliza.- Me acarició la cabeza.

Los dos nos reíamos a lo adorable que se podía ver Mikasa cuando se ponía de ese modo.

Eren se levantó de su sitio para ponerse de pie en frente mía y apoyar sus codos sobre la mesa.

-Pronto será mi mujer...- dijo Eren sonrojándose a lo que yo volví a levantar la mirada de lo que estaba haciendo.

Nuestras pupilas se dilataron para que nos deleitaran a los dos y de esa forma delatarnos de una manera tan linda que cualquiera diría que somos...somos tal para cuál.

Le sonreí tímidamente y el igual a mí con nuestras mejillas calientes.

Volví mi mirada para terminar de escribir la última frase de mi libro...

"Ahora...voy agarrado de tu mano."

Sentí una gran sensación agradable al haber puesto mis sentimientos en este.

Por que sí, lo que ahora mismo estás leyendo es mi libro...una histora de dos universitarios, uno que cargaba un vacío y la otra con grandes culpas...pero que al final del todo, ella siempre fue su bella y él su bestia...ella le ayudó a conseguir su libertad del gran pasado que ocultaba.

-Parada 24...- dijo Eren sacándome de mis pensamientos.- Así tiene que llamarse el libro, Parada 24.- me sonrió y yo le imité.

Parada 24...

 𝐏𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 24 | 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora