20. Parada 24.

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-Solo te oigo a ti...

Reí por lo bajo ante su comentario.

-En verdad...lo que oyes es a un corazón con ganas de expresarse.- dije a lo que él se acomodó más cerca mío.

-Entonces, podrá ser cuando quieras.- Pasó un brazo por mis hombros a lo que yo dejé mi cabeza apoyada en el suyo.

Tras un par de minutos mientras los dos mirábamos al firmamento que se nos encontraba delante, tuve la posibilidad y certeza de hablar.

-Soy una tonta por ti.

-Ya, eres problemática.- dijo riéndose levemente.

-Si te vieras con mis ojos entenderías.- Dije la misma frase que él me había dicho.

-Y si tú te vieras con los míos...podrías ver lo bonita que te vez bajo la luz de la luna.- Su mirar estaba fijo en mí aunque yo no pudiera observarle.

Narra Eren:
Sensaciones que inundan el corazón con mariposas.

Con lo bonita que te ves bajo la luz de la luna te elegiría una y otra vez.
Cuando el sol deje de brillar entonces dejaré de amarte y cuando ese momento pasé desearé  buscarte en otra vida para amarte tanto como lo hice en esta...

Por más que las etapas del pasado me vengan ahora...
Tu y solo tú...

Tú serás esa bonita gota de agua que quedará en mi corazón hasta que mis días se acaben.

Porque tú, me enseñaste que es la libertad.
Y ahora que la puedo saborear estando a tu lado.

Solo quiero disfrutarla contigo...

Aquella noche en la que Historia se presentó detrás tuya un golpe parecía venirse a mi mente.
Aquella mala racha que tuve, ahora tenía a mi detonante al lado.

Y a la par que ella se perdonaba yo la tenía que perdonar a ella.

Huí de aquel lugar aún pensando en que la persona que había estado esperando por meses se encontraba delante mía.

Hui y hui con miles de culpas sobre mi espalda.

A pesar de caminar lo más rapido posible notaba como ella corría por detrás mía.

-Eren...por favor.

Su mano se colocaba suavemente en mi hombro con intención de que parase a pesar de ir casi corriendo.
Habíamos doblado la esquina bastante rápido cuando me giré a ver a la rubia.

-¿Qué quieres?

-Quiero...quiero que hablemos.

-No hay nada de que hablar.

Me di media vuelta con intenciones de seguir adelante.

Era una de esas noches de madrugada en la que solo se escuchaba el sonido de los grillos y el rápido pisar de nuestras suelas.

Las calles estaban totalmente solitarias, solo nosotros eramos los testigos de nuestros actos.

Puse la mano en el portal de mi casa con intenciones de entrar aunque ella me siguiera por detrás. Esta misma me agarró del brazo para que no entrase.

-Por favor...

-¿Cuantas veces tengo que decírtelo? No.

-Solo escúchame.

-Historia, no se realmente que es lo que quieres hablar, lo nuestro pasó hace más de un año.

-Nunca es tarde para pedir disculpas.- se acercó más a mí. Yo seguía teniendo en mi rostro una expresión seria.

 𝐏𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 24 | 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora