11.- Ojos rojos y llorosos.

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Narra _____:
Los días transcurrían. Las visitas al hospital eran diarias.
En estos momentos me resultaba más llevadero entrar por la puerta de la habitación de mi hermano, ya que desde aquel día Eren se ofreció a acompañarme en cualquier momento.

Algún día que otro Jean también se ofreció por el simple hecho de que no se fiaba de que Eren estuviera en la misma habitación que yo y que sobre todo mi hermano.
Pero pude notar que con los días que ellos dos coincidían cada vez intercambiaban más palabras.

Narra Eren:
Después de llevar una semana con menos asistencias a mis clases iba acompañando a _____ al hospital. Si es verdad que las lecciones las terminaba retomando por la tarde por más que las ojeras aparecieran debajo de mis ojos.
Volvíamos subiendo esas escaleras que llevaba contando desde que había pisado la primera.

-Eren...no tienes porque venir siempre...-me dijo ella algo apenada y sin mirarme.

-No me apetece dejarte sola...- terminamos de subir las escaleras.

Cuando quisimos llegar a la puerta de la habitación de Falco pude distinguir como a lo lejos se encontraba Floch.

-Vete entrando, ahora voy yo.- le dije, a lo que _____ asintió.

Me dirigía al final del pasillo. No es que fuera a buscar problemas ni nada por el estilo. De hecho venía a pedirle una disculpa por lo del otro día.
A veces nos sentimos con rabia e impotencia por dentro que no somos capaces ni de controlarnos a nosotros mismos. Y cuando nos queremos dar cuenta suele ser muy tarde para poder decir 'perdón', porque la gran mayoría de veces los efectos ya han sido causados.
Y sin embargo me dirigía para decirle eso mismo. Esa misma palabra, odiaba por unos, miedo por otros...e incluso sincera para algunos. ¿Sabes? Pedir perdón no es de cobardes, si no de valientes. Cuando estas fortalecido contigo mismo y estas muy seguro de pedir tus disculpas es una sensación tan agradable y confortable...

-Oye...- me acerqué a Floch. Este giro su cabeza hacía mi dirección.

-¿Qué es lo que buscas ahora?

-No vengo de malas. Venía a pedirte disculpas por lo del otro día.

-Qué más da. Ya se que fue por protegerla.- giró su mirada a la puerta que tenía en frente.- Aún sigo visitándola...- dijo en voz baja.

-¿A tu madre?- él asintió. Para después sentarse en los asientos delante de su habitación.

-Tengo esperanzas de que pueda recuperarse...ya ha mejorado bastante.

Floch y yo siempre tuvimos gran confianza. Si es verdad que desde aquel incidente nuestra conexión se rompió.
Él siempre me hablaba de su madre. De sus rachas malas, buenas...hasta creo que algún día le acompañé hasta aquí ahora que recuerdo.

-Seguro.- le dije. Nuestras miradas estaban puestas en el pestillo que no se movían. Ninguno se miraba.- Entra, te estará esperando.- Me levanté, mientras él seguía sentado.

-¿Qué es lo que tienes con ella?- volví a sentarme ante su pregunta. Él estaba cabizbajo.

-¿La conociste en esa fiesta?- le respondí con esta pregunta.

-Si.- me dijo en una voz baja.

-¿Te gusta _____?- le dije. Floch apoyó su cabeza en la pared a la vez que subía su mirada al techo.

-No quiero meterme en vuestra relación o lo que sea que tengáis. Solo que, hace mucho tiempo que no conocía a una chica como ella.- su cabeza seguía en la misma posición pero su vista fue dirigida a mí.

 𝐏𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 24 | 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora