28. Confusión

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Confusión

La adrenalina que corría por sus venas lo tenía en un completo estado de éxtasis, incluso se sentía casi invencible, su forma de titán nunca había sido tan querida por él como en ese momento en el que finalmente había logrado cumplir con su misión de guerrero y se encontraba a días de viajar nuevamente a su pueblo.

De no ser por esa pequeña soldado inquieta todo hubiese sido perfecto.

La había fichado en su mente desde el día en que se apareció inútilmente en la batalla de Trost, incluso recordaba casi a la perfección como su largo cabello castaño flotaba al mismo tiempo en que se balanceaba por los aires con el equipo DMT.

Pero él nunca había podido ver su rostro con libertad, siempre se la topaba o de espaldas o flotando por los aires en medio de una batalla, por eso ese día en que se la encontró aplastando a Jean Kirschtein contra el suelo le había costado reconocerla, incluso si ella hubiera esperado dos segundos más él simplemente se hubiera ido de allí y la hubiera dejado en paz.

Pero se lo hizo fácil, demasiado a su parecer.

Sabía que era guapo, incluso que su caballerosa personalidad siempre llamaba a todas las mujeres, pero aquella soldado estaba atemorizada frente a él, más que atemorizaba lo miraba con recelo e ira ¿Por qué? Él no le había hecho nada, incluso nunca la había visto antes, solo había escuchado de ella por ser la última élite en pie y nada más, entonces ¿Qué le había hecho a esa soldado? Porque él simplemente no comprendía que alguien pudiera odiarlo así sin más.

Y entonces, cuando se giró con rapidez y trotó hacia la subcomandante Hange Zoe lo supo, era ella, la chica de Trost.

En ese momento sintió como una gran ola de calor lo golpeaba con fuerza en el rostro, se sentía extasiado, incluso podía asegurar que se había obsesionado un poco con aquella soldado inoportuna.

Había soñado con su diminuta figura muchas veces desde la batalla de Trost, incluso lo había atormentado noche tras noche como un fantasma sobre su cabeza, pensando en el momento exacto en el que ella daría el grito a los superiores y su farsa sería descubierta finalmente, porque él y Bertolt tenían los días contados en ese lugar.

Entonces, cuando halló la oportunidad, no lo pensó dos veces, él tenía que llevarse a esa chica y enseñarle el mismo infierno por el que ella lo hizo pasar.

Pero no.

Cuando finalmente habían llegado a un lugar lejano a los salvajes de la legión, y él pudo emerger de el titán, no se encontró con los grandes ojos furiosos de la chica, en realidad no se encontró con nada, allí no había nada más que un desmayado Eren Jaeger y una molesta Ymir.

Se tensó, pensando en que en realidad la chica había sido despedazada en medio de la transformación, y que su débil cuerpo no había podido soportar la mordida de Bertolt o las garras de él sobre su piel.

Encajó el equipo tridimensional en uno de los arboles gigantes del pequeño bosque y buscó desesperadamente por algún tipo de señal, algo que le digiera que en realidad ella se encontraba con vida, que había escapado de su prisión y ahora corría valerosamente hacia la legión de reconocimiento buscando venganza.

-¿¡Giselle!? -llamó al aire haciendo un gran eco con su profunda voz, llegando incluso a los rincones más recónditos del bosque.

Bertolt, quién había permanecido con la cabeza escondida entre sus rodillas, observó como su fiel amigo y compañero guerrero se desesperaba, incluso se podía observar con claridad como sus músculos se tensaban bajo la camisa verdosa que acostumbraba a llevar.

Él perdía la cabeza otra vez, refugiándose de sus impulsivas decisiones en aquella doble personalidad y vida que Reiner se había creado para sí mismo, en su mente en era un verdadero soldado de la legión de reconocimiento y negaba por completo el ser el culpable de las cientos de muertes en masa que había efectuado en Shiganshina y Trost, incluso se había creado un futuro dentro de esos muros, casándose con Historia Reiss y viviendo en una pequeña choza lejos de las ciudades principales.

Pobre Reiner Braun, era lo que siempre pensaba Bertolt cada vez que era testigo de esta faceta inventada.

Le hubiera gustado retroceder el tiempo, y haber decidido regresar a su país natal en el momento en que Ymir devoro al líder del pequeño equipo, tal vez nada de eso estaría sucediendo.

-Bertolt -dijo Reiner aterrizando a un lado de él. -Perdimos a Giselle, debemos encontrarla, o el capitán Levi nos pateará por fallar en la misión.

-¿De qué hablas, Reiner? -preguntó Bertolt confundido.

-La misión...estamos en una misión de exploración y...Giselle está al mando...

-Reiner...

-Bertolt, hay que encontrarla -exigió el rubio.

-Reiner -insistió una vez más el alto muchacho.

-¿¡Giselle!? Responde ¿Dónde estás? -gritó al aire.

-¡Reiner! -Gritó Bertolt interrumpiendo el parloteo de su amigo. -Giselle esta muerta, murió cuando te transformaste en el titán acorazado ¿recuerdas?

Nunca había sentido como la realidad lo golpeaba tan fuerte como en ese momento, todos los recuerdos de su infancia siendo entrenado para convertirse en titán habían aparecido en segundos, recordándole, que en realidad él no era un valeroso soldado de la legión de reconocimiento y que se encontraba allí para vencer a la isla Paradis.

Cayó de rodillas sobre el gigante tronco del árbol tapando su gran rostro con ambas manos, estaba cansado, más que cansado estaba aburrido de encontrarse perpetuamente luchando y debatiéndose que es lo que estaba mal y que es lo que estaba bien, solo quería descansar y tomar el gigante plato de sopa de verduras que su madre le preparaba después de sus entrenamientos en Marley.

-Cierto -dijo Reiner con la voz entrecortada. -Lo había olvidado por completo...que Giselle esta muerta.

-Reiner...

-No debí haberla traído -murmuró. -Pensé que era invencible y quería demostrárselo...ella me torturó noche tras noche, me creó este maldito complejo del mal y el bien, quería enseñarle y ahora...ahora esta muerta.

Se sentía culpable, pero no por lo que había hecho, de eso se sentía completamente orgulloso, no quería más muertes sin sentido y mucho menos por una tonta venganza de su perturbado compañero, no necesitaba que una diminuta soldado con una filosa arma lo volviera a rebanar incontables veces sobre su piel solo por el hecho de que Reiner se había obsesionado con ella.

Bertolt se sentía culpable, eso es verdad, pero por la confusión y el sentimiento de culpa que le había creado a Reiner al hacerle creer que Giselle Church estaba muerta, cuando en realidad se encontraba sana y salva en la muralla.

-Mejor descansa antes que Eren despierte -aconsejó Bertolt posando su mano sobre el cabello de su amigo. -Necesitamos estar bien para llevarlo hacia Marley.  

***

yyyyy...Giselle sigue en la muralla chicxs, Levi no tendrá que activar su modo desmadre para salvarla 

¿Qué opinan de Bertolt ayudándola y engañando a Reiner? 

¿y de la obsesión de Reiner por Giselle? ¿Qué consecuencias creen que tendrá a futuro? 

Besos y abrazos. 


Sueños de libertad - Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora