CAPÍTULO 7

92 12 0
                                    

Hela

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hela.

Acaricio el metal pesado entre mis manos, asombrada por el filo y poder que emana, una katana. La blando como una experta sintiendo el aire a mi alrededor envolviéndome completamente, cierro los ojos y el escenario cambia, otra vez.

Abro los ojos y me encuentro en un cuarto blanco, camino tres pasos y aparece el moreno del altercado en el club.

—Estás loca— susurra antes de jalar el gatillo.

Pero ahora no es el ruso quien lo detiene con una bala en el cráneo, esta vez soy yo, alzando la katana y con un limpio movimiento cortando su cabeza, la sangre comienza a emanar rápidamente y sus ojos siguen viéndome fijamente cuando su cabeza cae a mis pies y su cuerpo de rodillas, el color escarlata tiñe rápidamente el piso blanco.

—Ya está hecho— la misma voz de siempre murmura en mi hombro.

Volteo con rapidez tratando de encontrar al dueño de la voz, pero me transporto nuevamente de escenario cambiando todo totalmente, ahora estoy en un acantilado, el mar se abre ante mí, las olas chocan furiosamente entre sí y la brisa helada golpea mi piel provocándome escalofríos, miro mis manos, ya no son pálidas, están un poco más bronceadas, volteo mis palmas y están manchadas en sangre.

Un jadeo atrae mi atención, volteo y a mi lado una persona está en la orilla, mirando fijamente al frente, puedo detallar cada rasgo de su cara desde mi posición, es agradable a la vista y causa una sensación extraña en mi pecho.

—Por favor sálvame, no me mates Hela, no lo hagas— susurra con un hilo de voz, está débil, puedo percibirlo.

—No te prometo nada—respondo automáticamente, pero en un pestañeo me encuentro ahora sosteniendo su mano para que no caiga al acantilado.

—¡No me mates! — y abro mi mano.

Despierto sobresaltada jadeando con la respiración descontrolada, toco mi cara y esta empapada en lágrimas, estoy sudando completamente.

Era una pesadilla, como algunas otras que he tenido.

Puedo soñar la muerte de algunas personas, pero no lo recuerdo hasta que está a punto de suceder, y vuelvo a soñar con ellos una vez hecho y la muerte de la siguiente víctima. Aunque no es eso lo que me martiriza...

Si no más bien el hecho de recordar pequeños fragmentos y no saber cuándo va a suceder, pueden pasar horas, días, meses o incluso años.

Me levanto y voy hacia el baño, mojo mi cara y me miro al espejo, han pasado siete días desde el altercado en el club, seguimos con nuestras actividades normales, no es como que me preocupara lo que dirían de nosotros, pero si el hecho de que personas inocentes murieron en el altercado.

Te pesan sus muertes.

Por supuesto que lo hacen, solo tenía que protegerlos, pero como siempre, fallé.

ÍMPETU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora