Hela Emerson, líder segunda de la banda criminal más sonada del momento, "Las Nórdicas" hace justicia a mano propia de aquellos que no tienen voz ni voto, rastrea a sus presas y toma lo que considera propio.
El mismísimo cielo en sus ojos te inspira...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Septiembre 2023.
Moscú, Rusia.
King Alevsek.
Tomo de un sorbo el bourbon en mi mano y apago el puro en la piel de la mujer que tengo al lado.
—Благочестие!
Los gritos de sufrimiento no son más que música para mis oídos, así que por más que ruegue por su vida, la termino matando enterrando una bala en su cráneo.
Su cuerpo cae frente a mí y la sangre no tarda en manchar la nieve tiñéndola de rojo.
Las mujeres no son más que un centro de diversión en nuestro legado, o eso nos hicieron creer por años, ya que, de no ser así, ahora mismo no estuviera buscando información de la perra rubia de ojos azules.
Nunca subestimes a tu enemigo por más frágil que parezca, los más débiles son los que suelen levantarse del polvo y resurgir en medio de cenizas.
—La rata de Volkov tiene lazos con ella—hojeo la información que me muestra fotografías de ambos, la curiosidad aumenta y sigo leyendo.
—Si, mi señor. Hemos estado detrás de los pasos de Muzhskoy.
—Amantes—chasqueo la lengua cuando me muestran la imagen de ambos besándose y una más donde el heredero muerto reemplaza a la rata.
Se cogió a los dos y uno resulto muerto y el otro obsesionado.
Interesante.
—No ha entrado a Rusia desde hace tres años—explica—debido a que se le culpa del asesinato del heredero original.
—Damien Volkov—secundo—Y desde entonces ha estado huyendo como una rata entre leones.
Parece que alguien tiene un pasado oscuro que no puede soltar.
Pienso por unos minutos tomando una decisión.
—Comunícate con Elijah Volkov.
No permitiré que me hundan, y de ser posible me uniré al enemigo para dañarla.
—¿No con Dimitri? —luce sorprendido.
Le doy una mirada hastiada.
—Quiero hablar con los lideres, no con el gato.
Aunque tampoco estaría mal.
—Entendido, señor.
Se larga y voy a mi almacén a revisar el orden la de mercancía. La reviso personalmente, pero esta vez tuve que hacer excepciones para mi seguridad por culpa de la perra rubia.
Observo a través del cristal llegar las camionetas negras, mis hombres bajan a las mujeres que lloran y tiemblan presas del terror.
