CAPÍTULO 14

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Judah

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Judah.

Uno, dos, tres.

Cae al piso.

Uno, dos, tres.

Trata de levantarse.

—Oh, vamos, ¿acaso es todo lo que tienes?

Me suelta una patada por lo bajo que me toma desprevenido y me tumba en el ring.

—Oh, vamos hermanito. —se burla Alex.

Llevamos entrenando por horas en el gimnasio de la central, las camisas desaparecieron y ahora somos dos cuerpos marcados y sudorosos con salpicaduras de sangre adornando nuestros pectorales.

—¿Aún nada sobre Yildiz? —pregunto esquivando su puñetazo.

—Cuatro dientes rotos, dos costillas rotas, un par de moretones y huesos rotos también, pero no habla.

No hemos logrado obtener nada de Yildiz en todos estos días, Alex se quedó a cargo de sacar información mientras yo seguía de encubierto cerrando tratos con las Nórdicas, investigándolas y cateando más puntos de venta de Alevsek, abriremos el club en colaboración, cada vez más cerca de nuestro objetivo: destruir al ruso.

Antes de mi encuentro lascivo con Hela, logré interceptar las huellas de una de sus mujeres, no me costó ya que fue de la bartender, solo pedir un trago y guardar el vaso, también conseguí fotocopia retinal, solo con un coqueteo ya la tenía babeando y su completa atención para lograr mi objetivo.

Después de eso me uní donde todo el público tenía puesta su atención y el resto es historia, una muy buena.

McCall entra al gimnasio haciendo ruido para llamar nuestra atención.

—Tiene visita.

Antes de que pueda responder que no espero a nadie, Ashley entra disparada hacia mí gritando, debido al impacto la tomo de la cintura para que no caiga y enrolla sus piernas alrededor de mis caderas.

—Mi amor, te extrañé tanto.

Alex se tapa los oídos con cara de pocos amigos y McCall me da una mirada de desaprobación.

Ah, claro.

Él cortó la señal de mi auricular cuando Hela me llevó con ella. Supongo que lo escuchó todo.

—¿Qué haces aquí? —la bajo al piso recibiendo el beso que me da.

—Te extrañaba—me da una mirada dudosa.

—Pudiste haber esperado.

—Tres meses es mucho tiempo sin verte.

—Solo han pasado dos meses—pienso—y medio.

—Para mí ha sido una eternidad.

Frunzo el ceño, Ashley no es una persona acostumbrada a esparcir mucho cariño y honestamente no me esperaba que viniera, menos sin avisar, un atisbo de culpa llega a mí al recordar todo lo que he estado haciendo en todo este tiempo, sin embargo, no comparto el sentimiento con plenitud.

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