Capítulo nueve: Los Jóvenes De Konoha

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—Naruto —fue lo que de pronto pensó, alzando las cejas mientras pronunció ese nombre.

Y logró encontrar, en esas nubes que deslumbraban con la luz del sol, en su máximo resplandor él edificio dónde vivía aquél atolondrado rubio, con esto presente decidió ir con una sonrisa campante, de oreja a oreja, estaba el edificio a unos metros y distinguió el vistoso balcón que tenía Naruto, subió las gradas, unos momentos después estaba parado frente a la puerta, dispuesto a tocar, cuándo.

—POOOOOR DIOOOS, ¿CUÁNDO VERÉ A ESA CHICA ¡DATTEBAYOoo!? —clamó Naruto, con un tono un poco desesperado. Tal vez se estaba agarrando los cabellos.

Claro creyendo que estaba solo en su casa y nadie lo escucharía, Sai quedó un poco consternado, al escuchar esa confesión de Naruto.

— ¿Quién? —pensó Sai.

Era un misterio, al menos hasta que recordó a Hinata e Ino la noche anterior y cómo Naruto no sabía que era ella, probablemente a esa chica se refería ya que no le había conocido a otra chica, sin embargo, decidió no escuchar más de Naruto a sus espaldas y tocó.

—Eh, ¿quién viene a estas horas?, ¿tengo visitas? —se preguntaba mientras caminaba hacia la puerta, pero estaba desnudo, lo que lo hizo darse un golpe en la frente e ir a conseguir una toalla al menos—. Qué tonto, pero... No espero a nadie —decía mientras regresaba a su cuarto.

Y Sai escuchó sus pasos acercándose, luego oyó como balbuceaba y se retiró de nuevo, así que tocó de nuevo.

—Soy yo, Sai. NARUTO... —gritó el chico de los dibujos.

—Oooh, ya veo... Era Sai —y abrió la puerta, con apenas una toalla que cubría lo más personal.

—Hola Naruto, ¿cóm... —se quedó a medias Sai con un rostro anonado.

—Hola... Sai... ¿Qué sucede? —dijo extrañado Naruto.

—Nada, es qué es tan pequeña, ni siquiera se nota —sentenció Sai viendo la toalla de Naruto.

— ¿Qué cosa...? —preguntó Naruto a pocos segundos de entender—. Oye ¡QUEEEÉ!, no te pases Sai —exclamó mientras se ocultó detrás de la puerta—, No puedes decir que es pequeña ¡por eso! dattebayo —se excusó ya bastante apenado el Namikaze.

Mientras Sai seguía viendo la toalla, de alguna manera regresó a lo que venía, algún pensamiento rodante dentro de él.

—Discúlpame, no era mi intención, sólo venía a decirte qué gracias —finalizó Sai con la vista al frente.

— ¿Por qué? —dijo Naruto pensando un poco.

—Por lo de anoche, con Ino... ¿Recuerdas?

—Mmm... Francamente, no lo recuerdo amigo.

— ¿En serio? Si tú me diste el consejo de que la llevara a mi casa y qué en la mañana justificara todo...

— ¡Ohhh!, recuerdo eso ¿qué tal te fue? cuenta —inquirió curioso Naruto. Y a su vez, no lo dejó terminar—. Ya sé, ¿por qué no vamos a comer?, ¿te parece la idea? —sugirió Naruto intrigado por la idea de un "SaIno".

—Ahora que lo dices... No suena tan mal ¿irás así? —dijo viéndolo de pies a cabeza.

—Claro que no baka, ¿quieres pasar mientras me doy una ducha?, luego nos vamos —preguntó Naruto, aunque dudó un poco después de decirlo, pero qué más daba... Tendría a un extraño ser en su casa.

—Creo que esperaré, no te tardes tanto...

—O-o-o-keeey DATTEBAYOoo.

Y se rió un poco Naruto, Sai entró a la casa pero vio a Naruto sudando excesivamente de la espalda y preguntó:

El Amor y sus EncaucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora